Traducido por el equipo de SOTT.net en español

La semana pasada, la John Templeton Foundation anunció que Jane Goodall sería la ganadora del Premio Templeton en 2021. El comunicado de prensa la ensalza como una "figura singular" y una investigadora pionera en la búsqueda de respuestas a "la mayor pregunta filosófica de la humanidad, ¿Qué significa ser humano como parte del mundo natural?"
Jane Goodall
Como ya ha informado Evolution News, las respuestas de Goodall a esa pregunta dejan un legado más oscuro que el que se desprende del efusivo elogio de Templeton. Su "visión de un mundo armonioso" se presenta con un tono dorado y rosado, pero Wesley Smith ha insistido con razón en el mismo punto que Chesterton señaló una vez, que "donde se adoran los animales, los humanos tienden a ser sacrificados". Hoy, la famosa declaración de Louis Leakey de que la investigación de Goodall obligó a la comunidad científica a "redefinir la herramienta, redefinir al hombre o aceptar a los chimpancés como humanos" parece profética. Los compañeros de Goodall, activistas de la GAP (Great Apes Personhood), como Peter Singer y Richard Dawkins, son famosos por excusar el aborto selectivo, incluso el infanticidio.

Sin embargo, la propia Goodall no se presenta como una atea furiosa. De hecho, el lenguaje espiritual impregna su discurso de aceptación del premio. Reconoce que los verdaderos "misterios profundos de la vida" están "siempre más allá del conocimiento científico". Lo subraya con una cita de la famosa anticipación del cielo del apóstol Pablo: "Ahora vemos a través de un cristal oscuro; entonces, cara a cara".

Una "fuerza espiritual"

Los padres de Goodall no eran especialmente devotos, pero a sus 87 años pertenece a una generación en la que incluso los feligreses ocasionales podían aprender el lenguaje bíblico por ósmosis cultural. Ella cuenta a la Religion News Service que asistía ocasionalmente a una iglesia congregacionalista en su ciudad natal, Bournemouth. Cuando era adolescente, se enamoró "apasionada y platónicamente" del ministro, aunque su propia visión de la religión era privada y personal.

Este instinto espiritual creció mientras realizaba su innovadora investigación en los bosques tanzanos de Gombe. Cuenta a Templeton que aquí "se sintió muy, muy cerca de un gran poder espiritual". Vuelve a recurrir a las epístolas de Pablo para referirse a aquello "en lo que vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser".

Pero ella está mezclando y combinando, y su nuevo color tiene más matices de panteísmo que de teísmo. En su opinión, todos los seres vivos tienen una "chispa de energía divina" que podría llamarse "alma", incluyendo no sólo la vida animal sino también la vegetal: "Los árboles también tienen alma. Tienen una chispa de esa energía divina".

Una vida con propósito

Como joven científica, Goodall fue capaz de superar sus miedos a la naturaleza indómita gracias a la convicción de que estaba "destinada a estar allí". El trabajo de su vida siempre ha tenido un propósito, guiado por una fuerza invisible que escapa a su control.

Goodall también ve un propósito en el "tapiz" de la naturaleza: "La parte más importante de estar en la selva tropical es la comprensión de la interconexión, de cómo cada pequeña especie tiene un papel que desempeñar". Cuando una especie se extingue, es como si se arrancara un hilo del tapiz. Si se quitan demasiados hilos, dice, el gran diseño del tapiz se deshace.

"Magia" es la palabra que le viene a la mente cuando intenta describir la grandeza de este diseño. Sólo le basta el lenguaje espiritual cuando mira el bosque que la rodea: "Es algo tan poderoso y mucho más allá de lo que incluso el cerebro más científico y brillante podría haber creado".

El materialismo es malo, el excepcionalismo humano también lo es

La ciencia no puede explicarlo todo, está convencida Goodall. "Tenemos mentes finitas", dice a RNS, "y el universo es infinito. Cuando la ciencia dice: 'Lo tenemos todo resuelto, está el Big Bang que creó el universo'. Bueno, ¿qué creó el Big Bang?".

Cree que la reconciliación entre la religión y la ciencia sólo puede lograrse rechazando el materialismo. Está de acuerdo con su amigo Francis Collins en que "las mutaciones fortuitas no podrían conducir a la complejidad de la vida en la Tierra". Se alegra de que los científicos estén cada vez "más dispuestos" a hablar de la posibilidad de un propósito inteligente detrás del universo.

Sin embargo, sea cual sea esta inteligencia en la mente de Goodall, ella sigue sosteniendo que Él/ella/ello no ha creado a los seres humanos como un valor único. Descarta su visión simplista de la infancia de que nuestra especie está "elevada a un pináculo, separada de todas las demás". Al igual que Darwin en El origen del hombre (Descent of Man), ella diría que es mucho más humilde que nos veamos como "creados a partir de animales".

Entrar en la hipótesis de Dios

No hay nada malo en argumentar contra el materialismo. Pero Jane Goodall demuestra que rechazar el materialismo no es el final de la historia. Incluso abrirle paso al diseño inteligente no es el fin de la historia.

Aquí es donde se pone de manifiesto el valor de libros como Return of the God Hypothesis (en español, "Volver a la hipótesis de Dios"), de Stephen Meyer, al ir más allá de la hipótesis del diseño para comparar los "perfiles" rivales de un diseñador. Goodall parece inclinarse por una especie de "fuerza vital" panteísta que impregna el mundo de "energía". Pero se puede demostrar fácilmente cómo esta hipótesis palidece en comparación con el poder explicativo del teísmo tradicional. Y el teísmo no sólo explica mejor la estructura del universo, sino que proporciona una forma de fundamentar la naturaleza excepcional de la especie humana que intuimos instintivamente, aunque científicos brillantes como Goodall se hayan condicionado tristemente a rechazarlo.

La línea que separa la religión de la ciencia puede ser realmente "borrosa", como observa Goodall con entusiasmo. Y sin embargo, hay muchas formas de ser religioso. Hay muchas maneras de rendir culto. Goodall ciertamente adora, a su manera. Incluso podría decir que ella adora a un poder diseñador. La pregunta es, ¿la ha hecho a su imagen y semejanza?, o ¿lo ha hecho ella en el suyo?
Elizabeth Whately es profesora de matemáticas, escritora independiente y amante de las cosas antiguas, especialmente de los libros. Es doctora en el campo de las matemáticas. Le gusta especialmente escribir sobre el excepcionalismo humano, las artes y los tiras y aflojas académicos entre el naturalismo y el teísmo.