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Traducido del ruso por Josafat S. Comín

En estos días previos a las celebraciones de año nuevo en Volgogrado ya nadie piensa en fiestas. La ciudad apenas tiene tiempo para contar a las víctimas de los sangrientos atentados. En menos de 24 horas ha habido dos terribles explosiones. El domingo cerca de la una del mediodía un explosivo por determinar, cargado con metralla, hizo explosión en la entrada principal de la estación de ferrocarriles. Trece personas murieron en el acto, y otros cuatro fallecieron posteriormente en los hospitales. El número de heridos alcanza las cuatro decenas. A primera hora de la mañana del 30 de diciembre informaban del fallecimiento de la víctima número diecisiete: Andrei Zadorin.


Y apenas dos horas después, una nueva y terrible noticia. En plena hora punta matinal junto al mercado Kachinski hace explosión el trolebús de la ruta 15. Como mínimo hay catorce fallecidos e infinidad de heridos la mayoría en estado muy grave con mutilaciones y gravísimas quemaduras. Del trolebús solo ha quedado la carcasa metálica, y entre los hierros retorcidos, restos de cuerpos de las víctimas. En los edificios cercanos la onda explosiva ha hecho saltar los cristales de las ventanas. Un espectáculo terrorífico, como describen los testigos. Posiblemente el atentado haya sido obra de un terrorista suicida. Ya se está haciendo público su nombre a nivel extraoficial: Pável Pechenkin, natural de Marii El, que al adoptar el islam cambió el nombre por el de Ansar ar-Rusi.

Este año en que se conmemoraba el 70 aniversario de la Victoria de las tropas soviéticas en Stalingrado, se ha convertido para la ciudad seguramente en el más trágico de toda su historia posbélica.

El 21 de octubre una terrorista suicida llamada Naida Asiyalova detonó la carga que llevaba adherida en un autobús de línea. El atentado causó la muerte a seis jóvenes. Los gobiernos tanto el regional de Volgogrado como el Federal, aseguran que todos los culpables en ese crimen fueron ya identificados y castigados. El gobernador Bozhenov decretó en la ciudad "estado de máxima alerta por peligro terrorista".

No pasó ni un mes, cuando los altos cargos del Comité Nacional Antiterrorista, del Ministerio del Interior y del Servicio Federal de Seguridad (FSB), presentaron sus informes.

Como resultado de la operación especial en Majachkalá, los ejecutores y organizadores, incluido el conocido como wahhabita ruso Dimitri Sokolov, fueron "aniquilados".


En la inmensa mayoría de los casos los activistas implicados en actos terroristas son simplemente exterminados en el transcurso de los operativos especiales. Lo que significa que no hay ni interrogatorios, ni investigaciones, ni proceso judicial alguno. Todo esto genera en la sociedad una importante desconfianza: ¿realmente todo es como nos lo cuentan los representantes oficiales de los servicios especiales antiterroristas? -se preguntaba en su día "Soviétskaya Rossía". Pero a los ciudadanos les garantizaron que todo está "bajo control" y que se están pagando las indemnizaciones a las familias de los fallecidos y heridos. Así que esa "alerta máxima por peligro terrorista" pareció quedar en el olvido.

De qué habría que tener miedo si desde todas las pantallas nos están hablando de estabilidad, de crecimiento del bienestar, mientras el relevo de la antorcha olímpica recorre pueblos y ciudades y Sochi espera a los invitados de la principal fiesta del deporte...

Los primos Aliosha Valenta y Sasha Dolguij de Volgogrado, alumnos de 5º de primaria, esperaban las vacaciones de invierno, los árboles de navidad y las diversiones de estas fechas. El 29 de diciembre, el padre de Aliosha, Vladímir, que había llegado de Moscú, donde trabaja, decidió llevar a los chavales a patinar sobre hielo, contento de poder pasar más tiempo con su hijo. Y lo bien que se lo estaban pasando los chiquillos. Por el camino el padre decidió pasar por la estación, pues necesitaba cambiar el billete de tren. Los tres estaban en le epicentro de la explosión: Los chicos murieron. Solo se les pudo identificar por la ropa. Vladímir está en la UCI en estado muy grave. Los médicos luchan por salvar la vida de Olya Ivanenko de 9 años. También su padre está en el hospital, en estado de extrema gravedad.

