La medicina moderna ha promovido el terror a los virus y las bacterias, pero la verdad es que nuestra vida depende de ellas completamente.

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La medicina moderna, sobretodo en la era del SIDA, el Antrax, el Ebola y demás, ha promovido el terror a los virus y las bacterias, pero la verdad es que nuestra vida depende de ellas completamente. Tenemos 10 veces más microbios en nuestro organismo que células. Se trata de billones de seres vivos que han convivido con nuestro cuerpo a lo largo de la evolución y que son fundamentales para la vida y la salud humana. De hecho, no hay modo de que los humanos podamos vivir saludablemente si no es en simbiosis con las bacterias benéficas. Dicho equilibrio recibe el nombre de eubiótica.

A pesar de ser tantos, estos huéspedes no ocupan mucho espacio pues son mucho más pequeños que nuestras células. Los encontramos alojados en la piel, en todas la mucosas y sobretodo en el tubo intestinal humano, con una clara preponderancia del intestino grueso.

Adquirimos las bacterias a partir del nacimiento: durante el parto, en particular durante el proceso de la lactancia gracias al contacto con la piel y la leche maternas; y a lo largo de la vida millones de bacterias entran a nuestro tubo digestivo por contacto con los alimentos , el agua y otras personas.

Se considera que nos habitan más de 40000 especies diferentes de bacterias, agrupadas principalmente en dos géneros: Firmicutes y Bacteroidetes. Hoy sabemos que cada individuo cuenta con un microbioma característico.

Breve reseña histórica

Diversos sistemas médicos tradicionales y alternativos han señalado milenariamente la importancia de la salud intestinal para la longevidad y la salud humanas. La comprensión más detallada de la complejidad y la importancia del microbioma humano, especialmente de los microorganismos que habitan en nuestros intestinos, ha permitido enriquecer dicha concepción tradicional.

En 1908 el Profesor Eli Metchnikoff recibió el premio nobel de medicina por sus investigaciones sobre la inmunidad. También dirigió su atención al tema de la longevidad y el proceso de envejecimiento. Metchnikoff acuñó el término " ortobiosis " para referirse a la higiene vital. Dentro de sus investigaciones prestó especial importancia a lo que entonces denominó flora intestinal. Metchnikoff estaba convencido de que la extrema longevidad de algunos pobladores tradicionales de Europa central se debía al consumo regular de lacto fermentos , que ayudan a mantener un microbioma intestinal saludable. Fue el pionero de la investigación científica sobre las bacterias ácidas. Sin embargo esta área de sus investigaciones cayó en el olvido y sólo recientemente las ciencias biomédicas han redescubierto en la investigación del microbioma humano un vastísimo campo de interés y han comenzado a comprender la estrecha colaboración entre nuestro sistema inmune y nuestras bacterias intestinales.

La importancia de nuestras bacterias

El término microbioma se refiere al número total de microorganismos y su material genético y se usa en contraposición al término microbiota, que es la población microbiana presente en los diferentes ecosistemas del cuerpo.

Son numerosas las funciones del microbioma y cada ves más sorprendentes los avances de la investigación científica en esta campo. Veamos algunos datos interesantes al respecto.

Digestión y metabolismo
  • Regulan los procesos digestivos y metabólicos pues generan vitaminas del complejo B como la B3 (niacina), B6 (piridoxina), el ácido fólico, la vitamina K y la biotina; también producen enzimas digestivas: lactasa enzima que digiere el azúcar de la leche, proteasas que digieren proteínas, amilasas que digieren almidones, y lipasas que digieren grasas. La presencia en el tubo intestinal del ácido láctico generado por las bacterias benéficas mejora la absorción y utilización de minerales como el calcio, el hierro y el fósforo.
  • Ayudan a generar azúcares y grasas, digiriendo azucares complejos aportados por la dieta que nosotros no podemos digerir), lo cual contribuye con un 10% del total de nuestros requerimientos energéticos.
Funciones defensivas

