La comunidad científica reaccionó con alarma ante la condena de homicidio dictada por la justicia italiana contra siete sismólogos por no haber logrado advertir sobre el terremoto que sacudió a la ciudad de L'Aquila en 2009, donde murieron 308 personas.

Los científicos ahora temen que los investigadores de disciplinas que se ocupan de fenómenos naturales impredecibles, como la vulcanología o incluso la meteorología, se muestren reacios a ofrecer su opinión y asesoramiento a la opinión pública. "De quedar firme, el veredicto tendrá un efecto intimidatorio en el ámbito de la sismología italiana y europea en general", dijo Sandy Steacy, profesor de física sísmica de la Universidad de Ulster. "¿A partir de ahora quién va a querer participar de un panel de evaluación de riesgo sísmico, si equivocarse puede costarle una condena de homicidio?", agregó.

El veredicto llega en momentos en que los científicos reciben presiones para involucrarse más activamente en la vida pública, para demostrar la importancia que tiene su trabajo en la economía y la comunidad.

"Este caso revela que involucrarse de esa manera puede llegar a ser muy peligroso", dijo Stacey.

El argumento de los fiscales apuntó a la inadecuada evaluación que hicieron los sismólogos de los temblores que precedieron al terremoto de 6,3 grados de magnitud. Los sismólogos se reunieron con un funcionario del gobierno antes del terremoto de marzo de 2009. En el transcurso de esa reunión, el comité de evaluación de riesgo les dijo a los funcionarios que era improbable, aunque no imposible, que se produjera un terremoto de proporciones.

"Esos seis científicos dijeron lo que tenían que decir y cualquier sismólogo del mundo los apoyaría", dijo Roger Musson, del Departamento Geológico Británico. "Me parece un error que sean enjuiciados por brindar el mejor asesoramiento posible."

En Estados Unidos, Michael Halpern, del grupo de presión Sindicato de Científicos Conscientes, escribió en su blog: "Es un veredicto absurdo y peligroso que los funcionarios estadounidenses deberían rechazar y que el presidente italiano Giorgio Napolitano debería anular".

Los científicos advierten que el fallo podría tener repercusiones más allá de las fronteras italianas, como también en otras disciplinas.

"Este ridículo veredicto hará temblar a cualquiera que brinde asesoramiento científico, y espero que los sismólogos sean liberados tras la apelación", dijo David Spiegelhalter, profesor de comprensión pública del riesgo de la Universidad de Cambridge. "Para mí, la lección que deja este caso es que los asesores científicos deben tener el control del modo en que se comunica su trabajo, y que deben estar mejor preparados para tomar parte en la vida pública", agregó.

En la última semana, una amplia coalición de grupos de investigaciones biomédicas de Gran Bretaña, que incluye universidades y laboratorios de medicamentos, firmaron un compromiso explícito de mayor participación en la opinión pública, para ganar apoyo para la experimentación con animales, en coincidencia con una encuesta de Ipsos Mori que mostró una caída del apoyo al uso de animales con fines científicos.

Algunos científicos dijeron que las advertencias sobre el terremoto de L'Aquila podrían haber sido transmitidas con más claridad, poniendo mayor énfasis en las posibilidades, aunque fuesen escasas, de que se produjera un terremoto mayor, pero en general el veredicto cosechó un repudio unánime. "Imaginen si el gobierno empezara a hacer denunciar penalmente a los meteorólogos locales por no poder predecir al milímetro la ruta de un tornado", dijo Halpern. "Los científicos tienen que compartir lo que saben -y admitir lo que no saben- sin temor a ser considerados penalmente responsables si sus predicciones no se cumplen."