Traducido por el equipo de SOTT.net en español

Los científicos han descubierto que las madres que han sufrido trauma en la infancia pueden transmitir este recuerdo al bebé que aún no ha nacido: los escáneres mostraron una alteración de los circuitos cerebrales en niños pequeños.
Sonogram baby
© Amital
La experiencia del trauma generacional suele darse en descendientes de supervivientes de genocidio o en familias que sufrieron de pobreza extrema. Puede darse en personas que, sobre el papel, no parecen haber sufrido. El trauma generacional es sombrío, a menudo desconocido para las personas que lo sufren. La experiencia del trauma existe en todas partes, en personas que se han enfrentado a cosas que empujaron sus mentes a cambiar al modo de supervivencia.

"Puede ser silencioso, encubierto e indefinido, aflorando a través de matices y de forma inadvertida o implícita a lo largo de la vida de alguien desde una edad temprana", explicó a Health la doctora en filosofía, psicóloga clínica licenciada y evaluadora de la crianza de los hijos, Melanie English.

¿Cómo afecta el trauma generacional a la química del cerebro?

El trauma se produce incluso si el individuo no fue testigo de las fuentes originales del trauma. Esto se observa a veces en los padres inmigrantes, que a menudo se han alejado del lugar del trauma original, pero siguen llevándolo consigo.

La Dra. Hendrix y sus colegas se propusieron documentar el impacto biológico, la reacción instintiva del cerebro joven al trauma generacional, antes de que el niño tenga edad suficiente para escuchar y comprender que hay algo diferente en su familia. El cerebro ya está preparado para hacer frente a un mayor peligro. Esta investigación examina lo que les ocurre a estos niños, incluso desde el vientre materno.

Participaron 48 parejas negras de madre e hijo


El equipo estudió 48 parejas negras de madres y bebés a partir del primer trimestre de embarazo. Las madres recibieron un cuestionario para evaluar los traumas de la infancia (experiencias de abuso o negligencia temprana).

También se evaluaron en el presente los niveles de estrés prenatal de las madres, así como la ansiedad y la depresión. Un mes después del nacimiento, los niños fueron sometidos a un escáner cerebral mediante resonancia magnética funcional en estado de reposo. Se trata de una tecnología no invasiva que pudo ser usada mientras los bebés dormían de forma natural.

Observando las conexiones entre las áreas que regulas las emociones


Los investigadores se centraron en las conexiones cerebrales entre la amígdala, que es fundamental para procesar las emociones de miedo, y otras dos regiones del cerebro: el córtex prefrontal y el córtex del cíngulo anterior.

Ambas áreas desempeñan un papel fundamental en la regulación de las emociones. Por eso se utilizaron estas áreas en otro estudio que empleó tecnología para estimular un cerebro gravemente deprimido, una historia feliz en la que una mujer de 36 años descubre que su depresión intratable ha desaparecido por completo.

Pero parece que la historia es más sombría para estos bebés. Cuando sus madres experimentaron negligencia emocional en la infancia, los bebés tenían conexiones funcionales más fuertes entre la amígdala y las regiones corticales.

Cuanto mayor es la negligencia emocional, mayor es la conexión


Tras controlar los niveles de estrés actuales de las madres, los investigadores descubrieron que cuanto más negligencia emocional había sufrido una madre durante su propia infancia, más fuerte era la conexión de la amígdala de su bebé con las regiones corticales frontales. Sin embargo, el maltrato físico de la madre no conducía a una mayor conectividad. Los resultados sugieren que la negligencia emocional en la infancia tiene efectos intergeneracionales en la estructura y el funcionamiento del cerebro.

¿Qué significa esta conexión más fuerte para el cerebro? No está claro de inmediato.

Pero hay dos posibles resultados para el niño.

La Dra. Hendrix dijo: "La firma neuronal que observamos en los bebés de un mes de edad de madres emocionalmente descuidadas puede ser un mecanismo que conduce a un mayor riesgo de ansiedad, o podría ser un mecanismo compensatorio que promueve la resiliencia en caso de que el bebé tenga cuidadores menos comprensivos".

"En cualquiera de los dos casos, la negligencia emocional de la propia madre en su infancia parece dejar una firma neuronal en su bebé que puede predisponerlo a detectar más fácilmente la amenaza en el entorno casi desde el nacimiento".

"Nuestros hallazgos destacan la importancia del apoyo emocional en las primeras etapas de la vida, incluso para las generaciones posteriores".

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