© APShoichi Yokoi cuando ingresó en el ejército japonés en 1941.
Durante la
Segunda Guerra Mundial el ejército japonés invadió en 1941 la isla de Guam, en el archipiélago de las Marianas (Océano Pacífico). A lo largo de los siguientes tres años un contingente de 19.000 soldados formó parte de la misión, hasta que, el 21 de julio de 1944, Estados Unidos decidiese recuperarla.
La
batalla de Guam duró hasta el 10 de agosto de aquel mismo año, en el que el ejército norteamericano tomó el control de la isla. Hubo muchísimas bajas por ambos bandos y se apresó a un considerable número de soldados nipones. Otros, los más afortunados, pudieron huir.
Pero un pequeñísimo grupo de soldados japoneses quedaron escondidos en la isla.
Su honor no les permitía huir ni rendirse ante el enemigo, pero si eran vistos sabían que tendrían un trágico final, como muchos otros de sus compañeros.
Entre ese reducido grupo de hombres se encontraba
Shoichi Yokoi, el único de todos ellos que acabaría siendo un superviviente escondido en lo más profundo de la isla a lo largo de los siguientes 28 años.
Se mantuvieron a base de alimentarse de ratas, sapos y todo aquel animal que podían coger, ya que era sumamente peligroso acercarse hasta la playa para pescar. Tras los primeros años, el grupo se redujo a siete personas, que convivieron precariamente a lo largo de los siguientes 20 años. Poco a poco fueron muriendo el resto de integrantes hasta que
en 1964, tras el fallecimiento de sus últimos dos compañeros, el único que quedó allí con vida fue Shoichi.
A partir de ese momento, tendría que hacer frente en solitario a todos los peligros que le deparase aquel lugar, que se había convertido en su hogar tras dos décadas viviendo allí.