Sam Simon
© Carlos P. CembreroFoto de Carlos P. Cembrero es 3º de Máquinas, del Sam Simon de Sea Shepherd para su bitacora en la blogosfera de EFEverde.
Ya es público que un juzgado de Estados Unidos se ha posicionado, de momento, en favor de ciertos argumentos de los profesionales del arpón. Hace tres años nos hundieron un barco que hacía campaña en la flota de Sea Shepherd. Embistieron al Ady Gil, lo partieron en dos pedazos y, de milagro, no mataron a sus seis tripulantes. Nadie les ha perseguido por ello.

Lo que los ilegales balleneros Japoneses hacen y lo que los gobiernos con responsabilidad sobre la zona antártica dejan de hacer es tan repugnante y escandaloso que no se puede evitar intervenir arriesgando personalmente lo que sea necesario. Nadie les persigue a unos y otros por ello.

Emocionalmente y racionalmente es inaceptable. Es cuestión de actuar como seres humanos o de aceptar el papel de peleles humillados y testigos paralizados de la carnicería. Lo que está en juego es la propia sangre del planeta, el océano, la vida y la libertad misma. Como le he oído decir a Paul Watson en más de una ocasión, ..."uno no puede caminar por la calle, ver a alguien indefenso que está siendo atacando por unos criminales, y no hacer nada. Uno tiene que hacer algo".

Mil treinta y cinco hermosas, inteligentes, indefensas y escasas ballenas están hoy en la "lista de la muerte" del criminal negocio que, cada año, se burla de las leyes que protegen la Antártida. Ante nuestros ojos y los de toda la comunidad internacional. Nadie les persigue por ello. Entre aquellos hielos, intentando impedir la masacre y defendiendo la legalidad, no hay nadie más, año tras año, que los barcos de Sea Shepherd cargados de indignación, voluntad y determinación.

Los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y los Países Bajos nos instan a adoptar una "actitud responsable" durante la próxima temporada de caza de ballenas en la Antártida, según el comunicado divulgado por el Gobierno neozelandés... Creo que vamos a hacerles caso.