Traducido por el equipo de SOTT.net

Cuando ilustres líderes de la oposición no pueden definir lo que es una mujer, hay que preguntarse qué demonios está pasando.
LGBTQ
¿Por qué se vende toda esta basura sobrevalorada y clasificada X desde todas las direcciones?

¿De verdad hemos inundado las bibliotecas escolares con libros homoeróticos dirigidos a niños de 6 años?

¿De quién fue la idea de consagrar la hora del cuento drag queen como rito de iniciación?

¿Y desde cuándo es aceptable que cretinos con fetiches de colegiala mantengan conversaciones íntimas y sin supervisión con nuestros hijos?

En cualquier otro tiempo, sería llamado exposición indecente o peor: engaño pederasta (grooming). Pero hoy no. El narcisismo autoindulgente es el estándar de la autoexpresión. Las conversaciones que la gente debería tener con su terapeuta se han convertido en temas de debate de máxima audiencia. Es otro día, otro desfile carnavalesco de tipos con vestido que se pasean por las redes sociales. Cuanto más espeluznante y degenerado es el contenido, más inalienable es el derecho a restregártelo por las narices. Mientras se mantengan sus derechos, todos los demás se dispersan en el viento. Ya no son las mujeres y los niños lo primero, sino cualquier hombre adulto y licencioso con un fetiche que necesite ser validado.

Por lo general, se trata de un espectáculo alucinante que pasaría totalmente desapercibido si no fuera por los algoritmos. Incluso entre los hombres que carecen de distinción, parafraseando a Trampa 22, la talla de Dylan Mulvaney destacaría inevitablemente como un hombre que carece aún más de distinción que el resto.

Pero no tan rápido. El progresismo ha conseguido pulir el proverbial zurullo, hasta el punto de que los más nauseabundos y deleznables son llevados a posiciones de megaestrellato, admirados no por su virtud, sino por su total falta de credibilidad.

Estoy totalmente a favor de la libertad de expresión, de que los hombres estén en contacto con su lado femenino, pero es cuando a los escolares se les manda proporcionar lo que constituye una sesión de psicoterapia gratuita cuando tengo un problema; y es cuando a los más inmorales se les pone una aureola por la sabiduría popular cuando empiezan a sonar las alarmas.

Algunos crecimos en una época en la que las divagaciones desquiciadas del alter ego de una persona estaban sujetas a una estricta confidencialidad médico-paciente, mientras que hoy en día estos trastornos psicológicos son celebrados como el sello virtuoso del ciudadano posmoderno, por una sociedad a la que le encanta sufrir más que al tonto ocasional.
Mafia del alfabeto

Fundada sobre los principios de que la diversidad es nuestra fuerza, el fanático LGBTQ de tu jardín no es más que otro miembro de otro club. En lugar de ser una personificación única de sí mismo, es un desubicado poco atractivo y con sobrepeso a la deriva en un mar de otros desubicados poco atractivos con sobrepeso.

No se trata tanto de defender la expresión individual como de crear una sociedad de admiración mutua.

Y lo que realmente se ataca aquí no son los sentimientos de la gente, sus delirios de identidad o su derecho al libertinaje inmoral, sino que lo que está bajo asedio es lo fundamental de nuestra humanidad.

Como si hubiera sido conquistada por un enemigo extranjero, la bandera arco iris cuelga de todas las instituciones públicas, el Servicio Nacional de Salud (NHS) está borrando la palabra "mujer", las escuelas enseñan a niños de 11 años (muchas niñas acaban de empezar a menstruar) que si se sienten incómodos en su cuerpo puede que sean transgénero y, según Wikipedia, hay 107 identidades de género y subiendo.

Si nos atenemos a las lecciones de la historia, los sistemas autoritarios suelen comenzar con intentos de obligar a las masas a adoptar el tipo de pensamiento colectivo erróneo que abunda en la ideología de género, y suelen implicar el secuestro de la ciencia y los valores, el lenguaje y la cultura.

El arco iris es una de esas requisiciones, otra son las sirenas, el orgullo proviene de la unidad familiar de los leones, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿se trató siempre de niños y de la desorganización familiar, en lugar de la autoexpresión y la inclusión?

Grandes farmacéuticas

Entre el consorcio de intereses creados se encuentran las grandes farmacéuticas. Se prevé que el mercado de la cirugía de reasignación de sexo, valorado en 623 millones de dólares en 2022, alcance la asombrosa cifra de 1.900 millones en 2032, y que el coste de cada transición quirúrgica oscile entre 125.000 y 140.000. Por no hablar de los fármacos hormonales sustitutivos y los antidepresivos recetados de por vida para la crisis de salud mental no resuelta que la mutilación corporal va a exacerbar, y tienes un montón de dinero para grupos de presión política, personas influyentes y, finalmente, el cambio social.

