(Costa Rica) - Las autoridades costarricenses mantienen actualmente una vigilancia permanente sobre la continua actividad eruptiva del volcán Turrialba y las afectaciones que la dispersión de ceniza provocan entre los ganaderos de las regiones aledañas al coloso.
Volcán Turrialba
© ArchivoVolcán Turrialba
Un reporte de la Red Sismológica Nacional indicó que los primeros 11 días de este mes se caracterizaron por emanaciones pasivas de ceniza de intensidad variable y algunos períodos cortos de tranquilidad.

En ese tiempo se registró un tremor volcánico (señal sísmica generada por la circulación de fluidos a través de fisuras dentro del volcán) continuo y de amplitud variable, con algunos pequeños lapsos en que la señal cesó.

Los daños causados por la ceniza sobre la actividad ganadera de las regiones afectadas obligaron a la Comisión Nacional de Emergencia a distribuir ayuda (pacas de pienso y minelaza) para mitigar el impacto del material volcánico sobre la alimentación de sus animales productores de carne y leche.

Por la misma razón, el aeropuerto Internacional Juan Santamaría se vio obligado a cierres temporales y a la cancelación de una treintena de vuelos en las últimas 48 horas.

La principal instalación aérea del país se encuentra a 65 kilómetros al oeste del Turrialba, que a su vez está a 37 kilómetros al este de la capital.

Según los expertos, el radio de dispersión regular de las cenizas volcánicas suele ser de 50 kilómetros alrededor del cráter principal, aunque las partículas más finas pueden llegar a distancias mayores dependiendo de las condiciones climáticas.

El Turrialba despertó en 2007 tras más de 130 años de pasividad y desde el 5 de enero de 2010 presenta erupciones de consideración, como las de octubre de 2014 y la del 12 de marzo de 2015.

El volcán es uno de los cinco activos en este país (Arenal, Irazú, Poás y Rincón de la Vieja) de los 112 existentes en Costa Rica.