Hace un par de días tuve la oportunidad de asistir a una conferencia que forma parte de la gira que Jordan B. Peterson está llevando a cabo para promover su nuevo libro 12 Rules for Life an antidote to chaos (12 reglas para la vida, un antídoto para el caos).
Jordan b Peterson
© Desconocido
Para quienes no sepan quién es Jordan Peterson, los invito a hacer una búsqueda en las páginas de SOTT, donde podrán encontrar artículos sobre él y parte de su material que ha sido traducido al español. Pero encontrarán mucho más si lo buscan en Google, Twitter o en Youtube, ya que, Peterson ha alcanzado una popularidad sin precedentes en la red, llegando a ser llamado el "padre de Youtube".

Dicha notoriedad comenzó a crecer luego de oponerse de manera pública al proyecto de ley C16 en Canadá. Desde entonces, ha venido explicándonos a todos el proceso mental y espiritual por el que pasó para tomar esa decisión y su nuevo libro es, tal vez, su intento de condensar todo este proceso en reglas básicas y accesibles para todos nosotros.

La noche inició como era de esperar, un público bastante mixto de mujeres y hombres de todas las etnias y edades iban llenando el teatro y sentándose. Todos con ansias de ser testigos, en vivo, del discurso verdaderamente sincero, complejo, lleno de convicción y asertivo que están acostumbrados a ver en Internet.

Tras aproximadamente media hora de retraso, por fin se apagaron las luces del Beacon Theatre, el teatro de la famosa avenida Broadway en la ciudad de Nueva York. Un teatro que, cabe agregar, tenía la decoración adecuada para enmarcar el discurso de tal orador, pues la diosa Atenea se erguía en ambos extremos de la tarima.

El público se puso en pie una vez Peterson tomó el escenario y lo recibieron con un tsunami de aplausos. Se podía notar que él tenía una agenda a la que deseaba aferrase: hablar sobre su libro y describir a groso modo el título de cada uno de sus capítulos, dando una breve reseña sobre su importancia y sobre las razones por las cuales escogió hacerlo parte de su trabajo. Sin embargo, no pudo evitar dejarse llevar por su compromiso de explicarse de la manera más clara posible, por lo que finalmente solo pudo abordar 6 de los doce capítulos durante la noche. Se adentró en diversos temas de inmensa complejidad, lo cuales en sus manos se vuelven completamente comprensibles.

Entre el léxico psicoespiritual y un sentido del humor casi único, habló sobre temas que ya serán familiares para quienes lo siguen: sobre el coraje que requiere vivir en nuestra dolorosa realidad y llena de maldad y sobre lo inútil que es ignorar conscientemente este hecho.

Habló sobre cómo podemos encontrarle significado a nuestra existencia. Habló sobre la utilidad de compararnos con quienes fuimos en el pasado, y no con quien es hoy en día otra persona. Abordó también un par de consejos para los padres sobre cómo comportarse con sus hijos. Habló sobre la segunda enmienda de la constitución norteamericana, la que protege el derecho del pueblo estadounidense a poseer y portar armas. Todo seguía su curso.

Pero en un momento durante la noche, se hizo perceptible una cierta urgencia en su tono de voz; como si se pudiese vislumbrar una tragedia inevitable, algo que le otorgaba un significado a sus gigantescos esfuerzos para hablar en público y difundir sus ideas. En este momento, habló sobre lo mucho que deseaba conversar con todos los presentes, ya que, cada uno de nosotros sostiene en nuestras manos la capacidad de cambiar el rumbo que la humanidad en la sociedad occidental lleva en este momento.

Y es fácil de comprender por qué. La izquierda radical intenta homogeneizar a los seres humanos como si tan sólo fueran partes de uno u otro grupo de identidad sexual, racial, etc. Es una ideología que pretende cortar los lazos que tenemos con otros seres humanos como individuos responsables. Una ideología en la que encontrarse, por cuanto sea posible, en una posición de víctima de un opresor externo se convierte en una competencia mediante la cual uno obtiene "privilegios" como compensación a su sufrimiento por dicha condición.

Esta posición victimizante hace imposible que tomemos responsabilidad de nuestras propias vidas a nivel individual, lo cual afecta nuestro entorno inmediato y, de forma no lineal, el cosmos mismo en el que habitamos todos.

Y es precisamente aquí, en esta coyuntura, donde yace lo realmente fascinante de su mensaje. A pesar de vivir en una realidad donde existen corrientes ideológicas que pretenden infectar la sanidad de los seres humanos, las cuales operan con el ímpetu de las dictaduras militares más crueles y sangrientas del siglo XX, y que a su vez parecen enormes y alejadas de nuestro control, somos nosotros quienes sostenemos la clave para afectar la realidad que compartimos.

Peterson no niega en absoluto que existan problemas de carácter social, pero demuestra lo insensato y contraproducente que es establecer soluciones tiránicas para asegurar la igualdad de resultados. Él propone que la solución a estos problemas recae en el individuo, quien al comportarse de manera responsable afecta su propia realidad (y la de aquellos a su alrededor e incluso la del cosmos mismo) de manera positiva. Propone alinearnos con el ideal más alto que podamos concebir, luego negociar con ese futuro para saber qué sacrificios son esenciales y dirigirnos a él con la valentía que se necesita para navegar el oscuro mar del caos que representan las posibilidades aún no materializadas.

Este fue el mensaje que me llevé a casa de aquellas dos horas durante las cuales tuve el placer de escucharlo en vivo. Todos, aunque nos rehusemos a aceptarlo, tenemos una relación con nuestro futuro y el futuro del cosmos entero. Y ya sea que nos demos cuenta o no, estamos constantemente materializando el futuro que escogemos, incluso si nuestra elección pasa por dejarnos llevar por nuestros impulsos y convertirnos en monstruos unidimensionales que solo perseguimos el placer del servicio a nosotros mismos; una elección que ellos se justifican a sí mismos por haber sido víctimas de algo terrible en algún momento.

Se hizo evidente en su voz que el momento de la historia en el que nos encontramos es de crucial importancia. Existe un sinfín de sufrimiento y de razones para no hacer lo correcto, para permitir que todo continúe su curso y prescindir de nuestra responsabilidad personal.

Pero existe una alternativa, despertar en nosotros mismos los atributos heroicos, llenarnos de valentía y trabajar para ser la mejor versión de nosotros mismos. En sus palabras, los seres humanos somos un milagro, con la capacidad de transformar la realidad misma del cosmos que habitamos, si podemos aceptar y enfrentar la inevitable vulnerabilidad de nuestra existencia.

Peterson urge a toda su audiencia a incorporar en sí misma esta capacidad, porque depende de cada uno de nosotros que esta existencia pueda manifestarse. Ser la estrella en el firmamento y una luz en la oscuridad; de lo contrario, la tragedia y oscuridad que se ciernen sobre nosotros pueden llegar a ser peor de lo que hemos visto en el trágico siglo XX.