Traducido por el equipo de Sott.net en español

Te agita el sonido de un mosquito que zumba alrededor de tu cabeza. El zumbido se detiene. Sientes el pequeño pinchazo y localizas el objetivo. ¡Zas! Se acabó.
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© shutterstock
Es una secuencia sencilla, pero exige un procesamiento complejo. ¿Cómo supiste dónde estaba el mosquito antes de poder verlo?

El cuerpo humano está cubierto por unos dos metros cuadrados de piel, pero de alguna manera, incluso antes de mirar, sabías la ubicación precisa del escurridizo depredador. Tras la confirmación visual, tu mano se dirigió a la escena del crimen y aplicó una fuerza letal para el bicho, pero no te hiciste daño en el proceso.

¿Qué hizo falta para que todo eso ocurriera? Buena pregunta.

A pesar de todos los avances que ha experimentado el mundo en todos los campos de la ciencia, incluida la neurociencia, la mecánica de la percepción y el pensamiento sigue sin entenderse del todo.

Incluso la lista de sentidos humanos básicos sigue siendo objeto de debate: además de los cinco sentidos tradicionales, muchos sostienen que el equilibrio (el mecanismo del cuerpo para orientarse en el espacio) debería haberse incluido hace tiempo.

Equilibrio al estar tumbado

Mis colegas y yo, de la Universidad de McMaster, hemos descubierto recientemente una peculiaridad en nuestra percepción, que nos está permitiendo conocer mejor cómo funciona ese sentido del equilibrio y en qué medida contribuye a nuestra percepción.

La peculiaridad es la siguiente: cuando nos tumbamos de lado, el cerebro parece reducir su dependencia de la información relacionada con el mundo exterior y, en su lugar, aumenta la dependencia de las percepciones internas generadas por el tacto.

Por ejemplo, cuando cruzamos los brazos, nos cuesta más distinguir si un vibrador se disparó primero en nuestra mano derecha o en la izquierda. Sorprendentemente, cuando cerramos los ojos, el rendimiento mejora. Los ojos vendados degradan nuestra representación del mundo exterior, lo que permite que domine nuestra percepción interna centrada en el cuerpo.

Cuando las personas se tumban de lado, su rendimiento también mejora con las manos cruzadas.

Por sí sola, esta información no es probable que afecte a la vida cotidiana. Pero el hecho de que esta diferencia exista es muy significativo en nuestra búsqueda para entender cómo nos orientamos en los espacios que habitamos, y puede abrir vías de descubrimiento en otras áreas, como el sueño, por ejemplo.

Nuestro experimento fue, en cierto modo, bastante sencillo.

Experimentos con los ojos vendados

Pusimos a prueba la capacidad de los participantes en la investigación, con visión y con los ojos vendados, para identificar qué mano estimulábamos primero con las manos cruzadas y sin cruzar. Llevamos unos 20 años realizando experimentos similares en nuestro laboratorio.
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© shutterstockExperiments show that we perceive sensations differently when we're blindfolded // Los experimentos demuestran que percibimos las sensaciones de forma diferente cuando tenemos los ojos vendados
En este caso, los resultados eran coherentes con lo que habíamos visto en otros experimentos: los participantes actuaban y luego se cruzaban las manos. La diferencia novedosa aquí fue cuando los participantes se acostaron de lado; cuando sus manos estaban cruzadas vimos una mejora drástica en la capacidad de localizar el tacto. Al igual que con los ojos vendados, el hecho de estar tumbado de lado reducía la influencia de la representación externa del mundo y permitía a los participantes prestar atención a sus señales centradas en el cuerpo.

Esta diferencia, entre realizar la tarea en posición vertical y tumbada, que describimos en Scientific Reports, nos lleva a preguntarnos si el cerebro reduce deliberadamente las funciones de orientación más activas (la representación externa) cuando nos tumbamos, posiblemente como forma de ayudarnos a dormir.

Conciencia ambiental

El descubrimiento nos lleva a querer saber más sobre el papel que parece desempeñar el sistema vestibular del cuerpo en la configuración de nuestra percepción general. En nuestro oído interno tenemos un poco de océano que vino con nosotros cuando evolucionamos desde el mar. Lo llevamos para evaluar la gravedad, de modo que podemos saber qué camino es el de arriba. Los problemas de este sistema pueden provocar trastornos como el vértigo.

Demostrar que el cerebro desplaza su punto de referencia hacia las percepciones interiores siempre que nos tumbamos de lado, confirma que el cerebro atenúa deliberadamente el sistema vestibular, poniendo de manifiesto la importancia de su contribución a nuestra percepción normal.

Sorprendentemente, se ha investigado muy poco sobre cómo el sistema vestibular influye en la entrada de otros sentidos. Piensa en esto: Las máquinas de resonancia magnética analizan a las personas cuando están tumbadas y los resultados de la resonancia sacan conclusiones sobre lo que ocurre en el cerebro de las personas, cuando en realidad su actividad cerebral podría ser muy diferente si estuvieran sentadas o de pie.

Este descubrimiento indica que el sistema vestibular da forma a la percepción incluso en diferentes sentidos. Esto plantea cuestiones que rozan lo filosófico: ¿Cómo somos conscientes del entorno que nos rodea? ¿Cuáles son los componentes de la conciencia?

Podemos dar por sentado que nuestro cuerpo es una máquina que nos transporta, pero en realidad es el propio cuerpo el que da forma a nuestra percepción y comprensión del mundo.

Intenta pensar en ello la próxima vez que te acuestes.