Los volcanes no surgen de la noche a la mañana. Por ejemplo, el Paricutín, en Michoacán (México), nació en 1942 y casi un año más tarde, hizo erupción. Su actividad duró una década. Por esta razón, es importante no alarmarnos ante los rumores de una nueva estructura geológica de esta índole en la Ciudad de México.
Volcano
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Durante las últimas semanas, varios textos y comentarios en redes sociales hacían énfasis en el surgimiento de un volcán en la capital mexicana próximamente, ubicado en la sierra del Chichinautzin, que se extiende entre la Ciudad de México, Morelos y el Estado de México.

Sin embargo, esto ocurrirá en miles de años, aclara en entrevista para Sputnik la investigadora titular del Instituto de Geofísica de la UNAM Ana Lillian Martín Del Pozzo. "No tenemos indicios de que vaya a nacer un volcán pasado mañana", puntualiza.

El tiempo estimado para que surja es entre 800 y 1.200 años, según declaró el doctor Hugo Delgado Granados, también integrante del Instituto de Geofísica de la UNAM, en una charla para el diario mexicano Milenio.

¿Cómo surge un volcán?

El 20 de febrero de 1943, los habitantes de San Juan Parangaricutiro notaron que la tierra temblaba y un estruendo emanaba de ella. De acuerdo con testimonios de la época, eso inició a las 16:00 horas y, tan solo ocho horas más tarde, fumarolas, ceniza y explosiones piroclásticas salían del cráter que unos meses atrás se había formado en el norte de la base del pico de Tancítaro, en el eje volcánico del estado de Michoacán. Fue así como nació el volcán Paricutín.

La manera en que surgen los volcanes es por el movimiento de las placas tectónicas y por los puntos calientes, donde el material incandescente fluye en un sitio específico del planeta.

"La actividad volcánica tiene una relación directa con la existencia de calor en zonas relativamente profundas de la corteza, las cuales son conocidas como cámaras magmáticas. Estas se caracterizan por tener temperaturas y presiones más elevadas que las de los materiales que las rodean, y en su interior coexiste una mezcla de materiales en estado sólido, líquido y gaseoso llamado magma", refiere el investigador del Instituto de Geología de la UNAM Sergio Rodríguez Elizarrarás en la página web del organismo.

Un aspecto muy importante de los volcanes es que no todos se forman al ras del suelo, como el Popocatépetl, por ejemplo. Existen, al menos, un millón de volcanes submarinos en el mundo, de acuerdo con estimaciones de la Universidad Estatal de Oregon (OSU, por sus siglas en inglés).

Tan solo en el sur de la Cuenca de México — en la zona centro del país — hay cerca de 300 volcanes que podemos divisar fácilmente. Puntualmente, en la Ciudad de México, hay ocho: Xitle; Teuhtli; Chichinautzin; Pelado; Cuauhtzin; Guadalupe, Tláloc y el Ajusco.

La mayoría de ellos son de tipo monogenéticos, es decir, solo hacen erupción una sola vez, su periodo de vida es corto y suelen ser de tamaño pequeño.

"También tenemos la sierra de Santa Catarina, que está por la zona oriente de la Ciudad de México, que [tiene] conos de tezontle. Todos esos son volcanes. Tenemos una historia volcánica desde hace millones de años en esa área", destaca Martín Del Pozzo.

La también docente de la UNAM señala algunas de las características que indican que un volcán puede nacer y son las siguientes:
  • Incremento de la sismicidad
  • Aumento de temperatura en la zona
  • Cambios en el movimiento del agua
Sin embargo, en ocasiones, no surge ninguna nueva estructura geológica de esta índole.
"Hace años, estábamos esperando que naciera un nuevo volcán en Chile, donde nos pidieron nuestra asesoría, pero no ocurrió. No todo el magma que se mueve sale en forma de erupción. La mayor parte se queda abajo", comenta.
Lo que se sabe del 'nuevo' volcán

El estudio de la sierra de Chichinautzin — donde posiblemente nacerá un volcán en miles de años — data del siglo XIX. El primero en analizar esta región del país fue Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander Freiherr von Humboldt en 1849.

La doctora Martín Del Pozzo, junto con otros especialistas y sus estudiantes, han hecho investigaciones sobre la región desde la década de 1980.

"Se han hecho muchos modelos y probabilidades. De ahí salió que puede nacer un volcán, pero esto no necesariamente indica que será próximamente. Los volcanes dan avisos. Inclusive el Popo, cuando subió su actividad, ya habíamos visto magma nuevo que estaba subiendo y, por lo tanto, los aparatos [especiales para ello] nos dan información", declara.

"Hay varias zonas [en la Cuenca de México] que son propensas por la concentración de los volcanes, pero para ver eso [de manera precisa] necesitamos mayores equipos para detectar si hay mayor cambio", ahonda la investigadora de la UNAM, quien aclara que, en caso de surgir otra estructura de esa índole, no causaría una erupción en cadena.

En el caso de la zona sur de la Ciudad de México, donde se prevé que podría surgir la nueva estructura geológica en miles de años, hay una gran cantidad de bosques y reservas ecológicas.

"El Xitle y las grandes cuevas que están junto a Canal 13, que son área natural protegida, son maravillosas, porque tenemos muchísimas estructuras que han formado todo este relieve que lleva a Ciudad Universitaria, al Pedregal, a Cuicuilco, y que nos dice cómo fueron esas erupciones. Tenemos que aprovecharlas de manera positiva", apunta la experta.

Convivir con nuestros volcanes

Ante el temor surgido por este posible nuevo volcán en la Ciudad de México o zonas aledañas a ella, la investigadora titular del Instituto de Geología de la UNAM, invita a la población a leer más información relacionada con la Cuenca de México, por ejemplo.

Además, comenta que en sitio web del organismo donde está adscrita hay videos y textos donde se pueden obtener datos al respecto.
"Entre más divulguemos las partes positivas de nuestro entorno y conozcamos dónde estamos, podemos [tener conciencia al respecto]. Por ejemplo, la gente de Cuicuilco hizo las pirámides redondas por todos los volcanes que estaban alrededor; ya tenían cierto conocimiento al respecto. Entonces, nosotros tenemos la obligación de saber dónde estamos, aprovechar los recursos y cuidar nuestro entorno", destaca.