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Las advertencias sobre el peligro de conseguir a toda costa un acuerdo que solo contempla los intereses de algunos quedaron confirmadas con el fracaso de la Conferencia Final de la ONU para un Tratado sobre Comercio de Armas (TCA). Los apremios para concretar ese instrumento provenían de importantes capitales y de la oficina del propio titular de la ONU, Ban Ki-moon, pero no pudieron asegurar la victoria de un texto con claros desbalances e inconsistencias, según un buen número de delegaciones.

El documento discutido durante los últimos 10 días en la sede de la ONU en Nueva York no consiguió el consenso requerido al recibir las impugnaciones declaradas de Irán, la República Popular Democrática de Corea y Siria.

Pero también otros países manifestaron profundas objeciones, aunque sin llegar a impedir la adopción del proyecto que pretendía ser el colofón de siete años de discusiones.

Uno de los señalamientos más escuchados en la jornada final de la conferencia apuntó contra los privilegios otorgados en el TCA a los intereses de los Estados exportadores de armas.

Otro denunció que la letra del tratado omitió la prohibición de transferencias internacionales de armas a individuos, grupos e instituciones que no están debidamente autorizados por los representantes gubernamentales del Estado receptor.

Se trata de una supresión que beneficia a los agentes no estatales que están entre los principales responsables del desvío y el tráfico ilícito de armas y de los flagelos asociados a ese trasiego.

Por otro lado, el texto tampoco prohíbe la transferencia de armas destinadas a acciones de uso o amenaza del uso de la fuerza, en contravención de lo dispuesto en la Carta de la ONU, incluyendo los actos de agresión.

Y, por el contrario, otorgaba a los Estados exportadores la potestad de evaluar el comportamiento de los importadores sobre la base de un listado de criterios subjetivos e imprecisos que pueden ser objeto de abusos y manipulación por razones políticas.

Al exponer su oposición al TCA, el embajador de Irán, Mohammad Khazaee, rechazó que el documento proteja el derecho a la propiedad y uso individual de armas con el objetivo de satisfacer aspectos constitucionales de un solo país (Estados Unidos).

Mientras que por otro lado, agregó, el texto ignora el derecho inalienable a la autodeterminación de los pueblos bajo ocupación extranjera o dominación colonial "solo para apaciguar a ese país y su aliado incondicional en el Medio Oriente (Israel)".

Ante el fracaso de la conferencia, México propuso romper la tradición del consenso, lo cual fue rechazado por la representación de Rusia, en tanto que Kenya recomendó solicitar a Ban Ki-moon que presente el TCA ante la Asamblea General para su aprobación.

Por su parte, el titular de la ONU emitió un comunicado para lamentarse por el fracaso de la reunión e instar a continuar los esfuerzos para lograr la aprobación del instrumento.

En su opinión, el proyecto estaba balanceado y podía establecer parámetros efectivos y comunes para regular el comercio internacional de armas convencionales.

No obstante, expresó su esperanza de que el TCA pueda salir airoso "lo antes posible", formulación que parece responder a diversas propuestas de convocar a la Asamblea General durante la próxima semana para buscar en ese foro la aprobación del cuestionado tratado.

Los primeros contactos hacia un documento en esa materia datan de 2006, cuando una resolución de la Asamblea General estableció un grupo de trabajo de expertos gubernamentales encargados de analizar la viabilidad, objetivos y parámetros de un texto al respecto.