- Están rastreando las diferencias genéticas entre individuos que hacen que actúen de manera diferente al alimentarse o relacionarse con otros individuos.
- Los resultados de este trabajo sugieren que la variación genética y ambiental converge en las mimas partes del cerebro.
© Quadell / WikipediaUn gusano 'C. elegans' tintado.
El nematodo Caenorhabditis elegans, un diminuto gusano de un milímetro de largo, es el animal que unos investigadores de EEUU están utilizando para rastrear las diferencias genéticas entre individuos y a partir ahí analizar la complejidad del comportamiento humano en el debate entre herencia y ambiente.
La profesora Cori Bargmann de la Universidad Rockefeller de Nueva York, que forma parte de este grupo, ha explicado este domingo en el foro de neurociencia FENS que se celebra en Barcelona, que están rastreando las diferencias genéticas entre individuos normales de esta especie que hacen que actúen de manera diferente en las decisiones de forrajeo (modo y características de la alimentación), comportamiento social y elección de alimentos.
A pesar de su escaso tamaño, el Caenorhabditis elegans, que tiene un sistema nervioso simple y bien descrito (y que comparte muchos genes con los humanos), puede percibir el mundo, tomar decisiones y modificar su comportamiento mediante aprendizaje, según se recoge en un comunicado remitido por la organización del Congreso.
Los resultados del trabajo de este equipo norteamericano sugieren que la variación genética y ambiental que afecta al comportamiento converge en las mismas partes del cerebro, en la frontera entre el mundo externo y los estados motivacionales internos.
La interacción con el ambienteUna pregunta básica que se realizan los científicos que trabajan en este campo es cómo el ambiente interacciona con el propio sentido de la motivación para cambiar la forma de comportamiento.
Por ejemplo, todos los animales reconocen a otros miembros de su especie e interactúan entre sí, pero estas interacciones pueden ser completamente diferentes dependiendo del hambre de un individuo, el miedo, la edad o el estrés.
De hecho, el comportamiento puede cambiar rápidamente, sin que sea necesario que surjan nuevas conexiones neuronales.
En este sentido, Bargmann apunta que los resultados de su trabajo sugieren "que los estados de motivación modifican el sistema nervioso con rapidez para cambiar el flujo de información que fluye a través del cerebro, cambiando así el comportamiento".Utilizando el símil de un automóvil, los estados internos de motivación podrían cambiar el flujo de tráfico a través del sistema nervioso para dirigirlo por caminos diferentes.
Diferencias de comportamientoOtra cuestión que se plantea es cómo los genes y el medio ambiente interactúan para generar la conducta.
Algunas de las diferencias de comportamiento entre los individuos tienen un componente genético, pero se sabe relativamente poco sobre el comportamiento de los genes de cualquier especie y en este sentido, animales simples cuyo comportamiento también está regulado por la experiencia y los genes pueden ayudar a simplificar la cuestión, afirman las mismas fuentes.
Los seres humanos compartimos una herencia genética común, aunque cada individuo tenga objetivos diferentes, emociones, intereses y preferencias, explican los autores del estudio.
"Nos diferenciamos unos de otros por dos razones: por nuestras experiencias individuales y deseos que dan forma a nuestro sistema nervioso y porque diferencias genéticas sutiles innatas nos distinguen unos de otros", asegura Bargmann.
Juntas, son las dos ramas del eje "naturaleza y medio ambiente" que genera variaciones en el comportamiento.
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