La mayoría de padres se sienten tranquilos cuando se acercan con sus hijos a un parque infantil. Son conscientes de que se trata de un espacio concebido para que se lo pasen bien y estén seguros. Las preocupaciones suelen aumentar cuando dejan a los menores delante de un dispositivo electrónico: internet no es un parque infantil. Normalmente, percibimos los riesgos de las páginas maliciosas y los perfiles anónimos, pero, en ocasiones, la amenaza se puede presentar en plataformas que conocemos bastante mejor.

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En abril de 2018, una veintena de organizaciones de defensa de los derechos humanos y de protección a la infancia acusaron a la empresa, propiedad de Google, de recopilar información personal de menores en YouTube, como la localización, dispositivo utilizado y número de teléfono, sin que los padres estuvieran al tanto. La información habría sido recopilada para la publicidad dirigida. Según estas asociaciones, esto viola la ley sobre protección de la privacidad de los niños en internet.

Recientemente, además, un reportaje de The New York Times profundizó en el funcionamiento del algoritmo de recomendaciones de la plataforma, que tiende a llevar al usuario a contenidos cada vez más extremos. Así, un equipo de investigadores del Centro Berkman Klein para Internet y la Sociedad de Harvard ha descubierto que el sistema de recomendaciones automatizado de Youtube puede mostrar vídeos de niños preadolescentes con poca ropa a usuarios que consumen vídeos de contenido sexual.

Investigaciones

Según Washington Post y The New York Times, la FTC se encuentra en una etapa avanzada en sus investigaciones, lo que eventualmente podría llevar a multas e imposición de recursos. Esta posibilidad de que Youtube sea multada, o que sea obligada a pactar un acuerdo que le obligue a cambiar sus prácticas para proteger mejor a los niños, podría ser indicativa de que entramos en una nueva fase en la aplicación de la ley de privacidad infantil por parte de la FTC. No son pocos los críticos que aseguran que esta protección se ha ido debilitando a medida que han avanzado los cambios tecnológicos y el auge de las redes sociales en las últimas dos décadas.

El Wall Street Journal asegura, según recoge Europa Press, que YouTube está considerando algunas opciones, como eliminar la sucesión automática de videos, que puede exponer a los niños a contenido ofensivo, o incluso poner todo el contenido de los niños en un sitio web dedicado a los menores de 13 años en YouTube, creado en 2015.

En España existen unos 1.300 canales de YouTube dirigidos al público infantil, que generan 5,6 billones de reproducciones al mes, según 2btube, la principal empresa española de canales de YouTube. "De dos a cinco años, por datos de Google, el 64% de los niños usan YouTube, y a partir de los seis y siete años empiezan a seguir a niños, ya es la celebrity la que se convierte en su guía", explicó recientemente Andrea Santamaría, responsable de acciones comerciales de talentos infantiles.

Cada vez más niños y niñas cuentan con sus propios smartphones y tablets. Según el estudio anual de Ofcom (el organismo regulador de los medios en Reino Unido), el número de niños de entre ocho y 11 años con smartphone ha pasado del 24% al 39% solo entre 2015 y 2017. En el caso de las tablets, casi la mitad (el 49%) de los niños de entre cinco y 15 años tiene ya su propio dispositivo.

En España, el INE no ofrece datos de niños menores de 10 años en su estudio anual de uso de tecnologías ni incluye datos de tablets, pero las cifras en niños a partir de esa edad son similares: un 35% de los niños entre 10 y 11 años tiene su propio teléfono móvil. Solo con un año más, el porcentaje aumenta al 75% de los niños.

Problema generalizado

Evidentemente, este problema no es exclusivo de Youtube. Estos problemas que ha revelado la investigación de la FTC se dan también en redes sociales como Instagram y Snapchat o juegos como Fortnite. Las compañías dicen que sus servicios están destinados a adultos y que toman medidas cuando encuentran usuarios menores de edad. Sin embargo, siguen siendo muy populares entre los niños, especialmente los preadolescentes, de acuerdo con encuestas y otros datos, lo que plantea la preocupación de que los esfuerzos de las empresas, y la ley federal, no han seguido el ritmo del mundo en rápida evolución en línea.