Sin embargo, los científicos afirman que las futuras misiones estarán a salvo tanto de los raros rayos como de los meteoros que se queman en las nubes del planeta.
Venus
© FutureVenus fotografiado por el orbitador Akatsuki en marzo de 2018
Las espesas y ácidas nubes de Venus siguen rodeando de misterio al planeta vecino.

Los científicos han debatido durante mucho tiempo si los intrigantes destellos de luz registrados por anteriores misiones a Venus son pruebas de la caída de rayos en el planeta. Si esos destellos son realmente rayos, las futuras misiones al ventoso planeta deberán diseñarse de modo que sean lo bastante resistentes como para sobrevivir a los mismos, pues se sabe que dañan los componentes electrónicos aquí en la Tierra.

Además, los rayos en Venus significarían que el vecino cósmico de la Tierra se uniría al extraño club planetario cuyos miembros actuales (la Tierra, Júpiter y Saturno) albergan rayos en sus nubes. Estos destellos de luz también serían únicos en el mundo, ya que existirían a pesar de que las nubes de Venus carecen de agua, una sustancia considerada clave en la creación de cargas eléctricas.

Así pues, los científicos están entusiasmados con la posibilidad de que haya rayos en Venus, pero hasta ahora las pruebas han sido, como mucho, circunstanciales.

Y ahora, un nuevo estudio sugiere que los rayos podrían ser extremadamente raros en el planeta. En su lugar, ofrece la posibilidad de que los meteoros que arden en lo alto de la atmósfera de Venus sean muy probablemente los responsables de los destellos de luz detectados.

Suponiendo que en Venus llovería un número de meteoros similar al que se observa en la Tierra, el equipo calculó el número de destellos que deberían provocar estas rocas espaciales. A continuación, los investigadores compararon esos datos con los destellos registrados en la atmósfera del planeta por dos sondeos: El Observatorio del Monte Bigelow en Arizona y el orbitador japonés de Venus Akatsuki, que ha estado rodeando a nuestro vecino planetario desde 2015.

Los resultados mostraron que las rocas espaciales que se queman a unas 62 millas (100 km) de la superficie de Venus "pueden ser responsables de la mayoría o incluso posiblemente de todos los destellos observados", según el estudio. "Los rayos, por tanto, no parecen una amenaza para las misiones que atraviesan o incluso permanecen dentro de las nubes".

Los datos de anteriores misiones a Venus de EEUU, Europa y la antigua Unión Soviética incluían señales que los científicos han interpretado durante mucho tiempo como rayos, y sospechaban que incluso se producían con más frecuencia que los que destellan en la Tierra.

Sin embargo, en el pasado reciente, tanto la sonda Cassini, con destino a Saturno, como la Parker Solar Probe, con destino al Sol, "buscaron pero no encontraron señales de radio de los rayos" en Venus, escriben los investigadores en el nuevo estudio.

Estudios como este son importantes para planificar futuras misiones a Venus, un esfuerzo que se considera necesario desde hace tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que la reciente detección de un posible volcán activo en la superficie del planeta demuestra que el mundo aún puede estar geológicamente activo.

Si los rayos son realmente un riesgo, las sondas que intenten descender a la superficie de Venus o las que vayan a flotar durante meses en su espesa atmósfera necesitarán protección mientras recogen valiosos datos.

Aunque todavía puede haber rayos en la superficie causados por erupciones volcánicas, el nuevo estudio concluye que, en general, no son motivo de preocupación significativa para futuras misiones.

Las futuras sondas que desciendan rápidamente a través de la atmósfera de Venus son seguras, afirman los investigadores. Entre ellas se encuentra la sonda DAVINCI (por sus siglas en inglés: Investigación de gases nobles, química e imágenes de la atmósfera profunda de Venus) de la NASA, cuya inmersión en la atmósfera del planeta está prevista para principios de la década de 2030.

En el caso de las plataformas aéreas de larga duración, que permanecen en las nubes del planeta durante 100 días terrestres o más, el estudio concluye que es más probable que se produzca un rayo si la sonda se encuentra a menos de 90 km de la superficie.

"Sin embargo, un rayo a una distancia moderada podría parecer más emocionante que peligroso", según el nuevo estudio.

Esta investigación se describe en un artículo publicado el 25 de agosto en el Journal of Geophysical Research: Planets.