Traducido por el equipo de SOTT.net

Las autoridades quieren exigir vacunas para comprar, vender o comerciar. Los cristianos están alarmados. Cualquier otra persona con cerebro también debería estarlo.
Monkey to Man to the Machine
La evolución pasa del mono al hombre y de este a la máquina
El nuevo totalitarismo se está poniendo a prueba a raíz de la Covid-19. En todo el mundo, toda persona debe someterse a "la salud y la seguridad". Mientras los funcionarios "puedan salvar una sola vida", cualquier política draconiana está justificada. En respuesta, millones de cristianos rechazan la vacuna covid por miedo a que sea la Marca de la Bestia. Su negativa ha suscitado oleadas de condescendencia armada por parte de médicos dogmáticos y no dogmáticos por igual.

El 9 de septiembre, Joe Biden exigió que toda la nación recibiera la vacuna, jóvenes o viejos, con o sin inmunidad natural. Dirigiéndose a los estadounidenses no vacunados, el católico nominal advirtió: "Hemos sido pacientes. Pero nuestra paciencia se está agotando".

Para muchos cristianos de todas las razas y nacionalidades, el tono agresivo del supuesto presidente tenía el peso de una profecía cumplida. Ven que la historia actual manifiesta la estructura simbólica de la Biblia.

¿Se equivocan?

El capítulo decimotercero del Apocalipsis — recibido como una visión por San Juan en la isla griega de Patmos — describe el ascenso de dos Bestias que instituirán un orden mundial único. Canalizando el poder del Leviatán, la primera Bestia blasfema emerge del mar:
"Se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación, y todos los habitantes de la tierra la adorarán".
Una segunda Bestia surge entonces de la tierra:
"Realiza grandes señales, incluso haciendo descender fuego de los cielos... Engaña a los habitantes de la tierra, diciéndoles que hagan una imagen para la [primera] Bestia... se le permitió dar aliento a la imagen de la Bestia para que [la imagen] pudiera hablar".
No es de extrañar que los cristianos vigilantes percibieran algo ominoso en la invención de la televisión, el monitor de sobremesa, el teléfono inteligente y, sobre todo, en las imágenes holográficas que poblarán la realidad aumentada. El cíclope resplandeciente ha hecho realidad un símbolo de dos mil años de antigüedad.
"La segunda bestia también obligó a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, a llevar una marca en la mano derecha o en la frente. Nadie podía comprar ni vender si no tenía la marca del nombre de la bestia o el número de su nombre... seiscientos sesenta y seis".
Imaginemos móviles en la mano de cada persona y cascos de realidad virtual atados a cada frente. Sea cual sea el significado final del Apocalipsis, si miramos más allá de los fantasmas específicos de la visión de San Juan, aparece un motivo inquietante de dominación mundial y seguimiento universal.

La marca como sistema de seguimiento

Hay innumerables maneras de interpretar la Marca de la Bestia. Los fundamentalistas tienden hacia una lectura literal. Convencidos de que estamos viviendo el Fin de los Tiempos, buscan correlaciones exactas entre el Libro y el mundo.

En los años 30, se suponía que era un número de la seguridad social para cada ciudadano. En los años 80, un código de barras UPC escaneable (supuestamente marcado con tres 6) estampado en cada producto. En los 90, los ministros radicales estaban seguros de que sería un chip de seguimiento RFID clavado en cada palma de la mano. A principios de los 2000, era la identificación biométrica.

Hoy, la Marca de la Bestia parece un pinchazo covid en cada brazo, aunque nadie parece ponerse de acuerdo sobre los detalles. A medida que avanza la tecnología, también lo hacen los cálculos para el 666.

El 27 de agosto, la OMS publicó un documento detallando las especificaciones técnicas del uso de códigos QR para implementar pasaportes vacunales digitales, tanto a nivel local como mundial. Como cualquier ludita podría predecir, la investigación fue financiada en parte por la Fundación Bill y Melinda Gates.

Incluso desde un punto de vista puramente literario, la galopante evolución tecnológica refleja el siniestro Apocalipsis de San Juan. Guiados por esta narración sagrada, los literalistas bíblicos de hoy otean el horizonte en busca de señales y presagios concretos. Puede que sea más ambiguo de lo que esperan.

