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Los científicos han sabido desde hace un siglo que partículas espaciales cargadas bombardean constantemente la Tierra. Conocidas como rayos cósmicos, estas partículas son principalmente protones expulsados por supernovas. Conforme los protones chocan con la atmósfera del planeta, pueden ionizar componentes volátiles, provocando que se condensen en gotitas transportadas por el aire, o aerosoles. Posteriormente, se podrían formar nubes a su alrededor.
La cantidad de rayos cósmicos que llegan a la Tierra depende del Sol. Cuando éste emite mucha radiación, su campo magnético protege al planeta de los rayos cósmicos. En períodos de baja actividad solar, más rayos cósmicos llegan a la Tierra.
Los científicos coinciden en estos hechos básicos, pero existe menor acuerdo sobre si los rayos cósmicos pueden jugar un papel importante en la formación de nubes y en el cambio climático. Desde finales de la década del 90, algunos han sugerido que cuando la elevada actividad solar reduce el nivel de rayos cósmicos, eso a su vez disminuye la cubierta de nubes y calienta el planeta. Otros dicen que no hay evidencia estadística que apoye ese efecto.