En un momento en que la Unión Europea debate nuevas sanciones contra Rusia por el proceso unionista del Donbás, Jersón y Zaporozhie, tras más de medio año de confrontación con Ucrania, los líderes europeos no dimensionaron el problema al que se verían enfrentados en materia energética.
Ursula Von Der Leyen
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Así lo estimó en entrevista con Sputnik la especialista en relaciones internacionales Imelda Ibáñez, posgraduada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en referencia a la estrategia rusa de utilizar su suministro de combustible a Europa como factor de negociación.
"La Unión Europea no está completamente lista para enfrentar este invierno porque permitió, desde una lectura geopolítica, que la influencia de los líderes anglosajones, sobre todo de Estados Unidos, permeara completamente en las decisiones de los otros líderes occidentales europeos", evalúa la analista internacional.
Luego de los referendos en los que, a finales de septiembre, los ciudadanos de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporozhie eligieron por mayorías superiores al 80% sumarse a la Federación de Rusia, Bruselas advirtió que prepara un nuevo paquete de sanciones como represalia al proceso de la adhesión de las regiones, ratificado por el presidente Vladímir Putin, la Duma y el Senado ruso.

Paralela a las sanciones, la Unión Europea articuló una estrategia para sustituir el suministro energético de Rusia, un propósito que a la fecha se encuentra muy limitado, señala Ibáñez, pues requerirán décadas para sustituir el gas natural ruso con energías verdes.

"Será un invierno muy difícil en cuestión de esta crisis ya energética, sobre todo si tomamos el contexto de lo que sucedió la semana pasada con el gasoducto Nord Stream", considera la universitaria en referencja a las fugas que presentó y que fueron consideradas consecuencia de actos terroristas por el Kremlin.


Ibáñez, además, califica a la obra de infraestructura no sólo como una herramienta de suministro de gas, sino como un símbolo del consenso trabajado durante años entre Alemania y Rusia.

Desacuerdos internos ante las sanciones

Cuando inició la operación militar especial rusa, el bloque europeo operó de manera coincidente, considera Ibáñez, sin embargo al paso de los meses los países miembros de la Unión Europea han diversificado sus posiciones conforme a sus intereses internos y exteriores.

La Hungría de Viktor Orbán es el ejemplo más claro de la disidencia de algunos países a la postura sancionatoria de Bruselas, recuerda Ibáñez, en un escenario en que el primer ministro busca equilibrar posiciones y abonar a una salida al conflicto que reduzca la crisis en el bloque, sobre todo en materia económica.
"Y que se busque nuevamente la vinculación con la Federación de Rusia, sabemos que va a pasar mucho tiempo para que esta situación se estabilice", apunta la universitaria.
En tanto, estima que toda vez que las sanciones no sólo afectan al gobierno ruso sino también a su población, han alimentado posiciones rusófobas desde Europa, otro punto de disenso ya no sólo económico sino ideológico al interior del continente.

Aunque no forma parte de la Unión Europea, Ibáñez llama a observar las dinámicas de Turquía, que maneja muy bien una clave diplomática que le impida romper tanto con Bruselas como con Moscú.

Cambios de ruta debido al invierno

El invierno de este 2022 va a definir las posiciones de los países europeos ante Rusia, un punto crítico a partir del cual reacomodarán sus criterios en el largo plazo del conflicto, considera Ibáñez, en un escenario ya previamente dividido.

Los líderes europeos, adelanta, tienen un escenario muy difícil para brindar seguridad a sus ciudadanos ante el aumento de los costos de los energéticos, por lo que es imaginable que se multipliquen protestas en Hungría, Alemania o Chequia.
"(Alemania) se había beneficiado casi cerca de una década del negocio del gasoducto Nord Stream, entonces ahora roto el negocio en este contexto de crisis y sobre todo por lo que pasó físicamente al gasoducto en Alemania es donde se verán las mayores consecuencias acerca de esta crisis energética", señala.
Los líderes europeos tienen el desafío de demostrar a sus ciudadanos, estima, cuán capaces son de cohesionarse para hacer frente a la situación, además de diversificar su crítica. "El discurso político contra la Federación de Rusia, inclusive tratar de demonizar ya tanto a su líder, el presidente Vladímir Putin, como también a los otros miembros de su gobierno, puede que en algún momento llegue a desgastarse ante el arribo del invierno" y su posible descontento popular.

Otra consecuencia posible del aumento de tarifas energéticas, calcula Ibáñez, es que empresas desafiadas por las facturas abandonen sus espacios de negocio al no tener beneficios estratégicos ni una rentabilidad saludable.
"Los líderes europeos se enfrentan, en primer lugar, al descontento social por el aumento de tarifas de gas y electricidad, pero también se van a enfrentar a este capital que se va a ir, de las industrias o de las empresas que decidan cerrar o decidan abandonar a los países también por este aumento de los energéticos", señala.

¿Eficaz y duradera geopolíticamente la rusofobia?

La Unión Europea, recuerda Ibáñez, ha puesto empeño en aislar a Rusia mediante el discurso de la rusofobia y la adjudicación de que ellos reivindican a la comunidad internacional, si bien no queda claro qué países están contemplados en ese conjunto.

Sin embargo, apunta, las capacidades rusas de intercambio político no se limitan a la región euroatlántica, a pesar de que en estos momentos tiene ahí un frente crítico abierto con Ucrania.
"Rusia puede favorecerse de tender vínculos de cooperación con la región postsoviética y obviamente también con la región euroasiática, Rusia forma parte de estos tres puntos geopolíticos", señala Ibáñez.
"Entonces, los líderes europeos en algún momento deben de ya cambiar ese discurso oficial que tienen de rusofobia", declara, si bien no estima posible que esta modificación de posturas ocurra en el corto plazo ni antes del invierno.

Sin embargo, calcula que hacia 2023 los mandatarios del bloque europeo tendrán que retomar puentes bilaterales de comunicación con el Kremlin, que considera necesarios, si bien por ahora se mantiene la agudización por la influencia de Estados Unidos en la región, ejercida a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
"Y también en cuestión de sentido de cooperación energética está buscando la posibilidad de sustituir a la Federación de Rusia para que sean los estadounidenses quienes distribuyan y fijen un precio a los energéticos para los europeos", indica.
Este escenario, insiste la internacionalista, orillará a los mandatarios europeos a enfrentarse al desafío de reencontrar el diálogo con su par ruso para aliviar la situación y diversificar sus opciones.