Ariel Castro, el estadounidense condenado a cadena perpetua por el secuestro, el cautiverio y la violación de tres mujeres en Cleveland ha sido hallado muerto en su celda del correccional de Ohio. La Policía investiga la muerte del monstruo de Cleveland, que permanecia en al cárcel bajo un régimen especial de vigilancia.


Según informa FoxNews.com, el monstruo de Cleveland fue encontrado ahorcado en su celda de la cárcel y parece que se trataría de un suicidio. Los servicios médicos del centro le realizaron maniobras de reanimación pero no pudieron hacer nada por su vida.

La Policía Estatal de Ohio investiga la muerte de Castro, que permanecía en la cárcel con un régimen especial de protección, aislado de otros reclusos debido a su perfil de altamente peligroso y estaba sujeto a controles cada 30 minutos.

El cuñado de Castro, Juan Alicea, ha explicado a CNN que la familia se ha enterado de la noticia a través de los medios de comunicación porque las autoridades penitenciarias todavía no se han puesto en contacto con ellos.

Régimen de custodia protector

Interrogado por este suceso, JoEllen Smith, del servicio penitenciario, ha asegurado que ya se ha puesto en marcha una "profunda investigación" y ha aclarado que Castro estaba en las mismas condiciones que el resto de presos.

"Estaba bajo un régimen de custodia protector, lo que significa que estaba en su propia celda y que se realizaban patrullas cada 30 minutos, en intervalos escalonados", ha explicado.

Cadena perpetua

Castro, de 53 años de edad, capturó a Michelle Knight, Amanda Berry y Georgina de Jesús en 2002. Desde entonces las mantuvo en cautiverio y las sometió a varios abusos sexuales, de modo que con una tuvo una hija. Las tres fueron liberadas el pasado mes de mayo, después de que una pidiera ayuda a un vecino aprovechando una salida del secuestrador.

El pasado 1 de agosto, fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de recurso tras alcanzar un pacto con la Fiscalía para evitar la pena de muerte a la que podría haber sido sentenciado porque entre los 977 cargos presentados en su contra había dos de homicidio por interrumpir el embarazo de una de las rehenes.

"No soy un monstruo, solo estoy enfermo", dijo, en la última sesión del juicio celebrado en su contra, asegurando que era un adicto al sexo y a la pornografía. "Tengo una adicción, igual que los alcohólicos", argumentó.