Erdogan
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Por Ghaleb Kandil

Abundan en la prensa turca, en estas últimas semanas, los artículos, informes e investigaciones que reflejan el exorbitante costo político y económico, e incluso en materia de seguridad, que está pagando Turquía por causa de la injerencia del gobierno de Recep Tayyeb Erdogan en Siria.

En el plano económico, las exportaciones turcas hacia Siria han caído, de 1 400 millones de dólares antes de marzo de 2011, a sólo 300 millones en este momento. Miles de fábricas y empresas creadas en las zonas francas de la frontera entre ambos países han cerrado sus puertas. El parque de vehículos pesados de carga por carretera utilizado para garantizar el comercio a través de Siria está paralizado por la inactividad. El transporte de mercancías hacia los países árabes por vía marítima o aérea es mucho más oneroso, lo cual priva a los productos turcos de su principal carta de triunfo en materia de competitividad.

Esas pérdidas están afectando a amplios sectores de la sociedad turca que no han sido convenientemente indemnizados ni han encontrado nuevas posibilidades. Los actores económicos y financieros turcos temen una intervención militar de su país en Siria, intervención que tendría consecuencias negativas para el sector turístico ya que una guerra entre Turquía y Siria implicaría seguramente el uso de misiles de largo alcance por parte de ambos contendientes.

Erdogan y su ministro de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, han desarrollado además un discurso abiertamente sectario para exacerbar las tensiones dentro de Siria, acentuando así a la vez las divisiones dentro de su propio país. Si bien los daños provocados en Siria por ese discurso han sido limitados ya que el sentimiento patriótico de los sirios ha impedido una fractura que hubiese podido ser irremediable, la situación en Turquía es muy diferente. Sectores políticos, incluso en el seno del Partido de la Justicia y el Desarrollo del propio Erdogan, han emitido advertencias sobre el peligro que implica la exacerbación de las tensiones en un país donde alauitas y alevíes son el 20% de la población.

Ante esas realidades, comienza a ampliarse el movimiento popular en contra de la política de Erdogan hacia Siria, lo cual se refleja en la multiplicación de las manifestaciones, la publicación de comunicados y la firma de peticiones, como herramientas de presión contra el gobierno de Erdogan. Esa situación ha obligado a las autoridades turcas a reubicar los campamentos de refugiados de la región de Alejandreta (Iskenderun), cuya población - de origen sirio - sale a las calles a manifestarse portando retratos del presidente sirio Bachar al-Assad. Es también por esa razón que Ankara pidió a la dirección del llamado Ejército Sirio Libre que saliera del territorio turco. Aunque los jefes de la Hermandad Musulmana y del Consejo Nacional de Transición se mantienen en Estambul, sus medios se quejan de la «frialdad» que vienen encontrando desde hace un tiempo en sus contactos con los responsables turcos. Esos mismos opositores sirios se han quejado de sus desgracias a los periodistas occidentales.

El tema kurdo constituye el más grave de los peligros que enfrenta el gobierno de Erdogan. Siria y Turquía comparten una frontera de 800 kilómetros, de los que 600 se extienden a través de un territorio que cuenta una fuerte población kurda de ambos lados de la frontera. Eso significa que, en Siria, los comités populares armados kurdos se encuentran ahora frente a las posiciones del ejército turco mientras que los combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) están muy activos del lado turco de la frontera, donde el ejército de Turquía ha sufrido bajas sin precedente. Se estudia nuevamente la reanudación de las negociaciones entre Ankara y el PKK. Al mismo tiempo, han fracasado todos los intentos de empujar a los kurdos de Siria a tomar las armas contra el gobierno de ese país.

Como decimos en árabe, «el que prepara el veneno es el primero en tragárselo». Y eso es lo que le ha pasado a Erdogan, enredado ahora en un sinfín de problemas domésticos por haber conspirado contra Siria.

