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© 1984 (Película)En estados de miedo o nerviosismo, los seres humanos aceptarán las más amplias e improbables sugestiones
Tómese tres minutos para ver atentamente este video. Escuche los sueños de esos niños. No quieren ser doctores, o dentistas, o carpinteros... ellos tienen otros sueños...


El sionismo libra batallas en varios frentes. El más obvio y evidente es el de sus guerras físicas con enemigos concretos en el Medio Oriente. Allí busca controlar toda la región y reducir a su expresión mínima a todos sus rivales a través del hostigamiento, la invasión y el asesinato sistemático de sus "enemigos" (y seamos claros, en esta categoría cae prácticamente cualquier individuo, nación, o grupo humano que no sea israelí).

Pero aunque este es el frente manifiesto de la guerra contra sus "enemigos", existen otros menos evidentes pero de igual o mayor importancia en la lucha por lograr sus objetivos. Uno de ellos es la guerra llevada adelante por sus servicios de inteligencia (MOSSAD y vaya a saber que otros subgrupos existan). Las operaciones secretas de los servicios de inteligencia israelíes durante décadas han cambiado el curso de la historia en varias ocasiones. Posiblemente uno de sus últimos grandes "logros" (y posiblemente un punto de inflexión en la historia contemporánea de nuestra civilización) ha sido el atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001.

También existe un verdadero ejército mediático a las órdenes de la nación judía y fuertemente alineado con ella. Este eficiente ejército despliega sus líneas a lo largo de todo el mundo; sus ramificaciones son tan extensas y complejas que se hace realmente difícil trazar los límites exactos de su alcance.

Pero el frente que tal vez resulte menos manifiesto, y hasta cierto punto totalmente desconocido para el mundo, es el del adoctrinamiento y condicionamiento conductual llevado a cabo sobre los mismos ciudadanos israelíes en sus fases tempranas de desarrollo, es decir en la niñez. Es aquí donde el Estado de Israel libra la batalla más importante quizá; del éxito en esta labor depende la continuidad en el tiempo de una política de estado racista, violenta, y esencialmente enfocada en un megalomaníaco control del mundo.

¿Cómo llevan adelante tamaña tarea? Escuchemos la respuesta de boca de Miko Peled, ex-militar e hijo de un general de alto rango:
Como mi padre fue general y yo soldado de la organización terrorista IDF, a menudo la gente me pregunta cómo es que los niños israelíes, que crecen en una democracia de corte Occidental, se convierten en semejantes monstruos cuando se ponen el uniforme. La respuesta detallada se puede encontrar en mi libro El hijo del General [NdA: vea este video para un mejor acercamiento a este extraordinario testimonio], pero la respuesta corta es ésta: la educación. El racismo requiere una mentalidad formada por la educación. A fin de racionalizar y justificar la limpieza étnica, el sistema educativo israelí presenta a los palestinos como culturalmente inferiores, violentos e inclinados a la aniquilación de los judíos; y al mismo tiempo, carentes de una verdadera identidad nacional. La identidad nacional palestina no es más que el producto de alguna imaginación anti-semita.

Los niños israelíes son educados para ver a los palestinos como un problema que debe ser resuelto y como una amenaza que debe ser eliminada. Pueden ir por la vida -como yo, que crecí en Jerusalén- sin encontrarse jamás con un niño palestino. No saben nada de la vida ni de la cultura de los palestinos, que a menudo viven sólo a unos cientos de metros de ellos.

Los palestinos son presentados como una amenaza existencial mediante comparaciones absurdas, como Yasser Arafat con Hitler, los palestinos con los nazis, y la resistencia palestina con Al-Qaeda. Como los niños israelíes nunca se encuentran con palestinos, lo único que saben de ellos es lo que aprenden en la escuela -especialmente en los textos escolares. Ciertamente es notable que, a pesar de vivir tan cerca unos de otros, mucho -si no todo- de lo que los israelíes saben sobre los palestinos proviene de los textos lineales y los estereotipos racistas populares.

