¡Vaya cosa extraña! ¿EE.UU. metiéndose en el referéndum de Escocia? Imagino que usted se preguntará ¿por qué?... No se vea tan sorprendido, porque aunque resulte difícil de creer, realmente este tema preocupaba por demás a la Casa Blanca.
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© InternetLa independencia escocesa hubiera sido una catśtrofe para el Imperio Occidental
Es posible que a vuelo de pájaro este hecho le resulte extraño, hasta es probable que por un momento usted sienta que la paranoia conspiracionista ha llegado a límites extremos y tomado absoluto control de nuestras mentes. Pero antes de condenarnos al rincón oscuro de la locura, permítanos traer a la luz algo de información que estamos seguros que al menos hará que nos adjudique el beneficio de la duda.

Empecemos por decir que este asunto del "interés" de los EE.UU. en la independencia escocesa cobra protagonismo en este momento por una serie de documentos que han salido a la luz recientemente obtenidos por el periódico The News Gazette, después de una batalla legal de tres años con el Departamento de Estado norteamericano.

En los cientos de páginas de este documento puede uno enterarse entre otras cosas de que:
  • EE.UU. estaba involucrado en el debate de la independencia escocesa desde el 2007, cuando el partido nacionalista escocés (SNP) llegó al poder.
  • Washington vigilaba a los ciudadanos estadounidenses que se mostraban a favor de la independencia de Escocia.
  • Los observadores estadounidenses esperaban que varios Estados miembros de la Unión Europea, encabezados por España frente a la amenaza de la secesión de Cataluña, pondrían serios obstáculos para que una Escocia independiente ingresara en el bloque.
¿Por qué a EE.UU. le preocupaba tanto este asunto?

En los días que corren (y hace ya varias décadas que es así) el Reino Unido es uno de los aliados más importante del gobierno norteamericano en Europa. Junto con Alemania y Francia, los británicos forman una tríada poderosa con trascendental influencia en el viejo continente. Curiosamente y en contra de toda lógica, este singular trío lleva mucho tiempo usando esta influencia para favorecer los intereses estadounidenses en contra de los intereses de sus propios ciudadanos.

La condición de hermanos de sangre entre Norteamérica y Gran Bretaña (verdaderamente hermanados por toda la sangre que han derramado a lo largo y ancho del mundo) es una realidad que sólo un necio podría ponerse a discutir. Hasta el momento, EE.UU. ha contado con el apoyo incondicional del Reino Unido, ya sea con apoyo militar, logístico, o político en todas la "cruzadas libertadoras" que ha emprendido. Los británicos, sin duda, son un peso pesado dentro de la Unión Europea y una de las puertas más importantes de acceso para que la potencia americana mueva los hilos geopolíticos en Europa, y a través de ésta, en el mundo.

El hecho es que la escisión de Escocia debilitaría la influencia del Reino Unido. ¿Por qué? Como lo explicó Almut Moeller, experta del Consejo de Relaciones Exteriores de Alemania, "en la Unión Europea el tamaño importa". Sin Escocia, Gran Bretaña ocuparía el cuarto puesto detrás de Italia. Esto supondría menos asientos británicos en el Parlamento Europeo y, por ende, menos influencia a la hora de tomar decisiones políticas en nombre de ésta.

Esta situación por demás problemática para que EE.UU. continúe extendiendo como de costumbre sus tentáculos en Europa, podría ser peor aún. Una Escocia independiente no sólo implicaría que esta "nueva nación" estaría fuera de la Unión Europea, sino que el mismo Reino Unido podría ser forzado a abandonarla. Debido a las normas de votación británicas, los grupos políticos en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, que abogan por abandonar el organismo europeo, podrían resultar proporcionalmente más fuertes en el Parlamento nacional.

Esa secuencia de eventos sería catastrófica para el gobierno norteamericano. Como no hace mucho admitió un oficial estadounidense bajo condiciones de anonimato ante The Financial Times: "Es nuestra pesadilla: la independencia de Escocia seguida por la salida del Reino Unido de la Unión Europea". El oficial fue claro al señalar que esto convertiría a Londres en un socio mucho más débil.