Violando su juramento hipocrático, los cirujanos han pasado de amputar tejidos enfermos a órganos sanos. Es comparable a la práctica ilegal de la mutilación genital mal vista por los mismos cruzados morales que defienden el derecho de los niños trans a violar sus propios órganos sexuales. Es la misma energía respaldada por un imperativo moral aceptable y no inaceptable.

En EEUU, la prescripción de fármacos para terapias hormonales se ha más que duplicado entre jóvenes de 6 a 17 años, mientras que en Reino Unido el efecto de la pandemia ha hecho que el número de jóvenes que buscan ayuda por problemas de salud mental pase del 12% de los niños en 2017 al 17,8% en 2022.

Todo es divertido hasta que deja de serlo. Uno de los estudios más concluyentes, realizado en Suecia, descubrió que la tasa de suicidio de quienes se habían sometido a cirugía de reasignación de sexo era 20 veces superior a la de sus coetáneos.

Mercadotecnia de la disforia de género

El hecho de que el 1,8% de los niños y el 0,6% de los adultos se identifiquen con el sexo opuesto significa que dos tercios de los niños que de pequeños se identifican como transexuales acabarán superando la disforia de género de adultos.

Pero no si quienes impulsan la ideología de género tienen algo que ver con ello. En los últimos años se ha disparado la mercadotecnia dirigida directamente a los niños, ya que los anunciantes gastan más de 12.000 millones de dólares al año en dirigirse a ellos y, dado que la mayoría tiene ahora televisores en sus dormitorios, se calcula que los niños ven más de 40.000 anuncios al año.

Sin embargo, la mayor explosión de publicidad dirigida al mercado juvenil se debe a la falta de supervisión en Internet y a los avances en las formas en que vendedores sin escrúpulos se dirigen a los menores a través de influyentes.

Si los pronombres son la droga de entrada, los influyentes son los vendedores ambulantes. Incluso entre los adultos, los influyentes tienen un enorme poder de persuasión: el 61% de los consumidores adultos confían en sus recomendaciones. Los niños, en cambio, no entienden la intención persuasiva como los adultos, ya que las estructuras cognitivas aún no se han formado.

Ahora imagina cómo se relaciona la miopía de un niño con influyentes como Dylan Mulvaney o, peor aún, con tremendos contenidos en TikTok y Snapchat.

¿Acaso es de extrañar que la Generación Z tenga casi cuatro veces más probabilidades que los mayores de 40 de identificarse como transgénero, no binario o no conforme con el género? ¿O que uno de cada cinco estudiantes de secundaria se identifique como no heterosexual?

Edward Bernays

Podría decirse que todo se remonta a Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, que contribuyó a que EEUU pasara de ser una nación de ciudadanos a una nación de consumidores.

Considerado el padre fundador de la propaganda, Bernays adaptó la teoría de Freud de que las personas estaban motivadas por deseos ocultos para convencer a los estadounidenses de que debían comprar bienes de consumo no por su necesidad, sino porque expresaban un sentido oculto de su yo interior. Convenció a las empresas de que si creaban deseos en exceso en una sociedad, esos deseos no sólo se satisfarían con bienes de consumo, sino que si esos bienes podían vincularse a los sentimientos de la gente, los objetos irrelevantes se convertirían en poderosos símbolos emocionales de adoración.

Las teorías de Bernays ayudaron a poderosos intereses a divorciar a las masas de la política pública y transformaron el consumismo en el motor central de la vida estadounidense.

En nombre de los grandes intereses del tabaco. Bernays convenció a las mujeres estadounidenses para que fumaran (en una época en la que era socialmente inaceptable que lo hicieran) basándose en la teoría del psicólogo A.A. Brill de que los cigarrillos eran símbolos fálicos del poder sexual masculino que "darían a las mujeres sus propios penes".

Para poner a prueba la teoría, Bernays secuestró el desfile del Día de Pascua de Nueva York con un grupo de ricas debutantes disfrazadas de sufragistas listas para encender un cigarrillo a la señal de Bernays. Y, con la prensa al alcance de la mano para captar el momento, la infame campaña Antorchas de Libertad se desató en todas las portadas.

Bernays había creado esencialmente la idea de que si una mujer fumaba sería más poderosa, libre e independiente, y si otras se identificaban con este ideal debían encender sus antorchas de libertad en solidaridad.

Gran parte de la ideología woke actual está cortada por el mismo patrón. Movimientos sociales enteros que reunidos en torno a tópicos como diversidad, equidad e inclusión son poco más que una agenda geopolítica que se desarrolla a través de la captura de movimientos de base por parte de aquellos que buscan romper y fragmentar la sociedad, siguiendo la vieja tradición de divide y vencerás.

El mismo mensaje subliminal impregna la ideología trans. Si crees que no encajas en una sociedad profundamente polarizada, la culpa es de tu propia biología y no del zeitgeist imperante. Los ingenieros sociales crean las condiciones para una desconexión existencial masiva y ofrecen la reasignación de género como solución. Echar aún más gasolina a las llamas del malestar espiritual hasta que la sociedad haya superado el punto de no retorno.

