En 1988 el economista y científico social de origen alemán Frank J. Hinkelammert, publicó un libro bajo el título: La Deuda Externa de América Latina (el automatismo de la deuda).

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La tesis central es que los países latinoamericanos se ven imposibilitados para pagar los intereses de la deuda externa, por lo que se recurre a nuevos préstamos para cubrir el déficit, siendo el pago de dicha deuda independiente de la voluntad de los gobiernos y de las políticas económicas, las que en el caso de la estabilización económica y el ajuste estructural, profundizan dicha dependencia financiera con la banca privada internacional, Organismos Financieros Internacionales (OFIs) y los gobiernos de los países centrales.

En palabras del autor "El automatismo de la deuda transforma la política crediticia del sistema bancario, en una pantalla que tiende a esconder los hechos verdaderos. Hoy, en América Latina, la deuda no aumenta como consecuencia de los créditos concedidos por la banca. La situación ya es completamente al revés. La banca concede créditos porque la deuda aumenta. Si la banca se niega a dar más créditos, la deuda aumenta igual.

La banca no tiene influencia sobre este hecho. Cuando la banca niega los créditos, la deuda aumenta directamente por la capitalización de los intereses no pagados". (Hinkelammert; 1988).

La década de los años 90 fue mejor que la década perdida (80s) para Latinoamérica en general, ya que hubo mejora en el crecimiento del producto, empleo y la inversión; igual se controló la inflación y aumentaron las exportaciones de bienes y servicios. Se dieron procesos de readecuación de las deudas con la banca privada y OFis, incluso como en el caso de Nicaragua, Bolivia y Honduras hubo "condonaciones" de deuda externa por ser beneficiados de la iniciativa HIPC (países pobres severamente endeudados) que le permitió ejecutar un Estrategia Nacional para Reducir la Pobreza (ERP).

El periodo de ejecución de la ERP está por cumplirse en 2015, donde destaca los logros en reducción de la pobreza de Bolivia, pero atribuible a las políticas de intervención del Estado para rescatar la soberanía nacional y atacar problemas estructurales como la concentración de la propiedad y de los recursos naturales, la baja tasa de ahorro interno, analfabetismo y baja producción alimentaria ejecutadas por el gobierno de Evo Morales, más que al comercio libre promovido por Washington y las medidas de compensación social focalizadas como las transferencias monetarias condicionadas (TMC).

Sin embargo, unos países más que otros, han ido endeudándose silenciosamente ya no solo con la banca privada y multilateral, sino también con la banca nacional. Uno de los factores causales son los crecientes déficits fiscales y el deterioro permanente de la balanza externa; pero se agrega otro factor cual es la corrupción. Según el lenguaje monetarista, la mayoría de los países enfrentan cada vez más el problema de destinar mayores recursos públicos al pago del servicio de la deuda externa, en tanto la relación deuda total/PIB superó el umbral de 40% e incluso 60% establecido, con el agravante que la deuda de hoy es más cara que la contratada en décadas pasadas.

A lo anterior se agrega otro problema,la creciente militarización de la sociedad latinoamericana, una de los negocios más rentables para EE.UU y otros países europeos, que absorbe creciente recursos del erario público que deberían destinarse a alimentación, salud, educación, vivienda, etc. Es decir, dos (2) gastos improductivos marcaran la tendencia en Latinoamérica: pago del servicio de la deuda y gastos en seguridad pública y defensa nacional. En Centroamérica ello es más preocupante, ya que la mayoría de los países (incluyendo a Costa Rica) están abocados a un inflamiento de los prepuestos en seguridad para enfrentar a un enemigo que no existe. Recién el presidente Juan Orlando Hernández de Honduras se molestó con la Administración Obama por no autorizar la reparación de la flota de aviones donados, mientras tanto El Salvador adquirió aviones nuevos o ligeramente usados.

Una solución planteada son los severos ajustes fiscales para honrar el servicio de la deuda, pero ello ha resultado insuficiente ya que después de la crisis financiera de finales de 2007 y principios de 2008, el ritmo de crecimiento de las economías es bajo (con raras excepciones), es baja la inversión productiva y todavía la corrupción, como en el caso de Honduras, asume niveles alarmantes. En realidad, la solución propuesta es más deuda, ya que los recursos generados por el país son insuficientes para pagar las obligaciones financieras; los créditos como apunta Hinkelammert son concedidos porque la deuda crece, lo que sustrae cada vez más los escasos recursos para el desarrollo.

En general, las economías de los países latinoamericanos, todavía no han llegado a la situación de insolvencia financiera como sucedió en décadas pasadas, pero ya hay evidencia derivado de la experiencia europea, que ciertos países latinoamericanos pueden entrar en un plan de rescate financiero apoyado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuya mayor exigencia será garantizar el pago de dicha deuda, aun cuando mucha de ella sea ilegitima lo que puede abrir el espacio a una discusión más amplia acerca de los impactos negativos del sobreendeudamiento externo y su automatismo, la eventual moratoria o condonación.

Un caso especial es la Argentina, que después de 13 años se ha comprometido a honrar las obligaciones adquiridos con el Club de Paris, sin embargo la Corte Suprema de EEUU dejó firme la sentencia que la obliga a pagar los fondos buitre, que supone el saqueo del ahorro nacional y de las reservas internacionales al destinar más de 1500 millones de dólares a dicho pago, lo que puede orillar el país a una suspensión de pago cuya medicina es un programa de rescate financiero de mayor plazo y el debilitamiento de la democracia.