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Falta de cuidados, insalubridad o aislamiento son algunas de las características de los centros belgas que se han convertido en el hogar de cientos, miles de discapacitados franceses y que se han convertido en un negocio lucrativo. El periódico francés 'Libération' ha conseguido entrar en uno de estos centros, situado en Valonia, una de las tres regiones de Bélgicaen la frontera con Francia.

¿Por qué estos centros para discapacitados psíquicos franceses están en Bélgica? Francia ha externalizado la gestión de los cuidados de muchos ciudadanos con discapacidades, principalmente, psíquicas. La razón para hacer esto en lugar de construir establecimientos en suelo francés es puramente económica: enviar a los discapacitados a Bélgica es más barato que construir nuevos centros en Francia, donde los precios de los terrenos y los salarios son más elevados.

Esa es la razón por la que Francia externaliza, desde hace varios años, casi todas las gestiones de ciudades de sus ciudadanos discapacitados y por la que la frontera entre ambos países está llena de este tipo de centros. Muchas familias deciden viajar al país vecino para ingresar a sus seres queridos con algún tipo de discapacidad en uno de estos centros. Durante mucho tiempo, a la Seguridad Social o a los consejos generales, encargados de pagar una cuota diaria por cada uno de estos expatriados, las facturas eran relativamente bajas. Ahora, esto no está tan claro.

Las eternas esperas para obtener una hipotética plaza en un centro en Francia o atraídos por unos métodos educativos que no existen en su país hacen que muchas familias decidan, por voluntad propia, subir a la frontera. Muchos otros, sin embargo, se ven obligados porque en Francia, los casos un poco complicados o complejos, se le cierran las puertas. "A lo largo de la frontera tienes un montón de centros, puedes elegir. ¿Quieres alguna dirección?", propone una asistenta social de 77 años con un hijo con síndrome de Down que no ha podido obtener plaza en Francia. No obstante, ¿qué es lo que se esperan desde el lado belga de la frontera?

El periódico 'Libération' lo ha podido comprobar de primera mano: trabajadores sin formación, racionalización de comida, sobremedicación... Este tipo de centros, que acogen exclusivamente a ciudadanos franceses, están bajo inspección de la Agencia Valona para la Integración de Personas con Discapacidad, con competencias limitadas. Aunque algunos centros ofrecen una muy buena gestión de los cuidados, en ocasiones incluso mejor que en Francia, muchas otras están muy lejos de esto.

El Gobierno estima que cerca de 8.000 franceses están ingresados en estos centros. De todos ellos, 1.500 son menores de edad. En este contexto, han florecido cientos de inversores privados que han hecho de la gestión de cuidados de personas con discapacidades un importante negocio lucrativo y que no siempre acompañan de la dosis necesaria de moral.

Abandonados en un bonito edificio

Los trabajadores de 'Libération' han podido entrar en 'Boutons d'or', uno de los centros valones destinados a franceses. "Un largo, estrecho y oscuro pasillo. Al final, una puerta cerrada con llave. Detrás, seis personas, con seria discapacidad. Se mueven con dificultad, intentan hablar, pero sus palabras no son comprensibles", explican desde el diario. "Hay cuatro hombres y dos mujeres, entre 20 y 60 años, ambos con deficiencias mentales y físicas. Después de unos minutos, comprendemos que están solos, abandonados a su suerte en un inmenso vestíbulo en el que resuena todo. No hay ningún educador que los supervise. Un joven está al lado, de cuclillas, con la cabeza entre las manos. No se mueve y tiene la boca llena de pasta de dientes", explican.

El centro de 'Boutons d'or' está situado en un bonito edificio de ladrillo rojo, que antes había sido un convento. El folleto de este establecimiento en internet dice que se trata de un "lugar verde, tranquilo y en calma en el corazón del pueblo de Celles".