Comentario: Le rogamos al lector que preste la debida atención a los detalles en esta noticia. Usted pensará: "el pueblo brasileño se ha expresado libremente en las calles", "la voluntad popular se quiere hacer escuchar en Brasil", o cosas por el estilo. Pero la realidad parece ser algo diferente.

Creemos que nadie puede afirmar que Brasil es un paraíso, ni que no exista corrupción (de hecho esta es una afirmación que hoy en día no puede hacerse sobre ningún gobierno del planeta), o que cada acción del gobierno ha sido acertada,... pero esta bien claro que Brasil junto a otros países (los BRICS y en Latinoamérica la UNASUR) forman parte de un conjunto de naciones que buscan nivelar la balanza del poder mundial en favor de una interacción más igualitaria y multipolar.

En este contexto es posible ver un patrón que emerge de los eventos que hemos atestiguado en los últimos meses. En noviembre del 2013 ocurrió la revolución y golpe de estado en Ucrania conocida como Euromaidan donde claramente pudo traslucirse el intento de Occidente de afectar a Rusia económica y políticamente. En septiembre del 2014 fuimos testigos de un intento fallido de revolución de color en Hong Kong conocida como La Revolución de los Paraguas. Ahora vemos en Brasil un movimiento de similares características a las de Hong Kong.

A esto sumémosle las sanciones sobre Venezuela y las recientes declaraciones de Obama afirmando que este país es un riesgo de seguridad para los EE.UU. y el escándalo Nisman en Argentina lo cual luce como una operación secreta de la CIA para desestabilizar un ya de por sí debilitado gobierno frente a las elecciones de fin de año en el país del cono sur.

En conclusión, el patrón emergente es el de un EE.UU. con una agenda muy apretada que debe hacer frente al levantamiento de los BRICS como contrapeso a su hegemonía, el pronto reemplazo como potencia económica número uno por China, un cada vez más anunciado colapso del dólar, la independencia latinoamericana y su rebeldía en aumento, y un Medio Oriente fuera de control o extremadamente alborotado por culpa de años de crear, financiar, y entrenar a rebeldes de dudosa reputación.


Se habla de un millón de personas en varias ciudades del país. Sao Paulo registra la mayor concentración de manifestantes.
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© AFP¿Una nueva revolución de color? Esta vez han elegido el verde y amarillo.
En su mayoría vestidos de verde y amarillo, los brasileños reclaman el "impeachment"(destitución) de la presidenta, que comenzó su segundo mandato hace menos de tres meses tras ser reelecta en octubre por un margen de apenas 3%.


Comentario: Este pequeño detalle referido a su vestimenta del mismo color no es menor. Esto no fue algo espontáneo, más bien habla de una coordinación desde alguna suerte de cuartel central. Mire este documental y le garantizamos que comenzará a ver todo este asunto con otros ojos: Estados unidos a la conquista del Este


Y muchos pidieron incluso una intervención militar que ponga fin a más de 12 años de gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), una paradoja en este día en que se cumplen justamente 30 años del retorno de la democracia a Brasil luego de una larga dictadura militar que comenzó en 1964 y terminó en 1985.


Comentario: Estas masas cohesivas que intentan mostrarnos una prístina pureza de espíritu, que sólo buscan acabar con la suciedad del gobierno, que embanderan los ideales democráticos como valor supremo,... estas masas piden lisa y llanamente una intervención militar...


Las marchas se llevan a cabo en 59 ciudades brasileñas y son las más numerosas contra el gobierno desde junio de 2013, cuando más de un millón de personas salieron a las calles para pedir el fin de la corrupción y más gastos en salud y educación, en vez de en la Copa del Mundo.

Las protestas son mayores que las convocadas el viernes en apoyo de Rousseff y Petrobras por sindicatos y movimientos sociales afines al PT, que convocaron a 175.000 personas según los organizadores y 33.000 según la policía.

¿"Intervención militar constitucional"?


La avenida frente a la famosa playa de Copacabana en Río de Janeiro fue colmada durante varias cuadras por miles de personas que coreaban "¡Fuera Dilma, fuera PT!".

