La violencia en Siria no tiene fin, y un día de sangre sucede a otro. El sábado al menos doce civiles fueron asesinados por las fuerzas de seguridad durante los funerales de los opositores que tan sólo una jornada antes alzaban su voz contra el presidente del país. Las manifestaciones del Viernes Santo, consideradas como las mayores y más trágicas desde el comienzo de las protestas hace cinco semanas, se produjeron después del anuncio del fin del estado de emergencia, vigente desde 1963 en todo el territorio sirio. Un paso al que los analistas conceden escasa realidad práctica. "¿Dónde estás Assad? Dónde estás?", gritan las protestas.
El presidente Assad hace oídos sordos, mientras la tensión se vive en las calles incluso cuando se trata de enterrar a los muertos. Según la organización siria por los derechos humanos, varios hombres armados pertenecientes al implacable aparato de seguridad de Assad tomaron como objetivo a las personas que participaban en esta marcha fúnebre en Damasco. La Unión Europea ha condenado la violenta actuación del gobierno tras las protestas mientras la ONU asegura que abrirá una investigación independiente para esclarecer los cientos de fallecidos que se han cobrado ya las revueltas.
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