Declaraciones y posiciones

Najib Mikati, primer ministro del Líbano
«Durante mis conversaciones en Nueva York traté de explicar la posición del Líbano en relación con lo que sucede en la región. Nuestra posición es muy clara. El Líbano tiene vínculos sociales, históricos y geográficos con Siria. Prácticamente el 100% de nuestra frontera terrestre lo compartimos con Siria. Todas nuestras exportaciones hacia el mundo árabe pasan por Siria. Esa es la posición que expliqué, buscando todo el apoyo posible para separar al Líbano de lo que allí está pasando. Porque mi principal objetivo en este momento es proteger a mi país y a los libaneses de todas las consecuencias de la crisis siria, sobre todo porque aún no sabemos cuándo y cómo terminará esa situación. ¿Tendremos paz en Siria? Me impresionó la comprensión de los problemas libaneses por parte de Francois Hollande, su compromiso a favor del Líbano, su voluntad de proteger a nuestro país del conflicto sirio y su decisión inquebrantable de que se preserve la unidad libanesa. Creo que eso es muy importante. Al igual que con la señora Clinton, también tuve conversaciones con la señora Ashton sobre los medios de fortalecer la capacidad de nuestro ejército en equipamiento, en armas y en formación. El consejo de ministros aprobó un plan director de una ley-programa que concede al ejército libanés la suma de 1 600 millones de dólares escalonada en 5 años. Aunque modesta, esa suma permitirá mantener el mínimo requerido. Y, como saben todos nuestros amigos, la capacidad del Tesoro es limitada. Tenemos previsto consultar a todos los "Amigos del Líbano" para que nos ayuden a promover una conferencia de donantes en ayuda del ejército libanés. Tengo la intención de establecer un plan de acción y un sistema bien organizado en el marco de un plan quinquenal claro para proporcionarle el equipamiento necesario. El ejército libanés no es como los demás. Todos sabemos que tenemos una tarea que cumplir en la estabilidad del país. La resolución 1701 estipula que [el ejército libanés] debe asumir progresivamente el control de la seguridad en la zona de operaciones de la FINUL y en las aguas territoriales libanesas. ¿Cómo podemos hacerlo con tan pocos medios? Queremos reforzar sus capacidades con el apoyo de los países miembros de la FINUL que ayudan también a proveer su equipamiento.»
Vladimir Putin, presidente de Rusia
«Nuestros socios occidentales no logran detenerse. Después de haber sembrado el caos en numerosas regiones prosiguen la misma política en otros países, específicamente en Siria. Nuestra posición consiste en estimular los cambios positivos en todos los países. No se trata de imponer - especialmente por la fuerza - lo que nos parece justo, sino de estimular el desarrollo interno. Hemos advertido que hay que actuar con precaución, sin imponer nada por la fuerza, para no provocar el caos. ¿Y qué es lo que vemos hoy? Estamos viendo una situación cercana al caos.»
Jean Kahwaji, comandante en jefe del Ejército libanés
«El ejército ha logrado acabar con el terrorismo en Nahr el-Bared y ha logrado poner en aplicación la resolución 1701 del Consejo de Seguridad [de la ONU] en el sur del Líbano. Con la cooperación de la FINUL, [el ejército libanés] se esfuerza, con los pocos medios de que dispone, por mantener la seguridad en la frontera y en el interior del país. Ha logrado contener los enfrentamientos en Trípoli, controlar la frontera con Siria y poner fin al tráfico de armas. El Líbano sigue enfrentando las ambiciones israelíes, las consecuencias de los acontecimientos en Siria, las maniobras de las organizaciones terroristas. El papel del ejército es preservar la democracia y la libertad en el Líbano. Les prometo que no habrá marcha atrás.»
Leon Panetta, secretario de Defensa de Estados Unidos
«Intervenir en Siria sería un grave error. Estados Unidos coopera con la comunidad internacional con vista a ayudar a las fuerzas de oposición y aportar ayuda humanitaria a todas las personas afectadas por la violencia. También seguimos de cerca la situación alrededor de los depósitos de armas químicas y biológicas en ese país. Todavía es posible resolver el conflicto sirio por medios diplomáticos, y sobre todo mediante un fortalecimiento de las presiones sobre el presidente Bachar al-Assad. Al mismo tiempo, Estados Unidos se compromete a respaldar el enfoque que adopte la comunidad internacional en ese sentido. Si la comunidad internacional decide que es necesaria una operación, nosotros participaremos en ella.»
Recep Tayyeb Erdogan, primer ministro de Turquía
«Rusia es la principal fuente de decepción. En vez de condenar a Siria, [Rusia] apoya las masacres. China comparte la misma posición. Hu Jintao me aseguró que Pekín no opondría un tercer veto a la resolución de la ONU. Y lo hizo. En cuanto a Irán, su posición es incomprensible.»
Ali Abdel Karim Ali, embajador de Siria en Líbano
«Nos regocijan los llamados que la mesa de diálogo y el gobierno han lanzado al Ejército libanés para que garantice la seguridad de la frontera común entre Líbano y Siria y persiga a quienes tratan de socavar la seguridad del Líbano. Es interés del Líbano, por su estabilidad y sus relaciones con Siria, no permitir el contrabando de armas porque haya grupos extranjeros que quieren quebrantar la quebrantar la seguridad siria y que quieren derramar sangre siria.»