Rita Souza, una productora televisiva de 50 años, lleva una pancarta que dice "Intervención militar ya". "No estoy pidiendo un golpe [de Estado], sino una intervención constitucional para llamar a nuevas elecciones limpias, sin urna electrónica, sin la manipulación del PT. ¡Que se vayan todos para Cuba!", dijo a la AFP.


Comentario: Vamos parte por parte. En primer lugar esta productora pide una "intervención militar" y luego aclara que no quiere un "Golpe de Estado". ¿Somos nosotros o la contradicción es estúpidamente obvia? ¿No es acaso en la práctica lo mismo?... El famoso impeachment es una alternativa que figura en la ley brasileña, pero cualquiera sabe que es inaplicable en este contexto, deberían pasar al menos dos años de gobierno para que fuera remotamente posible. Esto es simple, la señora Rita simplemente utiliza una trampa semántica reemplazando un término por otro equivalente, porque en el fondo es bien consciente de que el término original está muy mal visto por todo el mundo. Para no quedar como una golpista pide lo mismo pero con otro nombre.

En segundo lugar la mencionada productora televisiva no puede evitar que, a pesar de su disimulo, se destile en sus palabras el verdadero trasfondo de su deseo de desbancar a Rousseff por motivos que nada tiene que ver con la corrupción, sino más bien con una cuestión ideológica. Estos puede evidenciarse en su frase final: "¡Que se vayan todos para Cuba!". Le hubiera faltado agregar un "...malditos comunistas" para dejar más clara su postura.


Varios politólogos brasileños se vieron obligados a explicar en los últimos días en la prensa local que es imposible tener una "intervención militar constitucional".

Hartos de la corrupción

Entre 45.000 y 50.000 personas marcharon hacia el Congreso en Brasilia, según cálculos de la policía.

Entre ellos se encontraba el empresario de la construcción Alessandro Braga, acompañado de su esposa y de su hijo en un carrito. "Apoyo la salida de Dilma. Los mayores escándalos de corrupción ocurrieron durante su gobierno y no dijo nada", sostuvo.

El hartazgo de la corrupción parece ser la amalgama de muchos manifestantes que reclaman desde un golpe militar hasta la protección del Acuífero Guaraní, mientras marchan en familia, se sacan 'selfies' sin parar con sus teléfonos inteligentes y compran agua de coco o gafas de sol a vendedores ambulantes.


Comentario: ...algo que se parece más bien a un montaje coreográfico que a una manifestación espontánea. Aunque sí es posible que muchos brasileños bien intencionados y con reclamos justos formen parte de este movimiento masivo.


"Brasil está siendo destruido, sólo las fuerzas armadas pueden salvarlo", dijo la fisioterapeuta Ana Paula do Valle, que colgó de su bicicleta un cartel pidiendo la intervención militar.

La popularidad de Rousseff cayó 19 puntos en febrero, a 23%, y la presidenta enfrenta una situación complicada en varios frentes.


Comentario: Y para terminar aquí podemos ver lo que podría ser parte de un guión, lo cual no significa que esta fisioterapeuta es parte del "complot", sino que quienes eventualmente pueden estar detrás de este movimiento de masas están haciendo bien su trabajo imprimiendo en las mentes de los marchantes un discurso bien delineado y probadamente exitoso en otras revoluciones de características similares.


La economía ha crecido muy poco en los últimos cuatro años y está estancada, hay déficit de cuentas públicas, de balanza comercial e inflación elevada (7,7% en 12 meses), y el real se ha devaluado casi 30% en un año. El gobierno impulsa un ajuste fiscal para poner la casa en orden, pero esto disgusta a su vez a parte de la izquierda.

A esto se suma la tensión política por el inmenso esquema de corrupción develado en la estatal Petrobras, el mayor en la historia de Brasil. Decenas de políticos -incluidos 22 diputados, 13 senadores y dos gobernadores en funciones- son investigados por su supuesto involucramiento en la trama. La mayoría pertenece al PT o a partidos que integran la coalición de gobierno.

Rousseff defendió el derecho de manifestarse libremente, pero recordó que no es posible tener "un tercer turno" de las elecciones en Brasil, ya que equivaldría a una "ruptura democrática".