La artillería israelí comenzó en la noche a bombardear con intensidad el norte y el este de Gaza desde las posiciones de combate de sus tanques y blindados en el interior de la Franja, a escasos kilómetros de la frontera.
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© APNiños de Rafagh
Al caer la noche, la artillería lanzó decenas de bengalas sobre el barrio de Zaitum, para que unidades de artillería y aviones de combate dirigieran sus misiles contra esta depauperada barriada, una de las más castigadas de la ciudad de Gaza, dijo ANSA.

La invasión terrestre, actual fase de la gran ofensiva que bajo el nombre Operación Margen Protector lanzara el pasado 8 de julio, fue iniciada el jueves sobre las 19:00 GM y ha multiplicado el horror tras diez días de miedo, comentaba la agencia noticiosa española.

Algunos combates cuerpo a cuerpo se entablaron en el extrarradio de barrios como Beit Janun, Beit Lahia y Zaitum, en los que murieron 14 milicianos islámicos y un soldado israelí, según cifras facilitadas por los portavoces militares; pero el viernes ya eran un páramo desolador, un escenario fantasmal de tiendas cerradas y calles vacías, en el que solo se escuchaba el flamear de la banderas de Hamas y la milicia palestina Yihad Islámica, apunta EFE.

Israel también bombardeó con intensidad el hospital de discapacitados El Wafa, que fue evacuado finalmente con la ayuda de los voluntarios internacionales que se habían acantonado como escudos humanos en el lugar.

Ahora, el régimen sionista de Tel Aviv escuda su criminal incursión terrestre, la segunda en cinco años, afirmando que su objetivo es debilitar la infraestructura militar del brazo armado de Hamas, en particular las lanzaderas de cohetes y los túneles que les comunican con territorio israelí.

Según EFE, todo apunta a que en esta fase inicial, blindados e infantería se quedarán a escasos kilómetros de la frontera, y no se arriesgarán a entrar en las ciudades, para evitar el peligro de una guerra urbana plagada de bajas.

Según relata ANSA, decenas de miles de personas pasaron una noche apocalíptica cuando sus viviendas comenzaron a temblar por el fuego de la artillería israelí en los barrios al este de Gaza, Sajaya y Zaitum, y si la víspera esperaban poder resistir en sus casas, cuando los primeros tanques israelíes entraban en el norte y sur de la Franja, comprendieron de improviso que debían huir o morir entre los escombros de sus casas.

El refugio fueron las escuelas de UNRWA, la entidad de la ONU para la protección de los refugiados. En la tarde del viernes calculaba que había dado albergue provisorio a unas 40 000 personas, aunque era también allí muy tenue la esperanza de poder salir ilesas de esta guerra criminal.

La colaboradora del canal Telesur en Gaza informaba que uno de los edificios destruidos en esa ciudad era el ocupado por las instalaciones de los medios de comunicación, intento evidente de silenciar a la prensa.

En la noche del viernes debía reunirse el Consejo de Seguridad de la ONU, una convocatoria que no pocos califican de dilación cómplice.

Mientras tanto, el presidente Barack Obama subrayaba en una conversación telefónica con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu su «apoyo al derecho de Israel a defenderse», dándole un espaldarazo a la barbarie y a la ofensiva terrestre contra la Franja de Gaza, aunque pidió nuevamente un alto el fuego e hipócritamente le solicitó «actuar de forma que minimice las víctimas civiles».

El balance de víctimas crece a cada hora, según AP llegaban a 300 los muertos (63 niños) y a 2 100 los heridos. En Gaza se exhortaba a la población a no perder el ánimo: «Debemos ser fuertes (...) por nuestra dignidad. Queremos la independencia. Queremos un Estado».