Otro aspecto que preocupa a los políticos estadounidenses es la cooperación militar. Según comentó el senador republicano John McCain también al The Financial Times, la independencia escocesa damnificaría los vínculos de inteligencia y las relaciones militares únicas que Washington tiene con Londres, su aliado militar más importante. Esto traducido en palabras más simples significaría: la independencia escocesa implicaría que EE.UU. perderían peso político no sólo en Europa sino que también en el mundo. La alianza y cooperación permanente entre las dos potencias se vería fuertemente dañada por el simple hecho de que Escocia se separara del Reino Unido.

Además una Escocia independiente significaría una Escocia fuera de la OTAN (al menos hasta que termine el largo proceso de reintegración al organismo) quien constituye el brazo armado del Imperio en territorio europeo. En estas condiciones, habría que suscribir y alcanzar nuevos acuerdos para patrullar las rutas vitales en el Atlántico del Norte y el mar del Norte. Y si Escocia no quiere adherirse, como bien puntualizó Daniel Troup, experto del Consejo canadiense de la OTAN, a la cadena Fox News, "¿qué se haría con la pérdida de un territorio de la Alianza que está desarrollado y gobernado democráticamente, si elige ser neutral?". Y noten las implicancias no menores de los términos utilizados por el analista: "desarrollado y gobernado democráticamente". Esto, quizá en forma algo velada, significa que los EE.UU. estarían atados de manos porque no podrían llevar adelante una de sus famosas "operaciones de democratización" dentro del territorio escocés al estilo de las llevadas a cabo con sus famosas revoluciones naranjas, y en consecuencia se verían privados de controlar al gobierno de esta nación.

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© Desconocido
Y es más, quienes abogan por la independencia escocesa insisten en que se liberarían del armamento nuclear, lo que supone un enorme dolor de cabeza tanto para Londres como para la Alianza. En tal caso, se verían obligados a encontrar otro puerto donde fondear cuatro submarinos de la Armada Real Británica equipados con los misiles balísticos intercontinentales Trident II D5 de ojivas termonucleares que actualmente están desplegados en las aguas del río Clyde. Claramente, Washington preferiría seguir viendo a Londres como una potencia atómica, pero en caso de independizarse Escocia, muchos analistas dudan de la posibilidad de que un Reino Unido empequeñecido pueda seguir soportando los gastos de sus fuerzas nucleares.

Y si todos estos hechos no resultan suficientes para usted, piense que de independizarse Escocia y no quedar más remedio para Gran Bretaña y EE.UU. que aceptar esta decisión, Rusia podría fortalecer su postura de que los movimientos separatistas en Crimea o en el este de Ucrania en realidad son perfectamente legítimos.

Por último y como material para reflexión le dejo esto: Escocia es el mayor productor de petróleo de la Unión Europea, representando el 36 por ciento de la producción total de petróleo y gas natural de Europa en 2010. Piénselo sólo un segundo, Londres jamás podría darse el lujo de perder el control de enormes recursos de petróleo y gas en Escocia.

¿Escuchó hablar de fraude en el referéndum escocés?

Son muchos los que han mirado con desconfianza los resultados de la reciente votación en Escocia; 99.451 firmas en apoyo a la campaña "Reunirse para una nueva votación" (Rally for a revote) ya han sido recabadas. El mismo Ron Paul expresó un extremo escepticismo sobre el resultado.


Joe Quinn y Niall Bradley señalan un punto esencial en su artículo "Fraude en el Referéndum de Escocia, el cómo y el porqué":
Si nos fijamos en el sistema de votación británico en general, encontramos un casi brillante informe de 2008 del Consejo Europeo de control de los derechos humanos indicando que las reformas a las normas de votación por correo introducidas por los laboristas hicieron el fraude electoral en Gran Bretaña "infantilmente simple". El sistema de votación británico está ahora abierto al fraude y el sistema "hace que sea extremadamente fácil agregar nombres falsos a las listas de votantes", señaló el informe. (Énfasis en el original)
Con este hecho poco discutible en mente, considere estos antecedentes que los autores citan en el mismo artículo:
Después de una sorprendente victoria del candidato del Partido Laborista del Reino Unido en la circunscripción escocesa de Glenrothes en 2008 en las elecciones, el resultado fue impugnado por el candidato perdedor del Partido Nacional Escocés. Tras repetidos esfuerzos de acceder al registro de votación que detalla exactamente quién había votado por quién, el demandante fue informado que los mismos "habían desaparecido". Otros señalaron un muy sospechoso aumento de cuatro veces, registrado en el número de votos por correo para el distrito electoral.
Lo importante es entender que el fraude no constituye una cosa rara e inusual que ocurre sólo en países subdesarrollados, el fraude es una realidad extendida por el mundo y ocurre con frecuencia en los países altamente desarrollados.

