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A partir de la Ordenanza sancionada en 2010, que adhiere a la ley nacional que prohíbe la venta de termómetros de mercurio dada su alta toxicidad, se realizó una investigación con un muestreo de diez farmacias, algunas adheridas a grandes redes y todas ellas, continúan comercializándolos y a precios muy accesibles, el más caro registrado según el muestreo sale alrededor de 18 pesos.

La edil Virginia Menghini quien se encargó de dar presentación formal al proyecto de adhesión municipal a la Ley Nacional, habiendo analizado los grandes riesgos que la manipulación del mercurio representa. Dentro de la ley, se establecía la eliminación gradual en un plazo de tres meses también de los tensiómetros que funcionen con mercurio, alegando que si se rompen liberan un metal pesado que puede permanecer hasta un año en el lugar en el que se derrame, provocando también altos niveles de contaminación.

En el momento en el que la Edil propuso la adhesión, las posturas de los farmacéuticos fueron variadas, algunos estuvieron de acuerdo pero también un grupo de ellos, pensaba que es posible educar a la población en cuanto a la forma de desechar el metal en lugar de eliminarlos, atribuyendo la responsabilidad a los funcionarios de la salud pública alegando que podrían realizar una campaña explicativa e informativa acerca de dichos elementos y sus consecuencias para con el ambiente y la vida humana. Se sabe, que el contenido de mercurio en un termómetro común puede contaminar permanentemente hasta ocho hectáreas de agua.

Del muestreo seleccionado, todas las farmacias comercializan tanto tensiómetros como termómetros que van desde los tres hasta los dieciocho pesos, siendo totalmente accesibles para todos los sectores sociales, sin estar previamente informados de los peligros de su adquisición, aunque no es responsabilidad del farmacéutico dar este tipo de información si no de las autoridades que solicitan se dejen de utilizar dichos elementos. Lo que sí existe es una resolución dentro de la Ley Nacional que establece un período de retiro en el que todo el país deberá quedar libre de mercurio y en el momento de su aprobación se solicitó la colaboración de todos los sectores, que entre otras cosas se preguntaban de que manera desecharían todo el metal.

Una opción costosa

Si bien los argumentos son válidos y velan por la salud y el medioambiente, la única opción que quedaría vigente es la de la adquisición de los termómetros digitales, que tienen un valor de hasta 300% más que los viejos y habituales de mercurio, siendo esto un problema para los sectores mas encarecidos de la ciudad aunque dicho elemento tiene mayor precisión, es más veloz en su lectura y no representa ningún tipo de riesgo para la sociedad, pero si el inconveniente de que no dejan alternativa, siendo esos los únicos permitidos ante una emergencia los sectores más encarecidos tendrán que contar con un dinero extra para hacerse de un termómetro digital.
Aparentemente, pasarán a ser reliquias que sus dueños tendrán que vigilar con mucho recelo, ya que de romperse no podrán conseguirlos de nuevo, todo esto en caso de que finalmente, deje de comercializarse en las farmacias.

Causal de muerte

Cuando desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se planteó el tema, se explicó que "el mercurio es un metal pesado presente en la naturaleza. A temperatura y presión ambiente, se presenta como un líquido blanco plateado que se evapora con facilidad pudiendo permanecer en la atmósfera hasta un año. Cuando se libera en el aire, éste lo transporta y se deposita en todas partes. En último término el mercurio se acumula en los sedimentos de lagos, donde se transforma en su forma orgánica más tóxica, el mercurio de metilo, que se puede acumular en el tejido de los peces", a modo de demostrar el verdadero riesgo de dicho metal, para que la sociedad y los legisladores de cada región tomen conciencia, entre los peores efectos colaterales de la inhalación de mercurio, desde la OMS se informó que afecta directamente al sistema nervioso, digestivo, respiratorio, inmunitario y los riñones, detiene el crecimiento en el feto, afecta la visión y la audición sumado a retrasos en el desarrollo durante la infancia.