Pensar en el futuro puede ser algo que nos llene tanto de entusiasmo como de preocupación pues, al fin y al cabo, no sabemos qué sucederá. Ese es justamente el combustible de la ansiedad, y el modo en que nos afecte dependerá de cuán tolerantes seamos a la incertidumbre.

incertidumbre dudas
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Dan Grupe, investigador asociado postdoctoral del Centro para la Investigación de Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin-Madison, sostiene que "la incertidumbre misma puede llevar a [padecer] mucha angustia para los humanos en particular."

Por regla, preferimos la certeza antes que la incertidumbre. Estudios han mostrado que las personas preferirían recibir, definitivamente, un shock eléctrico ahora que quizás recibirlo más tarde; también han mostrado una mayor activación del sistema nervioso cuando aguardan un shock impredecible (u otro estímulo desagradable) que uno esperado. En lo que la gente difiere es en el grado en que la incertidumbre les molesta.

Intolerancia a la incertidumbre

Esto es lo que mide la Escala de Intolerancia a la Incertidumbre (EII). Dicha escala fue desarrollada en el año 1994 por un equipo de investigadores en Quebec. La EII evalúa cuánto desean y buscan la previsibilidad las personas, y cómo reaccionan en situaciones ambiguas. Un nivel alto de intolerancia a la incertidumbre, es una "vulnerabilidad cognitiva," según Michel Dugas, profesor de psicología en la Universidad de Quebec en Outaouais, y uno de los arquitectos de la EII. Él y sus compañeros de investigación han vinculado un nivel alto de intolerancia a la incertidumbre a varios trastornos de la ansiedad como también (de manera menos fuerte) a trastornos de la alimentación y depresión.

Muchas de sus investigaciones han sido sobre el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), por lo que él sostiene que la intolerancia a la incertidumbre pareciera ser un factor de riesgo causal - es decir que no sólo está vinculado al TAG, sino que se ha demostrado a través de manipulación experimental, que un alto nivel de intolerancia a la incertidumbre lleva a más preocupación.

Esto sucede no sólo con la ansiedad clínica sino también con las preocupaciones cotidianas. De hecho, tanto Dugas como Grupe sostienen que la incertidumbre pareciera ser una condición necesaria para la ansiedad de cualquier tipo.

Según los científicos, "preocuparse" generalmente significa pensar en posibles amenazas futuras, acompañado con la emoción y sensación corporal de ansiedad. Si el objeto de la preocupación es completamente predecible, o está pasando actualmente (por lo que no hay ambigüedad), no estarías padeciendo ansiedad, sino que le tendrías miedo. Y si sólo estás pensando en cosas malas que podrían pasar en el futuro, pero te sentís bastante relajado, probablemente no estés preocupado, sino planeando o preparándote.

Grupe no cree que existan puntos claros de corte entre la ansiedad subclínica y la diagnosticada. "Es un espectro continuo donde la incertidumbre juega un papel cada vez mayor, incrementando [lo desagradable] de la imprevisibilidad." Dugas agrega que "las personas con TAG están en el extremo de la preocupación, pero esa preocupación no es diferente a tu preocupación o la mía. Simplemente hay mucha más."

Él compara la intolerancia extrema a la incertidumbre con una reacción alérgica. "Una pequeña cantidad de una sustancia que no es dañina para la mayoría de las personas, en vos provoca una reacción violenta. Es como una alergia psicológica."

Grupe y Jack Nitschke, también de la Universidad de Wisconsin-Madison, han desarrollado una teoría (que presentaron en Nature Reviews Neuroscience en el 2013) sobre qué mecanismos del cerebro podrían estar en juego en esta alergia psicológica.

Es complicado por cuanto no hay una parte específica del cerebro responsable por la intolerancia a la incertidumbre, sino que probablemente está ligada a varios procesos cerebrales diferentes, incluyendo la regulación emocional, detección de amenazas y detección de seguridad (los últimos dos son procesos separados, distintos), sostiene Grupe. En una situación ambigua o impredecible, el cerebro buscará postas en el ambiente, cosas que sabe (por experiencias pasadas) que están asociadas con amenazas o seguridad. Si esto es infructífero, y el cerebro no sabe qué es peligroso y qué no lo es, cualquier cosa puede parecer una amenaza.

La detección de las amenazas y lo seguro han sido vinculadas a la amígdala, y la regulación emocional parece ser dominio de la corteza prefrontal. Grupe también piensa que la ínsula podría jugar un papel procesando información sobre el cuerpo y su ambiente para ayudar a crear sentimientos internos, subjetivos. "Estos procesos están estrechamente ligados," dice Grupe.

