Traducido por el equipo de Sott.net
sky sunset
© L.P. Koch
Esto es algo que todos podemos hacer.

Cada día, esfuérzate por alegrarte del éxito de los demás: sobre todo del éxito de las cosas que quieres para ti.

Piensa en alguien e imagínalo teniendo un avance, y encuentra ese lugar en ti que te hace sentir feliz por esa persona.

Atraviesa la punzada de los celos. Deja que tu amor por la humanidad brille y disipe la oscuridad de la mezquindad: la cerrazón, la cara de Gollum, la fealdad endurecida de ser mezquino y desagradecido.

¿Quieres tener hijos? Encuentra esa felicidad sincera para tu amiga que acaba de dar a luz. ¿Anhelas una pareja romántica? Desea todo el amor del mundo a esa pareja que acaba de juntarse. ¿A veces anhelas un coche más grande o más dinero? Busca historias de tus conocidos o incluso de desconocidos que "lo hayan conseguido" recientemente y abre tu corazón para animarles, para desearles aún más éxito.

Reza una oración silenciosa por ellos, e imagina que irradias una luz dorada de éxito, felicidad y plenitud en su dirección. Imagínalos sonriendo e irradiando y en completo equilibrio.

Cuando oigas hablar del éxito de alguien, sobre todo si se trata de algo que echas de menos en tu propia vida, siente esa punzada de celos: es algo humano y no hay que avergonzarse de ello. Pero supérala inmediatamente deseando sinceramente lo mejor a esa persona. Este acto de transformar una punzada de celos en algo positivo, generoso y sinceramente bienintencionado, te traerá inmediatamente felicidad y alegría, y hará que el mundo sea un poco mejor.

Y, a la larga, hará crecer tu alma y te aportará la plenitud que anhelas, aunque no puedes saber qué forma adoptará ni cuándo ocurrirá. Prepárate para las sorpresas positivas y reconoce la oportunidad cuando se presente.

¿Pero qué pasa con la competencia, dirá usted? ¿No es algo saludable que nos ayuda a avanzar?

Sólo se compite contra uno mismo. No hemos venido aquí a competir contra otros, sino a competir contra nuestra propia naturaleza inferior, nuestros propios errores y malos hábitos, nuestras propias ilusiones sobre nosotros mismos y el mundo. El éxito y la competitividad son una consecuencia de ello. (Y sí, no hay nada malo en la competitividad en ese sentido).

Practica esto todos los días, y puede que cambie tu vida, aunque te lleve algún tiempo. Incluso podría cambiar la historia.

¿Qué tienes que perder excepto tu miseria?