Traducido por el equipo de Sott.net en español

Hace veinte años escribí mi primer libro sobre por qué las mujeres no pueden "tenerlo todo"; o al menos no todo a la vez, a pesar de lo que la cultura les dice. (He aquí una idea: Es porque nadie, ni hombre ni mujer, puede realizar dos trabajos a tiempo completo simultáneamente sin romperse la espalda.)
Stressed woman
En ese momento, la llamada Guerra de las Mamás estaba en pleno apogeo. Las mujeres de todo el mundo que habían sido estafadas por sus madres y mentoras feministas lamentaban la imposibilidad de poder trabajar con éxito a tiempo completo fuera del hogar, manteniendo al mismo tiempo un matrimonio y una vida familiar saludables, o defendían su elección de trabajar a tiempo completo insistiendo en que a los niños les va bien ser cuidados por sustitutos las veinticuatro horas del día.

Desde entonces, los mensajes a las mujeres sobre cómo tener una vida feliz -en lo que se refiere al amor y al sexo, al trabajo y a la familia- no han hecho más que hacer que las mujeres se sientan más tristes. No sólo están más infelices de lo que lo fueron sus madres y abuelas, sino que están significativamente más estresadas; mucho más que los hombres.

Nada de esto ha ayudado en absoluto a los hombres y a las mujeres a encontrarse los unos a los otros. Las citas en Estados Unidos están prácticamente muertas, y el matrimonio está en su punto más bajo. Aunque hay más de una razón para esta deprimente situación, en el fondo del asunto hallamos las mentiras que las feministas han estado diciendo durante años. Aquí hay cuatro, presentadas sin ningún orden en particular.

1. Las mujeres no necesitan a los hombres

Comenzó con una frase aparentemente cómica que Gloria Steinem no acuñó, sino que utilizó repetidamente durante el apogeo del movimiento feminista de los años sesenta: "Una mujer necesita a un hombre como un pez necesita una bicicleta." La idea todavía está viva y goza de buena salud hoy en día; ya sea que Jennifer Aniston hable de cómo las mujeres "no tienen que jugar con un hombre para tener ese hijo" o de que Emma Watson hable de "auto-compañerismo". Con el tiempo, a medida que las mujeres comenzaron a ganar su propio dinero y a aprovechar las nuevas píldoras anticonceptivas, llegaron a creerse que no necesitan a los hombres.

Estaban equivocadas. Biológicamente, las mujeres están hechas para depender de los hombres, independientemente de que la vida haya cambiado mucho. La mayoría de las mujeres todavía quieren ser madres, y cuando lo hacen se vuelven vulnerables. Incluso hoy en día, las mujeres saben instintivamente que, en última instancia, necesitarán un hombre si quieren tener una familia y si quieren la alternativa de estar en casa, aunque sólo sea por un período de tiempo.

En efecto, las investigaciones muestran que lo que más les importa a las mujeres -incluso a las que son económicamente independientes- es saber que tienen un hombre en quien puedan confiar. Es la sensación de seguridad y de estar en buenas manos (sí, incluso financieramente) lo que más importa. Eso es lo que se conoce como hipergamia, y está viva y saludable en 2019.

2. Los hombres y las mujeres son iguales, o el género es una construcción social

El momento preciso de la historia en el que la relación entre los sexos cayó en picada es cuando las mujeres comenzaron a tener relaciones sexuales como un hombre -de forma casual, sin ataduras- bajo el pretexto de que las mujeres no son diferentes de los hombres y, por lo tanto, son igualmente capaces de tener relaciones sexuales casuales. Considere este ridículo artículo de Bustle que afirma, basado en un dudoso estudio, que los hombres y las mujeres son ahora igualmente propensos a buscar una conexión sexual si se les aborda de la manera correcta.

Desde los campus universitarios hasta las salas de juntas de nuestra nación, muchas mujeres hoy en día han aprendido a buscar el sexo de la misma manera que lo hacen los hombres: sin necesidad de compromiso. Y lo están lamentando.

Si hay algo que lo prueba abundantemente, es la llamada crisis de las violaciones en el campus y los excesos del movimiento "Me Too" o "Yo también". Porque si fuera cierto que las mujeres son "como los hombres" en su capacidad de disociar el sexo de las emociones, ¿por qué las aventuras en el campus y las relaciones en la oficina se convertirían en una causa para los tribunales y no en un paseo de diversión?

