La Vieja Europa podría ser la parte más interesada en la nueva crisis política generada por las fuerzas opositoras en Polonia, considera la periodista Irina Alksnis en su artículo para el diario ruso Vzglyad.
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"La actual crisis política en Polonia es interesante, ante todo, por el papel que desempeña en ella el aspecto geopolítico. Hay opiniones que apuntan a que la mano de Europa está detrás de estas acciones de la oposición, que de una manera muy sospechosa se asemejan a las revoluciones de colores", escribió la experta.
Recientemente, en Polonia se produjeron disturbios y movilizaciones motivadas, entre otras cosas, por la reciente decisión de las autoridades polacas de restringir la actividad de los periodistas dentro del hemiciclo del Parlamento polaco.

Al conocer esta decisión, los días 17 y 18 de diciembre, miles de personas marcharon en una protesta por las calles de Varsovia cerca del Palacio Presidencial, el Tribunal Constitucional y el Sejm — Cámara Baja del Parlamento polaco—, mientras que los representantes de la oposición asediaron el edificio del Parlamento.

Las fuerzas opositoras acusaron en seguida al partido gobernante Ley y Justicia de socavar la base constitucional, consolidar la censura y menoscabar los intereses de los ciudadanos del país.

De facto, durante las últimas décadas, Polonia gozaba del papel de líder de Europa del Este. A cambio de este liderazgo, Varsovia disponía de una posición bastante privilegiada en las estructuras de la UE.

Este estatus, que no tenía ningún otro nuevo miembro del bloque europeo, alimentó las excesivas ambiciones de Polonia, que evidentemente iban en detrimento de los planes e intereses de la mayoría de los demás Estados europeos.

En 2016, después de que el partido Ley y Justicia se pusiera a los mandos del Gobierno, sus planes y decisiones han destacado por tener un cariz conservador, nacionalista y euroescéptico. De hecho, fueron calificados en la UE como una ofensiva contra la libertad de expresión, los derechos humanos y los valores democráticos.

Sin embargo, este desagrado y las críticas de Europa no impidieron a Varsovia aplicar sus propias líneas políticas.

"Más que nunca, hoy es el tiempo más favorable para una crisis desde el punto de vista geopolítico", escribe la periodista.

Polonia siempre ha sido la punta de lanza de EEUU con respecto a la presión frente a Rusia. No obstante, hoy en día, "Varsovia poco le importa a Washington", dado que la Administración de Barack Obama abandonará la Casa Blanca el 20 de enero. Además, es muy poco probable que el presidente electo, Donald Trump, ocupe una posición abiertamente antirrusa.

"En este caso (...), Europa quiere acorralar a la potencia regional rebelde... Polonia, de una manera muy contundente, trata de jugar su propio juego a costa de abrir zanjas en el camino de los proyectos europeos, como Nord Stream 2 y OPAL".