© FG2Dos macacos japoneses, como los estudiados en Fukushima, en una fuente termal de Nagano (Japón).
La primera preocupación de las autoridades sanitarias tras un accidente nuclear es, lógicamente, las posibles consecuencias sobre la salud humana. Pero realizar estudios sobre la población es costoso y complicado. Sin embargo,
la fauna salvaje también sufre las consecuencias de estas liberaciones de radiactividad y, en ocasiones, estudiarla puede servir de modelo para extrapolar lo que puede estar pasando en humanos. Y qué mejor modelo de experimentación que los monos. Una investigación publicada hoy acaba de descubrir que
los macacos ('Macaca fuscata') de la zona de Fukushima (Japón) tienen anormalidades sanguíneas como un bajo número de glóbulos blancos y rojos y niveles reducidos de hemoglobina -la proteína que transporta el oxígeno en la sangre- y hematocrito, el volumen que ocupan los eritrocitos o glóbulos rojos en la sangre.Después del
desastre nuclear, la concentración de cesio radiactivo en el suelo de la
ciudad de Fukushima estaba entre 10.000 y 300.000 bequerelios por metro cuadrado. A pesar de estar fuera de la zona de exclusión de 30 kilómetros marcada por las autoridades japonesas, dichos
niveles eran varias veces superiores a los máximos legales y provocaron una radiación acumulada en el aire de 7,5 milisieverts en los dos años posteriores al accidente nuclear. «Esos niveles de radiactividad no son aceptables», asegura Eduardo Rodríguez-Farré, profesor de investigación del CSIC y miembro del Comité Científico de la UE sobre riesgos para la salud.
«El máximo permisible para un ciudadano cuyo trabajo no implique riesgo de radiación es de un milisievert al año, así que son niveles siete veces mayores de lo permitido internacionalmente», afirma el experto.
Comentario: ¿Se creen sus palabras? Más que preocuparse por controlar la población de leones, beneficiar al Gobierno americano y a las granjas, parece que realmente disfruta y se jacta de matar animales.