Comentario: Los términos "sociópata" o "psicópata" nos traen a menudo a la mente imágenes de individuos sádicamente violentos. En SOTT creemos que los rasgos característicos que definen a los sociópatas cubren en verdad un espectro mucho más amplio de individuos de lo que la mayoría de nosotros podría siquiera llegar a imaginar.

Los invitamos a leer el artículo "¿Qué es un psicópata?" donde se aborda el tema desde una perspectiva más amplia y algo diferente respecto a la idea general difundia en torno a los psicópatas y su accionar en la sociedad.


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Anders Behring Breivik es un asesino en masa, es decir, el autor de "cuatro muertes o más en un mismo lugar en una misma acción", según la definición que hace años adoptó el FBI para clasificar a los homicidas múltiples. Para los expertos psiquiatras, sin embargo, es un enfermo "esquizoide, narcisista y paranoico".

Así lo describe el jefe de la Unidad de Trastornos Límites de la Personalidad del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, el psiquiatra José Luis Carrasco Pereda, para quien, a la vista de los datos conocidos hasta ahora de su personalidad, el joven noruego "sabía perfectamente lo que hacía" y, por tanto, sería imputable por la Justicia.

Para este psiquiatra especializado, Breivik, como la mayor parte de los asesinos en masa de la historia, no es un psicópata ni una persona con comportamientos antisociales como pueden llegar a pensar muchos. "Antes de cometer estos actos, estos criminales se suelen relacionar con el resto de la sociedad sin causar problemas, aunque en realidad desprecian al resto de las personas", destaca.

En idénticos términos se expresa el criminólogo de la Universidad de Valencia y autor del libro El rostro del asesino, Vicente Garrido, para quien "el común denominador en estos sujetos es un proceso creciente de estrés psíquico que suele coexistir con un proceso paranoico en el que terminan apareciendo fantasías homicidas. ¿Psicópatas? No".

Es esa paranoia lo que hace que los asesinos en masa perciban el mundo como "amenazante". "Por ello se crean un mundo de fantasía en el que ellos son seres especiales con una misión también especial. En pocas palabras, se crean en su mente el guión de una película en la que ellos son los únicos protagonistas", apunta el doctor Carrasco.

A ello ayuda la falta de vínculos afectivos con su entorno, incluida su familia. "Son fríos, introvertidos, con una relación distante también con sus padres. Nunca tienen grandes amigos e, incluso, suelen tener problemas de identidad sexual porque temen ser rechazados por las mujeres", añade el psiquiatra español. En este sentido, los antiguos compañeros de Breivik han asegurado que nunca le conocieron ninguna novia aunque él presumía de decenas de conquistas femeninas.

Esa dificultad para relacionarse desaparece, sin embargo, cuando navegan por internet. "En la red se construyen un personaje irreal a su antojo y no tienen que relacionarse cara a cara con otras personas. Se encuentran más cómodos", apunta el psiquiatra. De este modo, el ciberespacio se convierte en una poderosa arma de su estrategia. Para Vicente Garrido esa obsesión de anunciar por la red con vídeos, fotos y textos lo que van hacer y por qué lo van a hacer "es parte sustancial de la acción: han de explicar al mundo la magnitud de su obra, la importancia y las razones de lo que hacen. Internet alimenta su narcisismo y ayuda a multiplicar el impacto de su obra".

También es casi una norma de su actuación el suicidio o el dejarse matar por la Policía, aunque no siempre lo consigan. Tras ser detenido, Breivik se mostró extrañado de que no le disparasen los agentes. "Para ellos es una muerte gloriosa, el último acto narcisista de su acción criminal", añade Carrasco.

¿Y la ideológica? "No es un elemento clave en estos criminales, aunque parezca lo contrario. Es simplemente un colchón que les permite desarrollar su paranoia. Por el ambiente que le rodeaba, Breivik derivó a la xenofobia. Si se hubiera criado en un ambiente radical islamista, hubiera acabado siendo un yihadista", concluye.

Más importante es, sin embargo, el deseo de venganza. Para el criminólogo, esta "es esencial, es una forma de mostrar su poder". Para el doctor Carrasco, "acumulan mucha rabia, ira, rencor y resentimiento. Los asesinos en masa creen que la sociedad les ha hecho mucho daño y, por ello, desean devolver ese sufrimiento".