No es sólo nuestra sexualidad lo que confirma la naturaleza dispar de mujeres y hombres. La crianza de los hijos lo demuestra con creces. Una vez que llega un bebé, el gen de cuidadora que posee la mujer casi siempre se echa a andar. Su primer instinto es darle alimento emocional a su hijo, lo que explica que volver a trabajar tan pronto sea desgarrador para las madres.

La reacción de un padre es diferente: su primer instinto es apoyar económicamente a la familia. No es su única contribución, pero es la primera de su lista. En pocas palabras, que tanto hombres como mujeres sean capaces de realizar tareas idénticas no significa que quieran realizarlas con el mismo fervor. El deseo importa.

3. El reloj biológico no es real

El reloj biológico puede ser políticamente inconveniente, pero eso no lo hace menos real. La edad ideal para que una mujer quede embarazada es de 25 años, señaló recientemente Gillian Lockwood, directora médica de la Clínica de Fertilidad Midland en el Reino Unido:
"La sombría realidad es que la posibilidad de que la fecundación in vitro funcione con sus propios óvulos una vez que usted tenga 40 años es absolutamente abismal... ¿En qué otra rama de la medicina dejaríamos, y aun así animaríamos a los pacientes a que paguen por una operación opcional con menos del cinco por ciento de probabilidades de funcionar?
Debido a esto, es lógico que los hombres puedan posponer el matrimonio más tiempo que las mujeres. Pero no se lo decimos a las mujeres. En lugar de eso, pretendemos que pueden trazar sus vidas con una carrera en el centro, como lo hacen los hombres, como si no fueran a llegar a un punto en el que su capacidad de concebir choque invariablemente con una carrera. Los artículos abundan con el objetivo de oscurecer la realidad biológica de que es más fácil para las mujeres tener bebés entre los 20 y los 30 años de edad.

Les mentimos a las mujeres, en otras palabras, para promover una agenda política. Al hacerlo, las feministas obtienen lo que ellas quieren (que las mujeres rechacen el deseo materno y produzcan en el mercado) pero no lo que las mujeres quieren.

En efecto, después de décadas de seguir el guion cultural, las mujeres a menudo ya no pueden encontrar maridos. O no pueden tener hijos. O si se casan y tienen bebés, no pueden quedarse en casa con ellos porque trazaron una vida que tenía una meta completamente diferente.

4. Una carrera es más significativa que el matrimonio y los hijos

De todas las mentiras que cuentan las feministas, la idea de que el éxito profesional es más satisfactorio que el matrimonio y la familia es, con mucho, la más grande. Es casi imposible transmitir la profundidad de esta mentira, ya que también comenzó en la década de 1960, esta vez con la insistencia de Betty Friedan de que ser esposa y madre es como estar en un "cómodo campo de concentración". Desde entonces, las mujeres estadounidenses han sido golpeadas con un bombardeo constante de palabras e imágenes que buscan apoyar el argumento de Friedan.

Los humanos son animales que van en manada: necesitamos sentirnos parte del grupo para sentirnos bien con nosotros mismos. Algunos de nosotros estamos contentos si estamos separados de la multitud, pero la mayoría no. Por lo tanto, los mensajes culturales son importantes.

Dado que la maternidad ya no es venerada ni entendida como algo que una mujer desearía hacer, y mucho menos que debería hacer, las mujeres se sorprenden al descubrir lo desgarrador que es dejar a sus bebés y regresar al trabajo. Se sorprenden al descubrir que el trabajo no es tan satisfactorio como se les había hecho creer.

Las mujeres solteras sienten esta misma sensación de malestar cuando no pueden encontrar un hombre con quien establecerse. Resulta que las carreras no son satisfactorias en lo absoluto si terminas en la cama sola por las noches.

Demasiadas mujeres trazan el mapa de sus vidas con el trabajo en el centro y a la larga terminan por desear no haberlo hecho. Lamentablemente, mi bandeja de entrada está llena de correos electrónicos de mujeres que me dicen que desearían que alguien les hubiera dicho esto antes.

Así que, aquí estoy diciéndolo tan fuerte como puedo. A las mujeres se les ha mentido durante años, y por eso son tan infelices. Sólo hay una solución. Cambie sus prioridades -ponga el amor y la familia, no el trabajo, en el centro- y ganará en el juego de la vida. Eso es lo que hice yo, y lo cambió todo.