Un hecho particularmente significativo es que en estas elecciones, a pesar de lo acostumbrado, no hubo encuestas a pie de urna. Es normal y una práctica mundialmente utilizada el encuestar aleatoriamente a votantes consultando a quién votaron. Los resultados de estas encuestas son anunciados normalmente apenas cierran los colegios electorales. En las elecciones escocesas esto no ocurrió sencillamente porque no hubo encuestas a pie de de urna. ¿Por qué? Resulta que esta modalidad de consulta, en líneas generales, tiene un margen de error bajo, de hecho los resultados de estas encuestas suelen ser muy cercanos a los resultados reales de las elecciones. En un contexto donde se intentara instrumentar un fraude para lograr el desplazamiento de los resultados, las encuestas a pie de urna podrían ser un gran dolor de cabeza, obligando a responder cuestionamientos muy embarazosos. Manipular estas consultas hubiera sido una tarea titánica, así que para simplificar el asunto se les pidió a los principales medios de comunicación, como la BBC, que rompieran con la tradición y que se abstuvieran de llevar a cabo encuestas a pie de urna.

Sin el obstáculo que implicaría los resultados de referencia consecuencia de estas consultas, ocurrieron varias irregularidades sobre las cuales no pudo hacerse un reclamo firme. María Pitcaithl, Jefa de conteo oficial (CCO) y Coordinadora del Consejo de Administración Electoral para Escocia, en declaraciones hechas a las pocas horas de las elecciones, se mostró satisfecha con los conteos y señaló que la consulta fue escrutada por varios observadores internacionales, sin que ninguno de estos levantara ningún tipo de queja.

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...Ninguno a excepción de los observadores electorales acreditados rusos quienes informaron inmediatamente que el referéndum tenía graves deficiencias y no cumplía con las normas internacionales. Pero claro... ¡SON MALDITOS RUSOS, la amenaza roja! ¿Quién les va a creer?

A esto debemos agregar que, contrario a las prácticas habituales, los votantes no tenían que presentar documentación al momento de votar, sólo mencionaban su nombre, eran buscados en una lista previamente confeccionada, y se les entregaba la papeleta para que elijan su opción. Estas papeletas no tenían un código único de identificación ni tampoco tenían una marca oficial en la parte frontal, condiciones indispensables para evitar la duplicación de las mismas.

Para un análisis completo de todas las irregularidades detectadas en estas extrañas elecciones, recomendamos la lectura del excelente artículo de Joe Quinn y Niall Bradley "Fraude en el referéndum de Escocia: el cómo y el por qué".

En definitiva...

A estas alturas ya no le parecerá al lector tan descabellado el hecho de que EE.UU. se haya involucrado con tanto ahínco en esta consulta y que se haya recurrido al fraude para evitar un catastrófico desequilibrio en el poder hegemónico de Occidente y, fundamentalmente, en la capacidad estadounidense de manipular o influir las políticas practicadas por la Unión Europea.

La evidencia acumulada sugiere que a EE.UU. le preocupaba sobremanera una Escocia Independiente y que es muy probable que haya respaldado y hasta colaborado con el gobierno británico para torcer a la fuerza el curso de estas elecciones.

De haber ganado el SÍ, hoy día posiblemente estaríamos viendo un escenario mundial algo diferente, con un reacomodamiento de sus fuerzas directrices, y mucho nerviosismo por parte de las potencias occidentales... ¡Una pena, una nueva oportunidad que se nos pasó de largo!