¿Cómo pudo pasar, que el último domingo festivo del 2013 se convirtiese para tanta gente en el último de sus vidas y para otros en un antes y un después que marcará sus vidas para siempre? Ninguna indemnización, ni los psicólogos que les mandan siguiendo las directrices del presidente, ni los ministros, ni las promesas interminables de las autoridades de que todo está bajo un "control absoluto" no podrán devolver ya a esa gente a sus seres queridos, ni la salud perdida.

Todavía no había dado tiempo de remover los escombros y trasladar a los enfermos a los hospitales, todavía iban los habitantes de Volgogrado de un lado a otro, buscando a sus seres queridos, cuando ya nos estaban contando que había sido identificada la mujer que había ejecutado el atentado. Se trataría supuestamente de una terrorista suicida, dos veces "viuda negra" Aksana Aslanova, que se encontraba en búsqueda y captura desde junio de 2012. Solo que ahora esa información ya no servía para evitar la tragedia.

Luego vinieron a contarnos lo bien que funcionaron los detectores de metales, instalados junto a la entrada a la estación, que la terrorista había activado el explosivo antes del control de acceso, que de haber entrado en el vestíbulo, las victimas hubieran sido muchas más. Sin embargo, enseguida después de que tras el atentado en el aeropuerto de Domodedovo se instalasen en estaciones y aeropuertos detectores de metales, a instancias de la exigencia hecha por Medvédev, surgieron numerosas dudas en cuanto a la eficacia real de dicha medida. Al fin y al cabo, a la terrorista poco le importa donde explotarse. Lo principal es que haya gente alrededor (la explosión en el trolebús lo vino a confirmar). Ante el detector de metales, la cantidad de gente que se agolpa, tampoco es pequeña.

Luego nos contaron el heroico relato de uno de los fallecidos, el sargento de la policía, Dmitri Makovkin, de 29 años. El agente habría detectado un comportamiento extraño en la mujer y se encaminó hacia ella, protegiendo de este modo con su cuerpo a otros ciudadanos. Pero ya por la tarde del mismo domingo, se hicieron públicos los resultados de las primeras pesquisas oficiales del Comité de Investigaciones, que concluían con que el suicida era un varón. Así que tanto el sargento, como el vigilante del punto de control de accesos, Serguei Nalivaiko, son tan víctimas como el resto.

Los Servicios de Inteligencia y las Fuerzas del Orden deberían dedicarse a su labor con menos ruido y más cautela a la hora de ofrecer datos. Sobre todo en lo que respecta a la labor de inteligencia e identificación de componentes de las bandas clandestinas de terroristas, antes de que cometan lo irreparable. Y como ya ha quedado claro, todas esas operaciones especiales anunciadas a los cuatro vientos, tras las cuales, solo quedan ruinas y cadáveres, resultan de poca ayuda.

La comunidad internacional ofrece a Rusia sus condolencias. Pero cada vez con mayor frecuencia suena una inquietud: ¿está Rusia capacitada para garantizar la seguridad de los JJ.OO. de invierno en Sochi? Está claro que son estos el objetivo de los terroristas. Y no es casualidad que hayan elegido como diana precisamente Volgogrado, que por una parte está relativamente cerca del Cáucaso Norte, y por otro lado es una ciudad que simboliza la victoria soviética.

Con la tragedia de Volgogrado como trasfondo, la explosión del viernes en Pyatigorsk, que acabó con la vida de tres transeúntes que pasaban por allí, nos parece ya algo del día a día...

Por alguna razón, no hicieron coincidir la inauguración por todo lo alto de la fuente con los niños bailando, en la plaza frente a la estación, con el aniversario de la victoria sobre los fascistas en Stalingrado, sino con la fecha del comienzo de los criminales bombardeos sobre la ciudad. Ahora, aparte de la legendaria fotografía de 1942, de ese corro de niños bailando entre las ruinas humeantes de una ciudad bombardeada, ha aparecido una nueva imagen: esas nuevas figuras bailando y tras ellas, la fachada dañada de la estación, con una pancarta felicitando el año nuevo.

¿Pero quién es hoy el enemigo? ¿En qué guerra y debido a qué intereses han muerto los pequeños Sasha y Aliosha, el bebé de un año en el trolebús y el resto de víctimas, cuyo número exacto aún desconocemos?

En la región de Volgogrado en lugar de las festividades propias de año nuevo, se ha declarado un luto de cinco días. Como se acostumbra en nuestro país, a nivel "regional". Por lo visto no son suficientes las victimas para declarar luto a nivel nacional. Por la televisión vemos estridentes espectáculos festivos. Mientras en Volgogrado reina una terrible tensión, cercana al pánico.