La fantasmal 'amenaza rusa' trae consigo beneficios económicos concretos. Para la industria militar, de hecho, es una verdadera mina de oro.
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Tras el final de la Guerra Fría se inició una era en la que los Gobiernos empezaron a reducir su gasto militar, recuerda la nota de Contra Magazin.

Ni las nuevas amenazas provenientes de China, ni la de Irán, ni siquiera la de Daesh podían, por sí solas, atemorizar al ciudadano occidental lo suficiente como para hacerle desembolsar su dinero para dárselo al complejo militar.

Por lo tanto, indican, del 'baúl polvoriento' se sacó la vieja y manida 'amenaza rusa'.

Al igual que las historias sobre 'las armas de destrucción masiva iraquíes', todas las habladurías de los países de Europa del Este sobre la 'amenaza rusa', la 'agresión rusa a Europa' o los 'planes de invasión' no son más que palabras, dice Marco Maier, autor del artículo.

"Basta con mirar a los eventos relacionados con el Maidán en Ucrania y la agitación que le siguió para darse cuenta de que ese caos fue provocado y dirigido por políticos estadounidenses y organizaciones transatlánticas. El objetivo era provocar a Rusia para que Estados Unidos —refugio de la oligarquía financiera mundial— pudiera presentarse ante el mundo como 'el salvador", opina el periodista.

Los medios occidentales han creado una atmósfera de crisis artificial, continúa la nota, de manera que el 'lobby' militar estadounidense puede insistir en la necesidad de aumentar los gastos armamentísticos por parte de los Gobiernos europeos.

De esta manera, indica Maier, se ha creado una especie de simbiosis entre los contratistas militares, los políticos y los medios, con el fin de crear un perpetuum mobile: un circuito que se retroalimenta en el que millones de dólares son dirigidos a los medios para que expandan el temor entre la población, lo que hace llegar al poder a políticos que a su vez incrementan los pedidos a los contratistas militares.