El gigante asiático ha irrumpido en el club de las potencias capaces de lanzar un ataque nuclear por tierra, mar y aire. Los éxitos de China en la construcción de submarinos alteran el equilibrio de fuerzas en la región Asia-Pacífico e inquietan a EEUU, escribe este martes Nezavisimaya Gazeta.
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© AP/ Guang Niu
Desde diciembre pasado, el Pentágono ha desplegado en su base de la isla japonesa de Okinawa seis aviones P-8 Poseidon equipados con avanzados sistemas de espionaje. Su misión es vigilar la creciente flota submarina de China.

Según fuentes oficiales citadas por The Wall Street Journal, los sumergibles de la Armada china pasan cerca de la isla nipona en su camino hacia el Pacífico.

Los aviones espía norteamericanos ya se han visto implicados en un incidente entre los dos países, recuerda NG. En agosto pasado, Washington denunció que su P-8 Poseidon fue acosado hasta en tres ocasiones por cazas chinos cerca de la isla de Hainan, que alberga una base de la Armada china.

Tras un cruce de acusaciones, EEUU amplió aún más sus operaciones de espionaje aéreo y lograron acuerdos con los vecinos de China para usar sus bases.

La flota submarina china preocupa a Washington, que considera que, al mejorarla, Pekín aumenta su arsenal nuclear y a la vez adquiere la capacidad de impedir que EEUU interfiera en las disputas territoriales entre China y sus vecinos.

Entre los 71 sumergibles de los dispone la Armada china, hay tres submarinos estratégicos de segunda generación (proyecto 094) armados con misiles balísticos capaces de alcanzar EEUU, explica Pável Kamennov, del Instituto ruso de Lejano Oriente.

No obstante, matiza, estos misiles aún no están operativos. "El grueso de la flota submarina corresponde a los sumergibles diésel-eléctricos", dice el experto. "Se van retirando, pero al mismo tiempo los chinos se interesan por este tipo de submarinos de fabricación rusa, por su sigilo e invisibilidad", apunta.

Kamennov recuerda que en marzo de 2013 China y Rusia firmaron un acuerdo marco para el suministro de submarino de clase Lada, aunque este por ahora no ha derivado en un contrato.

En su XVIII Congreso, el Partido Comunista chino planteó el objetivo de convertir al país en una potencia naval. Sin embargo, en términos de la tecnología el gigante asiático todavía queda bastante por detrás de EEUU y por tanto evita acciones arriesgadas, concluye el investigador.