El Gobierno británico está recibiendo presión de sus propios diputados para que exponga cual sería la justificación legal para autorizar una intervención militar en Siria. El público británico también se encuentra escéptico y activistas temen que se repita el destino de Irak o Afganistán.

David Cameron está siendo presionado para que establezca una justificación legal que respalde la intención de intervenir militarmente en Siria. Más de 50 diputados han firmado una moción para pedir que se lleve a cabo un debate pleno antes de autorizar el uso de la fuerza en Siria y dicen que el Parlamento debe votar antes de ir a una nueva guerra en la región.

A pesar de que los investigadores de las Naciones Unidas (ONU), aún están en el terreno en Damasco, el Gobierno británico -al igual que el estadounidense y el francés- ya ha tomado su decisión.

El escepticismo de los diputados británicos ante la intención del Gobierno de intervenir militarmente en Siria, se refleja también en la calle. Una encuesta realizada por YouGov sugiere que la mayoría de los británicos no quieren que su país entre en otra guerra en Oriente Medio. De dos mil personas consultadas, el 74 % dijo oponerse a cualquier tipo de intervención en Siria, solo el 9 % estaría de acuerdo.

John Rees, uno de los fundadores de la Coalición Alto a la Guerra, entiende a que se debe la desconfianza del público y de muchos diputados.

Hace justamente 10 años, Reino Unido vivía una situación similar, un conflicto extranjero en puertas, el destino en ese entonces: Irak, el motivo: armas de destrucción masiva, que nunca fueron encontradas.

La prensa británica ha reportado la presencia de aviones de guerra en la base británica en Chipre, a menos de 200 kilómetros de Siria. Lo más probable es que el Gobierno esperará el informe de los investigadores de la ONU antes de hacer cualquier anuncio.