Las misivas enviadas por el ex primer ministro británico al entonces presidente de EEUU entre el 12 de septiembre de 2001 y la invasión de Irak en 2003 revelan los esfuerzos de Blair por apoyar e influir en el inquilino de la Casa Blanca

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© Reuters
Como parte de la investigación sobre la participación del Reino Unido en la campaña militar de Irak se ha publicado este miércoles por primera vez una serie de cartas privadas que el ex primer ministro Tony Blair remitió al presidente estadounidense a la sazón, George W. Bush, entre septiembre de 2011 y el inicio de la invasión del país árabe, según la página oficial del 'informe Chilcot'.

"Explicarlo todo después"

En la primera de las misivas, remitida el día después de los atentados del 11-S, Blair le escribía a Bush que era preciso adoptar de inmediato medidas contra los Estados e individuos en posesión de armas de destrucción masiva y justificarlo más tarde.

El inquilino entonces del número 10 de Downing Street insistía: "Mejor actuamos ahora y explicamos y justificamos nuestras acciones [después] que dejarlo para otro día hasta que se produzca quizás aún una catástrofe peor".

Entre la amistad y la adulación

La correspondencia evidencia las relaciones amistosas entre el presidente y el primer ministro quien, por ejemplo, se despide a Bush en una carta escrita a mano con la expresión "siempre suyo, Tony".

Concretamente, las cartas enviadas antes de 2003 revelan los esfuerzos de Blair para apoyar y, al mismo tiempo, influir en el presidente de EEUU.

A finales de 2001 Blair intentaba convencer a Bush de que se centrara en la campaña en Afganistán y no mezclara los dos objetivos. En julio de aquel año el jefe del Gobierno británico le aseguró al presidente: "Estaré contigo pase lo que pase". Al mismo tiempo le advertía de que la planificación de la guerra sería muy difícil, más que Afganistán o Kosovo.

En la misma carta Blair recomendaba al expresidente estadounidense obtener una resolución de las Naciones Unidas para autorizar la acción militar (lo que finalmente no consiguió). Su correspondencia revela también que informó a Bush de que no estaba seguro de poder lograr el apoyo del pueblo británico.

La reacción de Blair al informe Chilcot

El propio Tony Blair ha declarado este miércoles que los datos del informe Chilcot hacen "reales y materiales" las críticas a la preparación y planificación de la invasión británica de Irak.

"El informe debe enterrar las denuncias de mala fe, mentira o engaño. Tanto si la gente está de acuerdo con mi decisión de llevar a cabo una acción militar contra Saddam Hussein o no, lo hice de buena fe y como creía que serviría mejor al interés del país", ha afirmado Blair.


Comentario: Ningun asesinato puede ser justificado con la pobre excusa de haber actuado de buena fe. Asesinar a alguien es de facto un acto de mala fe. El pretender que el asesinar a alguien es un acto que podría beneficiar al país es un paramoralismo:
Un paramoralismo es un dispositivo lingüístico de persuasión. Se trata de un argumento o razonamiento que se lanza con el fin de dar la impresión de que es impulsado por las preocupaciones éticas, aún bajo el escrutinio de que no puede demostrarse completamente como tal y es, de hecho, impulsado por el interés propio o por la adhesión a un sistema de reglas en que los asuntos de conciencia no son considerados. Un ejemplo de uso general sería: ruptura del "espíritu de la ley", con el fin de adherirse a la "letra de la ley". [parábola del buen samaritano]

Un paramoralismo es un fenómeno psicológico contagioso: la persona en el extremo receptor es vulnerable a atribuir erróneamente un principio o motivación (con el que fácilmente se identifica) el argumento dado, y de ese modo se identifica erróneamente con este viciado argumento. De este modo, un individuo bien intencionado puede ser engañado involuntariamente en apoyar una causa o propagar una ideología con la que su propia conciencia no está de acuerdo.

El uso generalizado de paramoralismos en la sociedad es un rasgo definitorio de una patocracia.

"Eliminar a Saddam Hussein era importante y su derrocamiento no fue la causa del actual aumento del terrorismo", ha afirmado el antiguo inquilino del número 10 de Downing Street.

El ex primer ministro británico laborista ha añadido que está dispuesto a asumir toda la responsabilidad de los errores relacionados con la campaña militar.