En vísperas de las elecciones presidenciales en Siria, EE.UU. ya ha anunciado que no reconoce sus resultados, ya que sabe que el pueblo sirio apoyará a Bashar al Assad, lo que significa el fracaso geopolítico de Obama, creen algunos expertos.
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© DesconocidoHay un cierto nerviosismo en Occidente porque los hechos no están desenvolviéndose como deberían...
Mientras la atención del mundo está puesta en Ucrania, en Siria las fuerzas gubernamentales están progresando en su operación militar y bajando la moral de los rebeldes apoyados por Occidente. Se espera que para el 3 de junio, cuando se celebren las elecciones presidenciales, las autoridades controlen el territorio ocupado por el 85% de la población, la mayoría de la cual, cansada de la guerra y la violencia, presta su firme apoyo al mandatario sirio, Bashar al Assad, aseguran algunos expertos.

En un intento de controlar una situación que se le está yendo de las manos, la Casa Blanca, en un comunicado divulgado tras la reunión con el líder de la Coalición Nacional Siria, Ahmad Yarba, afirmó que "no hay futuro para Al Assad en Siria". Además, calificó las futuras elecciones de ilegítimas alegando que "el país está sumido en la guerra civil".

El analista geopolítico Brian Becker dijo a RT que esta postura de EE.UU. pretende posponer la evidencia del fracaso de la campaña occidental en Siria. El argumento de la ilegitimidad de las presidenciales es infundado, cree Becker, ya que el mismo país norteamericano tiene precedentes en su historia: en 1864, en medio de la guerra civil de EE.UU., se celebraron las elecciones que ganó Abraham Lincoln.

Al mismo tiempo, Obama ya ha reconocido de antemano los resultados de las elecciones en Ucrania para dar una mínima porción de legitimidad a sus protegidos del Gobierno autoproclamado de Kiev, indican otros expertos.

Mientras tanto, EE.UU. insiste en aplazar las elecciones en Siria, ya que con una victoria Al Assad obtendría una mayor legitimidad democrática que demostraría el apoyo popular al presidente actual y el fracaso de Occidente, que, a pesar de la ayuda continua a los radicales islamistas, no ha podido satisfacer sus intereses geopolíticos y derrocar al Gobierno legítimo, de lo que trata de rehabilitarse ahora mismo en Ucrania.