La sequía está matando miles de animales salvajes en el Casanare. Al igual que otras partes del planeta, el departamento del este de Colombia, perteneciente a los Llanos Orientales, sufre la calamidad ambiental ocasionada por la acción del hombre. La ganadería, los cultivos de palma africana, los arrozales, los pozos petroleros, amén del cambio climático, están arrasando con una joya de la Naturaleza irrigada por incontables ríos.
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© RODRIGO ROARes muerta en Casanare a causa de la sequía.

Las vastas extensiones de tierras solitarias se encuentran cuarteadas por un verano más extremo de lo normal. Y aunque ya lleva Casanare dos meses sediento, solo ahora están sonando las alarmas y el gobierno central anunció este viernes medidas de choque para frenar el desastre. Entre otras, cavar de urgencia pozos donde puedan abrevar los animales. Así mismo, investigar a la autoridad ambiental, de índole regional, por su inoperancia, como si en Bogotá desconocieran que en esos organismos campa la corrupción y la incapacidad por ser fortines burocráticos de los políticos.

Los lugareños calculan que más de 15.000 chigüiros -mamíferos que van en manadas- han perdido la vida, igual que miles de caimanes y unas 20.000 de ganado.

Para Manuel Rodríguez, ex ministro de Medio Ambiente, el problema, al margen de las actividades productivas que se realizan sin controles, es la destrucción permanente de los bosques y las fuentes hídricas que alimentan o protegen las aguas que vierten a los ríos del Casanare.

"La deforestación es grandísima y nadie reforesta", señala a este diario Rodrigo Roa, el medioambientalista más reconocido del mencionado departamento. "Hay muchos culpables, comenzando por los mismos llaneros que tumban monte sin control, para la extracción agropecuaria". También señala a las compañías petroleras que trabajan en la región.

"No han puesto atención a los chigüiros, caimanes, que están en los Llanos, no se molestan en cuidar los bebederos de los animales para las épocas de verano. Se da la paradoja que esas compañías gastan miles de millones echándole agua a las carreteras destapadas con camiones, para que pasen sus tractomulas sin levantar polvaredas, pero nunca han invertido en esos bebederos".

Considera que no sólo son responsables los que habitan el Casanare, sino todos contribuimos al calentamiento global con nuestras acciones cotidianas. "Si analizamos la muerte de los chigüiros, tengan por seguro que llegamos al mismo lugar: la combustión de combustibles fósiles que producen emisiones de dióxido de carbono", dice Roa.

ELMUNDO.es realizó un recorrido por el Casanare hace tres años, para conocer las medidas de protección del Medio Ambiente que adoptaban las petroleras y comprobó que hacen lo que se les antoja sin control alguno. Vierten a los ríos aguas residuales, a temperaturas muy altas, inyectan a la tierra líquidos desechables sin depuración, lo que provoca fuerte contaminación. Ya entonces Rodrigo Roa, junto a otros ambientalistas, intentaba llamar la atención de lo que ocurriría si no se adoptaban decisiones que detuvieran los daños causados a la Naturaleza. Por desgracia, solo ahora, con una sequía pavorosa, el gobierno nacional escucha.

La sequía no es la única tragedia ambiental que lamentar estos días en Colombia. Al otro extremo del país, en el Chocó, no consiguen apagar un incendio que consume selvas nativas desde hace diez días.