Permítanme ser el primero en decir que no soy pastor ni teólogo (aunque me formaron los últimos eruditos que quedaban en la velozmente deteriorada Escuela de Teología de la Universidad de Boston). Mi propósito no es argumentar aquí un dogma religioso, sino destacar claros paralelismos entre el mito cristiano y los acontecimientos actuales.

Los fieles tienen buenas razones para temer. También los no creyentes. Incluso si consideramos el Apocalipsis de Juan como un símbolo cósmico, una señal visionaria que apunta a una realidad mayor, la historia del profeta refleja verdades profundas que se están cumpliendo.

La marca como vigilancia de alta tecnología

A finales de 2018, Biohax International en Estocolmo, Suecia, llamó la atención de la NPR, The Independent y ArsTechnica. En ese momento, la compañía había inyectado chips en las palmas de las manos de más de 4,000 suecos con un dispositivo de identificación por radiofrecuencia (RFID), cada uno del tamaño de un grano de arroz.

Mediante la comunicación de campo cercano, los implantes Biohax permiten a los receptores acceder a sus lugares de trabajo, hogares, gimnasios, eventos en directo y transporte público. También pueden almacenar contraseñas de redes sociales, información sanitaria personal y dinero para realizar compras sin efectivo. Ese mismo año, la compañía de bioimplantes Dangerous Things, con sede en Seattle, estimó que entre 50 y 100 mil personas en todo el mundo habían sido chipeadas por varias corporaciones tecnológicas.

Luego, en diciembre de 2019, un equipo de investigadores del MIT desarrolló un tatuaje de puntos cuánticos para la verificación de vacunas. Su propuesta fue publicada en Science Translational Medicine. El proyecto suscitó un gran interés por parte de Bill Gates, que financió personalmente la investigación a través de la Fundación Gates.

El tatuaje de puntos cuánticos se administra mediante un parche de microagujas junto con cualquier vacuna. Las nanopartículas fluorescentes se colocan en una configuración específica (una especie de código QR incrustado en la carne) que puede escanearse con luz infrarroja en un teléfono inteligente modificado. La experimentación en ratones de laboratorio indica que el tatuaje de puntos cuánticos durará hasta cinco años. El director del proyecto declaró abiertamente que su objetivo es la "utilización generalizada" en humanos.

Estas tecnologías invasivas encajan en un paradigma más amplio conocido como el "Internet de los cuerpos", una versión fisiológica del ya omnipresente "Internet de las cosas". El concepto ha suscitado un enorme interés en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza). Un artículo de Xiao Liu, miembro del Centro para la Cuarta Revolución Industrial del FEM, publicado en junio de 2020 en el sitio web del FEM, defiende el uso de biosensores para controlar la salud personal y pública.

Xiao explica que los biosensores pueden ser ponibles, como un reloj inteligente o un FitBit, o ser implantes digitales dentro del cuerpo. También pueden ser una píldora digital ingerible. Estos dispositivos se utilizarán para controlar la temperatura, la frecuencia cardíaca, los niveles de glucosa, de oxígeno en sangre, etc.

En esencia, conectarán procesos corporales con dispositivos del entorno digital más amplio. Ya existen muchas versiones de estos biosensores. Pensemos en la larga historia del marcapasos.

En 2016, al presidente del FEM, Klaus Schwab, le preguntaron cuándo podríamos esperar que a los seres humanos se les implantaran chips digitales en el cerebro. Con los ojos fijos y mirada anhelante respondió:
"Sin duda en los próximos diez años. Y al principio los implantaremos en nuestra ropa. Y luego podríamos imaginar que los implantaremos en nuestros cerebros, o en nuestra piel. Y al final, tal vez, habrá una comunicación directa entre nuestro cerebro y el mundo digital. Lo que vemos es una especie de fusión del mundo físico, digital y biológico".
Schwab continuó hablando de las virtudes de los robots sirvientes que harán las tareas domésticas y resolverán difíciles tareas cognitivas, dejándole a uno libre para reflexionar sobre lo que solía significar ser humano.

Cuatro años después, PC Magazine informaba que Microsoft acababa de presentar una solicitud de patente para un sistema biosensor basado en la cadena de bloques. El invento es básicamente una zanahoria y un palo electrónicos que monitorizan la actividad del usuario (movimientos oculares y musculares, ondas cerebrales, fluidos corporales, etc.) y recompensan automáticamente los comportamientos deseados con pagos en criptomoneda.

