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Las hasta ahora al parecer buenas relaciones entre Estados Unidos y Pakistán se han visto afectadas en este año por varios incidentes, los cuales han llevado a Islamabad a revisar sus acuerdos con Washington, que ha trasladado a territorio de esa nación asiática su supuesta lucha contra el terrorismo.

Hasta el día 11 tienen las tropas norteamericanas para abandonar la base aérea de Shamsi, desde donde parten los aviones teleguiados en operaciones controladas directamente por la CIA, Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

Bajo el manido argumento de combatir a las células de Al Qaeda en Afganistán y Pakistán, la Casa Blanca realiza ataques masivos, en los que han muertos numerosos civiles, hecho que ha estimulado un sentimiento anti-norteamericano en el sociedad pakistaní.

Ahora una controvertida acción de la OTAN a finales de noviembre en la frontera entre ambas naciones asiáticas y que costó la vida de 24 soldados pakistaníes, ha enardecido ese malestar y llevó a que Islamabad ordenara la evacuación del enclave militar.

Las circunstancias que rodean el ataque aún no están claras. Las autoridades afganas y occidentales han dicho que se lanzó el ataque aéreo en respuesta a disparos provenientes de las proximidades de dos puestos fronterizos pakistaníes, mientras que oficiales militares pakistaníes han negado estas afirmaciones y dijeron que el ataque de la OTAN sucedió sin provocación.

Por lo pronto, el gobierno del primer ministro Yousuf Raza Gilani también cerró los pasos por donde las tropas de la OTAN trasladan gran parte de los combustibles y suministros que emplean en la invasión del territorio afgano, que comenzó en 2001.

Desde hace unos meses los roces entre Washington e Islamabad han subido de tono y uno de sus principales detonantes fue la operación encubierta de efectivos norteamericanos en suelo pakistaní que causó la muerte de Osama Bin Laden, jefe de la red Al Qaeda y entrenado en un pasado por la propia CIA.

Pocos meses después la administración norteamericana redujo la ayuda militar que entrega a las autoridades pakistaníes, ante lo que calificó como incapacidad de las mismas para enfrentarse al terrorismo.

Las relaciones entre ambos países están en su nivel más bajo en una década. La opinión pública paquistaní, exasperada por la operación unilateral estadounidense contra Bin Laden y la desconfianza de Washington, está cada vez más convencida de que la alianza estratégica con Estados Unidos desde 2001 ha afectado la imagen del país a nivel internacional.

Sin embargo, no hay que olvidar que Estados Unidos busca un acercamiento continuado con Pakistán, el que necesita la ayuda estadounidense y de otras instituciones crediticias occidentales para sostener su economía.