Combatir contra el presidente sirio Bashar al Assad "puede desencadenar una nueva ola de terrorismo", insistió el mandatario ruso Vladímir Putin hace un año. Parece ser que tenía razón, admite el analista estadounidense Ishaan Tharoor.


"Los defensores de la democracia en Siria no son muchos. Pero sí que son más que suficientes los combatientes de Al Qaeda y extremistas de todas las tendencias en el campo opositor", escribió el presidente de Rusia en septiembre del 2013, dirigiéndose al pueblo estadounidense a través del diario The New York Times.
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"Este conflicto interno, alimentado por las armas extranjeras suministradas a la oposición es uno de los más sangrientos del mundo. Los mercenarios de los países árabes que luchan allí y cientos de milicianos de países occidentales e incluso de Rusia son para nosotros un motivo de profunda preocupación. ¿Quién puede garantizar que esos delincuentes no volverán a nuestros países con la experiencia adquirida en Siria, tal como ocurrió en Mali después de los combates en Libia? Esto supone una amenaza para todos (...). Inevitablemente (...) desencadenaría una nueva ola de terrorismo", puntualizó Putin en aquel entonces.

"Eso es una preocupación que los funcionarios de EE.UU. y Europa comparten ahora muy públicamente, estando alarmados por la considerable presencia de los nacionales europeos entre las fuerzas del Estado Islámico", destaca el reportero del diario The Washington Post, Ishaan Tharoor. El yihadista que habría ejecutado al periodista estadounidense James Foley, mantenido en cautiverio en el norte de Siria desde noviembre del 2012, es un británico que habla con un acento londinense, subraya Tharoor.

"Que la atención de Occidente se haya desplazado tan drásticamente de las matanzas cometidas por el régimen de Bashar al Assad a los asesinatos perpetrados por la milicia que lucha contra él es una señal de la inmensa complejidad de la guerra que viola fronteras y estremece las políticas en los países de todo Oriente Medio", concluye el periodista.

El Estado Islámico (EI) se formó como una rama de Al Qaeda en Irak. A mediados del 2011 uno de sus miembros fundó el Frente al-Nusra, que pasó a ser el principal actor yihadista de la guerra civil en Siria. El violento levantamiento de la milicia del EI ha sumido al vecino Irak en una nueva situación de guerra que amenaza a toda la región. La milicia yihadista ya controla una zona que se extiende desde la ciudad de Alepo en Siria, hasta las ciudades de Faluya, Mosul y Tal Afar en Irak.

Se estima que hoy en día bajo las órdenes del Estado Islámico luchan aproximadamente 2.000 europeos. 700 de estos combatientes son franceses, entre 400 y 500 británicos y unos 30 serían españoles. Washington ya lanzó en Irak una operación masiva contra los yihadistas y, según filtra el diario británico The Independent, está cooperando en secreto con el Gobierno de Bashar al Assad para compartirle datos de inteligencia sobre el paradero de líderes islamistas. El general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, ya insistió en que EE.UU. ataque militarmente el bastión sirio del EI, asegurando que sin ello resultará imposible derrotar a los extremistas.