Los libros de autoayuda se cuentan por miles en los anaqueles de las librerías, y también abundan los consejos, proverbios y apotegmas relativos a tener una vida plena y feliz, ya sea representados en un meme o estampados en una taza para el desayuno. Sin embargo, la mayoría de las fórmulas de la felicidad distan de ser eficaces porque no tienen en cuenta la enorme diversidad psicológica que anida en la especie humana.

mente palabras
Con todo, sí que se han identificado una serie de pensamientos automáticos que distorsionan nuestra percepción de la realidad, tornándola menos halagüeña. Son lo más parecido a virus mentales que evitan que la felicidad prospere en nuestro campo mental.

Pensamientos que es conveniente evitar

Algunas de las distorsiones cognitivas (es decir, malas interpretaciones de la realidad) que deberíamos esquivar en cuanto nos salieran al paso son las siguientes, según recogen Robert L. Leahy, Stephen J. F. Holland y Lata K. McGinn en Treatment Plans and Interventions for Depression and Anxiety Disorders.

Este manual es ya un clásico indispensable para tratar los problemas clínicos más comunes que se encuentran en la práctica ambulatoria de salud mental, ofreciendo al profesional tratamientos empíricamente respaldados para siete trastornos frecuentes: depresión mayor, ansiedad generalizada, pánico y agorafobia, trastorno de estrés postraumático, fobia social, fobia específica y trastorno obsesivo compulsivo. Sirviendo como paquetes de tratamiento listos para usar, los capítulos describen técnicas básicas de terapia cognitiva conductual (TCC) y cómo adaptarlas a cada trastorno.
  1. Leer demasiado la mente ajena. Ocurre cuando damos por sentado lo que los demás piensan de nosotros sin tener demasiada evidencia que lo respalde. Es natural que todos tendamos a buscar la aceptación de otras personas, porque eso conforma en parte lo que somos. Incluso quienes dicen ir por libre, en realidad no lo hacen, como explica Dean Burnett en su libro El cerebro idiota: "Lo primero que hace un individuo cuando no quiere conformarse con las convenciones normales es buscarse otra identidad grupal a la que ajustarse en lugar de aquellas". El problema surge cuando no solo nos preocupa demasiado lo que piensan de nosotros, sino que tendemos a creer que lo hacen de forma crítica.
  2. Pronósticos negativos. La tendencia a ver el futuro negro o estar convencido de que las cosas tenderán a ir a peor. Abusar del pensamiento futuro negativo puede llegar a ser contraproducente por razones como las que advierte Jacques Lecomte en su libro ¡El mundo va mucho mejor de lo que piensas!: "Un tiempo de denuncia puede resultar útil, pero cuando se prolonga en exceso, tiende a arrastrarnos hacia la agonía catastrófica, hacia un sentimiento de impotencia y, consecuentemente, al inmovilismo."
  3. Catastrofismo. Inclinarse a pensar que, tras una desgracia, seremos incapaces de seguir adelante. La evidencia, sin embargo, apunta a justo lo contrario, tal y como señalan George Loewenstein y David Schkade en su estudio Wouldn´t It Be Nice? Predicting Future Feelings.
  4. Etiquetación. La inclinación a asignar rasgos negativos globales a uno mismo o a las demás personas, del tipo "es una mala persona" o "no valgo nada", cuando en realidad todos somos una mezcla de rasgos positivos y negativos y unos y otros aflorarán con mayor frecuencia en función de las circunstancias.
  5. Comparaciones injustas. Ocurre cuando nos centramos en lo que los demás hacen bien o mejor que nosotros y lo comparamos solo con lo que nosotros hacemos mal o peor que los demás. Además, buscaremos sesgadamente pruebas que confirmen estas ideas para rechazar cualquier argumento o prueba en contra.
  6. Juicio de valor. Sucede cuando catalogamos los acontecimientos, a los demás o a nosotros mismos en términos de evaluación del tipo bueno/malo o superior/inferior, cuando las descripciones suelen tener más matices.
  7. Arrepentimiento. Tiene lugar cuando abusamos del arrepentimiento ("podría haberlo hecho mejor o no debería haberlo hecho") en vez de centrarnos en lo que podemos hacer a partir de ahora. La distorsión cognitiva se agudiza cuando añadimos razonamientos emocionales ("me siento así, por tanto esto es así") y preguntas del tipo "¿y si mi vida fuera diferente?".