Eugenesia de género

Un movimiento similar se puso en marcha a principios del siglo pasado, cuando las políticas eugenésicas se propusieron eliminar a los indeseables del acervo genético esterilizando por la fuerza a más de 70.000 débiles mentales, discapacitados, homosexuales y minorías étnicas.

La teoría de la eugenesia se sustentaba en los postulados elitistas, racistas y sexistas de los responsables políticos del gobierno, destacados industriales y psicólogos, sexólogos, educadores y reformadores sociales de tendencia mayoritariamente izquierdista. Entre ellos se encontraban la pionera británica del aborto Marie Stopes y la fundadora de The American Birth Control League (que se convertiría en Planned Parenthood), Margaret Sanger. En otras palabras, los mismos actores principales que impulsan la ideología woke actual.

En 1969, Planned Parenthood dirigió una carta al Consejo de Población de John D. Rockefeller, conocida como The Jaffe Memo, en la que proponía varias políticas mendaces para frenar el crecimiento demográfico, entre ellas el impuesto infantil, los abortos obligatorios, las esterilizaciones obligatorias y, lo que es más importante, el fomento del aumento de la homosexualidad.
reduce fertility
Hay quien sostiene que la transgenerización de los niños es eugenesia con otro nombre. Los no heterosexuales esterilizados por orden judicial hace un siglo, lo hacen hoy por voluntad propia. Los adolescentes destetados con bloqueadores hormonales durante 12 meses que hacen la transición a hormonas transgénero se arriesgan a la esterilización o, como dice el NHS, a la infertilidad permanente.

Estudios sugieren que las personas con autismo son mucho más propensas a identificarse como LGBTQ, con una investigación de la Universidad de Cambridge que concluye que los adultos y adolescentes autistas son aproximadamente ocho veces más propensos a identificarse como asexuales y "otra" sexualidad que sus iguales no autistas. Lo que nos lleva a preguntarnos si la disforia de género es un diagnóstico erróneo de la neurodivergencia, es decir, del autismo.

A principios de siglo, los eugenistas consideraban débiles mentales a las personas con autismo, bajo pena de esterilización.

Lo que la eugenesia y la disforia de género también tienen en común, según la académica feminista lesbiana Sheila Jeffreys, es que "ambas prácticas se basan en la idea de que ciertos comportamientos problemáticos tienen una base biológica y pueden 'curarse' mediante tratamientos que alteran y afectan a las características sexuales".

Jeffreys argumenta que ambos son programas de ingeniería social institucionalizada por parte de socialistas, académicos, psicólogos y sexólogos en su mayoría de izquierdas.

Conclusión

Heredera del legado de Bernays, la programación predictiva y los mensajes subliminales dirigen la opinión pública actual donde priman los sentimientos sobre los hechos, los sentimientos sobre los principios y el populismo patrocinado por el Estado sobre las causas sociales tradicionales.

El resultado es una generación destetada con una agenda corporativa y política disfrazada de ideales sociales y una sociedad que se ha convertido en una inversión de sí misma.

Las apariencias progresistas de la ideología de género, paradójicamente, pretenden destruir las cualidades matizadas de la identidad existencial adquiridas a lo largo de toda una vida de experiencia práctica aplicada.

Bajo la rúbrica trans, ya no se trata de quién eres, de qué estás hecho, del contenido de tu carácter, sino de todo lo que imaginas ser pero no eres. Las vidas que no vives en lugar de las que sí. Cómo te sientes sin rumbo de un día ocioso al siguiente, ondeando al viento como las hojas de otoño del año pasado.

Es la fabricación de una fantasía de lo que debe ser una mujer, pronunciándola tan poco excepcional que es instantáneamente replicable.

Esta ideología reduccionista degrada las características sociosexuales en un puñado de tropos, los carga en la parte trasera de una máquina expendedora de medios sociales que, como cualquier otra frontera de nuestra sociedad posconsumo, escupe cosas totalmente desechables sin valor. La cultura del usar y tirar, surgida de los experimentos propagandísticos de Bernays en los años veinte, se extiende ahora más allá de los objetos y las cosas, a las personas y sus identidades.

La misma agenda de ingeniería social que divorció a las masas de la política pública utilizando el consumismo, está hoy disociando a los menores de sus cuerpos, según algunos, como preludio del transhumanismo.

No poseerás nada, en particular de tu propia identidad, y con un sinfín de trastornos neurológicos, serás feliz a base de antidepresivos. Si te gustan las vacunas de ARN modificado sintéticamente y la cirugía de reasignación de género, te encantará el Internet de los Cuerpos.

Las consecuencias previstas de la ideología de género, al parecer, es transformar a las personas con espectro autista en prototipos para el futuro de la humanidad: una generación sumisa, fácil de engañar y sin escrúpulos, en permanente desacuerdo con su identidad, que se entromete en su biología y está preparada para cualquier futuro de ingeniería social que sus titiriteros les tengan reservado.

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