Constituyen una barrera defensiva de primer orden que posee capacidades bacteriostáticas, antitóxicas y anticancerígenas. Producen sustancias bacteriostáticas, como acidolina, acidolfina, lactocidina y bacteriocina, que son activas contra una amplia gama de bacterias patógenas como la Salmonella o el Estafilococo aureus o el cólera y muchas más, también combaten virus y levaduras invasoras y además fortalecen a nuestro sistema inmunológico. Sintetizan proteínas bacteriostáticas con rango de acción más estrecho que los antibióticos pero más letales y sin efectos secundarios nocivos. Son la primera barrera defensiva contra las infecciones; resulta esencial un tratamiento de reconstrucción de la flora intestinal en casos de infecciones de vías respiratorias, gastrointestinales, vaginales, y de vías urinarias.
  • Compiten con los microorganismos patógenos por los nutrientes y así los mantienen bajo control. Ocupan los lugares donde pudieran fijarse los patógenos.
  • Alteran los niveles de PH y de Oxigeno haciéndolos desfavorables a los patógenos.
  • Producen peróxido de hidrógeno, un potente desinfectante (para lo cual requieren buen aporte de ácido fólico y riboflavina).
  • Producen Antibióticos naturales.
  • Disminuyen el colesterol alto.
  • Desactivan contaminantes y sustancias tóxicas y generan sustancias anticancerígenas.
  • Modulan el envejecimiento.
  • Promueven el movimiento intestinal al producir ácido láctico y una vez muertas conforman un porcentaje importante del peso de las heces fecales,(hasta el 30%). Optimizan las funciones del tubo digestivo.
  • Ayudan a reabsorber estrógeno de la bilis por lo cual pueden ser útiles en casos de menopausia y osteoporosis.
  • Son útiles para pacientes que llevan tratamientos con antibióticos (durante y después de su ingesta),para evitar infecciones de repetición y destrucción de la flora intestinal.
  • Generan el ácido láctico (L+) que mantiene en balance el pH del tubo Intestinal y del aparato reproductor femenino.
La interacción de nuestras bacterias con el sistema inmunológico genera varios procesos de los cuales depende la correcta actividad de nuestra defensa inmune a lo largo de las mucosas intestinales. Recordemos que ahí tiene lugar el 80% de la actividad de nuestro sistema inmunológico. La alteración de esta actividad de defensa a lo largo del tubo intestinal se asocia con diversas patologías, sobretodo con algunas enfermedades autoinmunes.

Diversos factores comunes de la vida moderna contribuyen a desequilibrar a nuestras bacterias intestinales:
  • Estrés.
  • Lactancia artificial.
  • Uso recurrente de antibióticos.
  • Consumo regular de azúcar refinado.
  • Falta de consumo de frutas y de verduras,.
  • Diversos fármacos: esteroides, antiinflamatorios, anticonceptivos, laxantes, etc.
  • Consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
  • Cloro presente en el agua potable.

¿Cómo podemos fortalecer a las bacterias intestinales?


Por un lado consumiendo alimentos prebióticos, así llamados porque proporcionan azúcares complejos que contribuyen a la nutrición de las bacterias intestinales (Consumo regular de frutas y de verduras), y por el otro lado ingiriendo los famosos alimentos probióticos, que son aquellos que aportan bacterias benéficas vivas que colonizan nuestros intestinos, como por ejemplo los productos lácteos fermentados como el yogurt o la leche búlgara, también los famosos tibícos, el kombucha y el mexicaísimo pulque (con moderación).

La alteración del microbioma intestinal se asocia con múltiples enfermedades y cada día se asocia con otras más: como ya dije las infecciones más frecuentes pueden tener ahí su causa así como también algunos tipos de alergias y diversas enfermedades autoinmunes, diversas alteraciones del tubo digestivo y del metabolismo, como la obesidad, la diabetes, la elevación del colesterol y algunas alteraciones del hígado; problemas de la piel, algunos tipos de cáncer e inclusive procesos degenerativos del sistema nervioso (recientemente se ha asociado el Parkinson y el Alzheimer, con alteraciones de las bacterias intestinales), por su importancia en la síntesis y absorción de diversos nutrientes un desequilibrio de nuestro microbioma, puede intervenir en patologías relacionadas con falta de los mismos, como por ejemplo la osteoporosis. El desequilibrio de la población bacteriana intestinal genera endotoxinas y conlleva a elevados niveles de oxidación, contribuye a la acumulación de grasa abdominal (mayor riesgo de obesidad, diabetes y enfermedad cardiovascular) y promueve la inflamación crónica, verdadero asesino de la modernidad.

Como puede apreciarlo el lector con esta breve aproximación al tema, la investigación reciente sobre la interacción bioquímica ( lo cual incluye el intercambio de información genética) entre nuestras bacterias y nuestras células es algo que está revolucionando la comprensión de numerosas patologías y de nuestra salud. Una evidencia contundente de esto lo aporta el hecho ( imposible en la naturaleza) de que mamíferos criados en un medio estéril se desarrollan atrofiados: su pared intestinal es anómala y su movimiento intestinal también, el corazón , el hígado y los pulmones presentan bajo peso, el metabolismo se muestra reducido, el sistema inmunológico permanece inmaduro, la temperatura corporal es baja y el trabajo del corazón también.

Hoy podemos, sin temor a equivocarnos afirmar que SON IMPOSIBLES LA VIDA Y LA SALUD HUMANAS SIN LA SIMBIOSIS EQUILIBRADA CON LAS BACTERIAS.