A pesar de lo siniestro de este plan pavloviano, los cristianos curiosos también han observado una inquietante sincronía. El número de publicación de la aplicación de Microsoft es WO/2020/060606. Los observadores más imaginativos vieron esto como un código para "Orden Mundial/2020/666".

Poco después (cuando se intensificaron los bloqueos por Covid-19, los mandatos de mascarillas, el contagio alarmista y la ingeniería social manifiesta) se descubrió que el representante Bobby Rush (D-IL) había presentado un proyecto de ley en la Cámara de Representantes para financiar el rastreo digital de contactos para los estadounidenses.

¿La denominación numérica? H.R. 6666.

Es como si los Poderes fuesen a provocar la paranoia cristiana.

La marca como símbolo perenne

A medida que los descubrimientos científicos se ponen al día con las tradiciones antiguas, los pensadores modernos han observado diversas correlaciones entre ambos. La neurociencia aporta pruebas de muchos conceptos desarrollados por monjes budistas, como se expone en la obra de Robert Wright Por qué el budismo es verdadero: Ciencia y filosofía de la meditación y la iluminación. El físico Fritjof Capra mostró cómo antiguas especulaciones chinas prefiguraron los descubrimientos de la mecánica cuántica en El Tao de la física: Una exploración de los paralelismos entre la física moderna y el misticismo oriental.

De hecho, la creencia de que todos los seres vivos son sensibles (que inspiró el concepto de ahimsa, o "no a la violencia", para hinduistas, jainistas y budistas tradicionales) está ampliamente justificada por la ciencia moderna de la cognición animal y, hasta cierto punto, por la respuesta visceral de las plantas a los estímulos. Y, sin embargo, por la razón que sea, las ideas cristianas sobre las estructuras más profundas de la realidad resultan un poco demasiado cercanas.

Una interpretación general es que la bestia del Apocalipsis simboliza el poder centralizado, los instintos animales desenfrenados y el potencial de opresión global. Las diversas manifestaciones concretas son tan antiguas como la propia historia. En última instancia, esta lucha por la libertad se extiende desde la jerarquía de los primates hasta la era tecnotrónica actual.

Justo después de la adopción generalizada de Internet, los cristianos conectados por puntos se dieron cuenta de que, según una aplicación superficial de la numerología hebrea, WWW (la "world wide web") es igual a 666. La letra alfabética "W" se translitera al hebreo como la letra ו, o "waw", cuyo valor en gematría es 6. Por lo tanto, en la superficie: www = 666. Las pruebas están justo ahí, en Internet.

Es una coincidencia espeluznante, pero relaciones numerológicas similares se remontan a la época en que escribió San Juan, en el siglo I d.C.

El libro original del Apocalipsis fue escrito y difundido en griego. En aquella época, el emperador romano Nerón perseguía a las comunidades cristianas de todo el Mediterráneo. Después de una transliteración de "César Nerón" del griego al hebreo — de NEPΩN KAIΣAP a נרון קסר — las letras hebreas suman el valor numérico 666. Lo mismo ocurre con las letras griegas para "bestia" — therion (θηρίον) — cuando se transliteran al hebreo (תריון). Esta imagen resuena con la brutalidad primaria de Nerón.

Dejando a un lado las disputas teológicas, parece que el 666 es un símbolo perenne que abarca épocas lejanas. Desde un bestial emperador romano hasta los números de la seguridad social, pasando por los códigos de barras, los chips RFID, los teléfonos inteligentes, los cascos de realidad virtual, los códigos QR y los tatuajes cuánticos, la Marca de la Bestia representa un sistema universal de control. El mito subyacente está siempre de actualidad.

La amenaza de los mandatos de vacunación y las exportaciones mundiales de vacunas reflejan una metanarrativa válida que subyace a los acontecimientos históricos. Puede que la imagen de la bestia que aparece en el Apocalipsis no sea exacta, pero es precisa.

Los visionarios cristianos deben ser apreciados por su perspicacia. Durante milenios, han lanzado un grito de guerra perdurable a favor de la resistencia y la acción humanas. Hoy, sus narraciones poéticas son un baluarte contra la tecnocracia.

Al igual que el 11-S, la pandemia del Covid-19 abrió la puerta de entrada a fuerzas oscuras en todas nuestras vidas. A medida que diversos totalitarios incitan y luego se aprovechan del miedo para exigir sumisión, la "superstición" cristiana está demostrando ser tan relevante para los no creyentes como para los fieles.

Que nunca se diga que nadie avisó al mundo.