No toda incertidumbre es mala

A pesar de una preferencia humana general por la certeza, lo desconocido no siempre es inductor de ansiedad. Según Michael Smithson, profesor en la Facultad de Medicina, Biología y Ambiente, de la Universidad Nacional de Australia:
"la incertidumbre tiene su lado bueno, especialmente en cuanto a incertidumbres o incógnitas temporales. No queremos saber ahora mismo los finales de todos los libros que vamos a leer, de [todas] las películas que alguna vez veremos, o el contenido de todos nuestros regalos de Navidad futuros... También nos gusta una sensación de libertad y autonomía, de tener opciones."
Hay circunstancias en las cuales la incertidumbre puede ser emocionante y motivadora, en lugar de inquietante. En su investigación, Ayelet Fishbach, profesora de ciencia del comportamiento y marketing en la Universidad de Chicago, encontró que las personas se sienten más emocionadas y trabajan más arduamente durante tareas en las que no se sabe el tamaño de la recompensa. Pero aclara que es emocionante en cuanto a las pequeñas incertidumbres pues, sino, la emoción podría convertirse en terror. "No asumimos que a las personas les gustaría que su salario fuera incierto," aclara.

Cómo afrontamos la incertidumbre

Si el suspenso de no saber es demasiado para alguien, usará una de dos estrategias: eliminarlo o evitarlo. No es sorprendente que la intolerancia a la incertidumbre también haya sido vinculada a la indecisión.

Según un estudio, las personas con altos niveles de intolerancia a la incertidumbre son más propensas a compararse con otros, y ésta es otra manera de eliminarla. Es lógico. Si no estás seguro de qué tan exitoso sos, o que tan buena es tu relación, podrías tener más claridad si ves cómo te está yendo en relación con otros. O, si tu estrategia es evitar, puede que simplemente le pidas a alguien más que te de la respuesta. Esta es gran parte de la atracción de las columnas de consejos.

Hasta cierto punto, casi todos empleamos estas estrategias algunas veces. Pero si alguien es "alérgico a la incertidumbre", como algunos pacientes con TAG, podría ver amenazas donde no las hay, dice Dugas. Por ejemplo, "podrías preguntarle a tu pareja cuatro veces por día si todavía te ama, por si acaso cambia de opinión. Ese sería un comportamiento de búsqueda de certeza." Y uno perjudicial también.

Por otro lado, dice Dugas, la evitación extrema podría manifestarse en algo como rechazar un ascenso porque no estás seguro de cómo será el nuevo trabajo, mientras que sí sabés que podés hacer el trabajo que tenés ahora. Grupe señala que evitar situaciones impredecibles puede robarle a las personas oportunidades para refutar sus propias preocupaciones, y reducir su ansiedad.

Vivir con la incertidumbre

Si una aversión a la incertidumbre empieza a afectar negativamente la vida de alguien a ese punto, puede ser de ayuda practicar activamente una tercera estrategia: simplemente vivir con ella.

Dugas y sus colegas han desarrollado un tipo de terapia cognitivo conductual basada en este concepto que ha probado ser muy efectiva para pacientes con TAG. Algunas personas son más propensas a la estrategia de la eliminación, otras a la de la evitación, y otros usan un poco de ambas en diferentes situaciones. Los individuos también difieren en cuanto a qué tipos de incertidumbres les molestan más.

Por ejemplo, dice Dugas, si se trata de una persona de negocios que no puede dejar de controlar la bolsa, podría pedirle que empiece a controlarla sólo una vez al día, después una vez cada dos días, y así. Si fueran padres que se preocupan sobre la incertidumbre de las calificaciones de sus hijos, les pediría que, paulatinamente, dejen de revisar dos veces sus tareas. "El objetivo es siempre el mismo: hacerlos experimentar la incertidumbre y que aprendan 'esto no es divertido, pero puedo tolerarlo.'"

Las personas que no toleran la incertidumbre sobreestiman la probabilidad de que algo malo pase. Tienden a exagerar el riesgo y las consecuencias negativas que podrían surgir de esa situación, sostiene Dugas. En un artículo anterior, llamado Intolerancia a la incertidumbre (guía para autoayuda), compartimos una guía sencilla (creada por Dugas y otros colegas) para ayudarte a reconocer tu umbral de intolerancia a la incertidumbre y realizar un plan basado en acciones concretas para desarrollar tolerancia.

Nadie puede escapar a vivir con incertidumbres. No importa cuánto te preocupes, nunca sabrás cómo será tu vida en unos años, o lo que los demás realmente piensan de vos. Lo que sí podés hacer es tomar medidas para actuar de manera que la preocupación y la angustia no dominen tu vida.
Fuente: The Atlantic