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Más de sesenta gallinas aparecieron muertas misteriosamente en el sector rural de Bajo Los Romeros en Molina. Los vecinos vecinos temen que sea obra del llamado chupacabras.

La lluviosa madrugada del Domingo 16 de Enero será recordada con temor por los vecinos del sector Bajo Los Romeros al Sureste de Molina puesto que un extraño suceso interrumpió el tranquilo amanecer. Un total de 60 aves aparecieron muertas en el domicilio rural de la señora Delina Fonseca Montoya. Tres gallos, numerosas gallinas y pollos yacían muertos y desangrados en el interior del gallinero y otras tantas y con similares heridas yacían en el patio de la casa.

Una vez que los miembros del grupo familiar recorrieron el sitio pudieron apreciar que la masiva mortandad de aves no presentaba las reconocibles marcas o heridas atribuibles a perros del lugar, comenzando con ello a acrecentarse sus temores al observar sólo dos pequeñas perforaciones en el sector cervical de la mayor parte de las gallinas como única herida causante de sus muertes. No había ni desgarros, sangre o destrozos en la mayoría de las aves.

Según el familiar Ricardo Morales, el sanguinario animal agresor diezmó primero silenciosamente a las gallinas que dormían en los árboles cercanos, luego sacó y arañó unas tablas del gallinero para poder ingresar al interior y matar al mayor porcentaje de aves que dormían en su interior.

Al mismo tiempo lo hizo sin alboroto ya que ninguno de los miembros de la familia sintió ruidos alarmantes o ladrido de los perros a pesar que duermen a unos 20 m. del lugar del ataque. El grupo familiar pudo también percatarse que el extraño agresor dejó huellas de sus patas en el barroso terreno, las cuales estaban distantes un metro una de otras y tenían forma puntiaguda con una especie de callo o arpón en su parte trasera. Dicho testimonio además es corroborado por el vecino Marco Céspedes quien ayudó a enterrar, ese mismo día, a las aves y pudo también apreciar la forma de las extrañas huellas dejadas por el misterioso depredador. Céspedes, oriundo de la costa curicana y bien conocedor del campo, no quiso ser filmado ya que le atemorizaba el hecho de ser considerado alarmista frente a la real experiencia vivida con sus vecinos. Si bien, la familia afectada consideró realizar la denuncia a Carabineros, al final optaron por desistir de ello, nadie pagaría por sus aves muertas y de este modo no alterarían más aún los nervios del grupo familiar con la llegada de prensa o curiosos a su hogar..

Además al día siguiente, en una casa vecina situada a unos 50 m de la matanza y de propiedad de Don Bernardo Alarcón Segura y Doña Juana Piceno, desaparecieron seis pollos y sólo uno de ellos fue encontrado con sus patas cortadas, extrañamente blanqueada su piel y sin huella aparente de haber sido usado como alimento por algún animal depredador.