Los israelíes no saben que los palestinos nunca tuvieron un ejército, que no poseen ni un solo tanque, ni un solo barco de guerra o avión de combate, que no tienen una sola batería de artillería, y que no significan en absoluto una amenaza militar. Según el nuevo libro de la Dra. Nurit Peled-Elhanan, en los textos escolares israelíes no aparece ni una sola foto de una persona palestina, aunque hay millones dentro y alrededor de Israel. Los israelíes no han oído hablar de palestinos médicos, docentes, ingenieros o escritores. No estudian poesía o prosa palestina, ni leen trabajos de historiadores palestinos.
¿Simple, no es cierto? El truco es deshumanizar al máximo a aquellos que son considerados enemigos, convertirlos en poco menos que estatuas, o peor, que sean vistos como bestias sedientas de sangre judía. El intenso miedo en medio del cual se desarrolla desde la infancia la psiquis de los niños israelíes, deja una huella profunda, una impronta que opera a niveles subconscientes y en la mayoría de los casos marca definitivamente de por vida la forma en que estos futuros adultos verán el mundo.

Iván Pávlov, científico ruso que vivió entre los siglos XIX y XX, dedicó buena parte de su vida al estudio del condicionamiento de animales a través de la aplicación de diversos estudios. Como resultado de sus estudios surgió un hecho de gran significancia, no sólo en lo que a comportamiento animal se refiere, sino que en directa relación al desarrollo psicológico del ser humano. Según sus estudios fue posible establecer que mucho del comportamiento humano es el resultado de patrones condicionados de respuestas que en sus comienzos forman parte de la infancia y la niñez. Estos patrones de respuesta a la realidad pueden persistir casi sin cambios a lo largo del tiempo y llegar a condicionar significativamente la vida adulta del individuo a través de formas automáticas de respuesta a diferentes condiciones contextuales que experimente.

El término acuñado para identificar esta condición se conoce como Inhibición Transmarginal. La inhibición transmarginal, o ITM, es la respuesta de un organismo a un estímulo sobrecogedor. Laura Knight-Jadczyk en un artículo publicado 3 años atrás expuso de un modo muy simple los efectos del ITM:
Pavlov demostró que cuando la Inhibición Transmarginal comienza a afectar a un perro, una condición similar a la histeria de los humanos comienza a manifestarse. Las aplicaciones de estos hallazgos a la psicología humana sugieren que para que una "conversión" sea efectiva, es necesario trabajar en las emociones del sujeto hasta que alcancen una condición anormal de miedo, rabia o exaltación. Si tal estado se mantiene o se intensifica por alguno de varios medios, el resultado es la histeria. En un estado de histeria, un ser humano es anormalmente sugestionable a influencias en el ambiente y puede causar que una serie de patrones de comportamiento puedan ser reemplazados por otros sin ninguna necesidad de adoctrinamiento persuasivo. En estados de miedo o nerviosismo, seres humanos aceptarán las más amplias e improbables sugestiones.
Es poniendo en práctica técnicas iguales o similares a la ITM que los "educadores" del Estado de Israel penetran en la mente de los jóvenes ciudadanos y marcan para siempre su psiquis; es así como les instalan un prisma a través del cual en su vida futura percibirán la realidad de un modo muy conveniente a la agenda sionista.

Tres minutos de video, y una simple y concisa argumentación creo que son suficiente para llamar a la reflexión al lector.

¿Qué se propone entonces el Estado de Israel a través de este adoctrinamiento fuertemente rubricado con el "miedo al enemigo"? El trauma provocado en la niñez establece una firme plataforma sobre la que el Estado de Israel construye sus muros de aislación étnica, su permanente campaña criminal sobre la población árabe, y el sometimiento y exterminio del pueblo palestino.

El adoctrinamiento conseguido a través de la intervención temprana en el desarrollo de los futuros ciudadanos adultos israelíes, garantiza al estado sionista el contar a largo plazo con un ejército sumiso y obediente, que posibilitará mantener constante en el tiempo una práctica homicida contra víctimas inocentes sin tener que lidiar con obstáculos que sí están presentes en otras sociedades a raíz de un desarrollo más armónico de la consciencia humana.