La medicina actual nos demuestra que diferentes químicos, toxinas o nutrientes neutrales y artificiales, luego de ser ingeridos, pueden actuar como antinutrientes y destruir células del cuerpo. Vivir muy estresado -por ejemplo- aumenta las necesidades de vitamina B, C y E y de magnesio; el hábito de fumar incrementa las necesidades de vitamina C (como antioxidantes) y el alcoholismo eleva los requerimientos de vitamina B, B5 y C.
Para prevenir el deterioro celular surge la medicina ortomolecular, cuyo objetivo es detectar las falencias reales de nutrientes para el óptimo funcionamiento del cuerpo, indicó a LA GACETA el doctor Néstor Cardinali, bioquímico y licenciado en Alimentación. El especialista disertará sobre este tema durante el VIII Congreso Argentino y el VII Encuentro Latinoamericano de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva, que se realizará entre el domingo y el martes en Buenos Aires.
Cuanto más tiempo se priva al organismo de los nutrientes necesarios -explicó el especialista- mayor será la acumulación de efectos nocivos, situación que dará paso a enfermedades crónicas como hipertensión arterial, diabetes, ciertos tipos de cáncer, artritis, psoriasis y, por supuesto, obesidad. En este marco, la nutrición ortomolecular propone reparar el equilibrio bioquímico y activar los procesos de restauración molecular (orto significa correcto, cierto o recto; y molecular, nutriente).
- ¿En qué consiste la nutrición ortomolecular?
- Consiste en darle al cuerpo las moléculas nutricionales correctas en calidad, cantidad y proporción para generar un estado anatómico y fisiológico óptimo y fortalecer la salud.
-¿Qué beneficios reporta?
- Cuando el estado anatómico y fisiológico del organismo está en óptimas condiciones se puede prevenir la aparición de enfermedades, aumentar la resistencia física y mental y tener buena multiplicación celular. De igual modo se pueden eliminar toxinas, metabolitos de desecho y radicales libres, y realizar trabajo celular al máximo rendimiento.
- ¿Se busca el equilibrio orgánico?
- De eso se trata, ya que los desequilibrios metabólicos (cada uno de ellos) pueden causar un número ilimitado de enfermedades y viceversa. Una afección -como la hipertensión arterial, por ejemplo- puede ser originada por un desequilibrio en el sistema nervioso autónomo o en el sistema oxidativo. Hay personas que tienen múltiples problemas, no relacionados entre sí, que originan una enfermedad crónica. Los desequilibrios pueden provocar efectos dominó entre diferentes síntomas no relacionados entre sí...
- En este contexto, ¿cómo actúan los alimentos?
- Un elemento clave es comprender cómo ciertas sutancias o compuestos químicos contaminantes de la industria alimenticia (el ftalato del champú para el pelo, el bisphenol A de los envases de plástico y el jarabe de maíz alto en fructosa utilizado como endulzante de las gaseosas, por ejemplo) modifican hormonas que no inhiben la ansiedad.
- ¿Los aditivos y conservantes son los que provocan el efecto dominó en el cuerpo?
- Así es. Tomar dos litros y medio de gaseosa, por ejemplo, equivale a comer cuatro platos de arroz. Sin embargo, luego de tomar esa cantidad de gaseosa la persona no siente que ingirió un montón de calorías... Otro ejemplo: el sedentarismo causado porque la persona realiza cada vez más actividades estáticas (play, cine, Internet, etc.) también cumple un rol fundamental en la falta de bienestar corporal. Pero es preciso aclarar que el impacto del gasto calórico hecho por la actividad física también puede ser eliminado por comer ciertos alimentos o por la forma de combinarlos a la hora de la ingesta. En este marco, el índice glucémico (IG) de los alimentos que mide el incremento en el nivel de glucosa en la sangre luego de ingerir un alimento o comida (es decir, la velocidad a la que los alimentos son digeridos y convertidos en glucosa), es un indicador de importancia para adecuar la dieta.
Un método con probada eficacia
En 1950, los doctores Abraham Hoffer, Morton Walker y Humphrey Osmond dieron a enfermos mentales una dieta natural y dosis de vitamina C y B-3 con resultados exitosos. Así nació la psiquiatría ortomolecular, que sostiene que los males psíquicos y los trastornos emocionales son producto del desequilibrio químico en el medio celular del cerebro provocado por necesidades nutricionales individuales, anormalmente acrecentadas por distintos factores de la industrialización de alimentos, y no satisfechas por medio de una dieta común y corriente.
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