Traducido por el equipo de SOTT.net

A veces da la sensación de que vivimos en una vertiginosa casa de espejos narrativos y que cualquiera que esté sinceramente interesado en recorrer el verdadero camino a través del mundo corre el riesgo de ser incapaz de ver el verdadero camino al quedar atrapado en nuestra horrible sala de reflejos insinceros.
Peter Hotez
Dr. Peter Hotez, portavoz de la "ciencia" oficial
La verdad de cualquier asunto, los hechos objetivos y las teorías consilientes, parecen importar menos que la capacidad de una idea o narrativa para reflejar a la gente lo que desea ver. Nuestro mercado de ideas incentiva la fabricación de espejos narrativos que proporcionan a los narcisistas epistemológicos la oportunidad de verse a sí mismos bajo una luz favorable y asegurarse un puesto en los medios que han pasado de ser conservadores de nuestro lóbulo frontal a antagonistas de nuestra amígdala.

Hablando de narcisistas epistemológicos y espejos narrativos, hablemos de Peter Hotez y su narrativa de un creciente movimiento "anticiencia".

Peter Hotez se autoidentifica como científico y parece pasar la mayor parte de su tiempo correteando por medios de comunicación predominantemente liberales, utilizando su estatura de "el científico" para tergiversar, degradar y gritar "desinformación" sobre la información, visiones del mundo e incluso teorías científicas que difieren de las suyas. Cualquier científico que discrepe del Dr. Hotez y de sus escandalosas, inhumanas, insensibles e irracionales proclamas es bloqueado y ridiculizado. Aunque la verdad puede rebotar en Hotez como las balas en Thanos, parece que nuestros desacuerdos han penetrado con éxito la armadura del ego del Dr. Hotez y se está materializando una nueva defensa del ego.

Ahora, el Dr. Hotez afirma que existe "un movimiento anticientífico", un hombre del saco cultural y político que pretende socavar la ciencia y atacar a los científicos. No me cabe duda de que a Hotez le encantaría chasquear los dedos y hacer desaparecer lo que él considera personas, creencias e instituciones "anticientíficas" en un acto de benevolencia antiheroica por el mundo.

Sin embargo, toda la noción de "anticiencia" es una narrativa. No es un objeto físico como la "antimateria" o el "antígeno", ni un proceso como la "maduración de anticuerpos", ni una condición clínica objetiva y diagnosticable como el "trastorno antisocial de la personalidad". La "anticiencia" no es más que un intento de nombrar una cosa que Hotez ve, pero Hotez ve nuestro mundo político desde un silo lejano y vive en una sala de espejos de diseño propio. Como consecuencia del distanciamiento de Hotez de la gente y de los patrones que está etiquetando como "anticiencia", la cosa que Hotez ve no es una cosa que exista en nuestro universo compartido y objetivo.

Para entender lo que Hotez ve, por qué lo ve y por qué no es una cosa de nuestro universo, tenemos que proporcionar, lo mejor que podamos, un conjunto mínimo y objetivo de hechos históricos que puedan reproducir lo que Hotez ve. Mi hipótesis es que se puede sintetizar la visión tóxica del mundo de Hotez siguiendo la receta de 7 pasos que se presenta a continuación:
  1. Historia de los científicos que tienen razón: Hacer que cuestiones científicas serias sobre las que existe un consenso legítimo, como el cambio climático o la evolución, se conviertan en focos de división política.
  2. Científicos aislados social y políticamente: Aumentar lenta e imperceptiblemente los sesgos políticos de la composición de los científicos al tiempo que estos pasan cada vez más tiempo en su círculo social.
  3. Una emergencia científica: Introducir una emergencia que requiera interpretaciones científicas para decidir políticas públicas eficaces (pandemia de Covid-19), lo que provocará un aumento sin precedentes del poder político y la influencia de los científicos.
  4. Científicos con poder estatal: Hacer que algunos científicos en puestos de poder no electos (por ejemplo, Fauci y Collins) utilicen el poder del Estado para silenciar a los críticos y amplificar preferentemente las teorías, artículos y políticas implícitas que ellos prefieren.
  5. Medios acríticos: Los medios de comunicación tienen una larga historia mutualista de utilizar a los científicos para certificar narrativas y fabricar el consentimiento a cambio de proporcionar a científicos un mayor alcance narrativo, y, a través de una mezcla de fuerzas de mercado y normas sociales establecidas, estos medios "confían en los expertos" y les dan una cobertura relativamente acrítica.
  6. Historia de la desinformación: Registrar una verdadera historia de la desinformación, especialmente en relación con cuestiones científicas como las empresas petroleras y de gas que siembran dudas sobre el cambio climático (aunque en privado reconocen que es cierto).
  7. Diversidad de creencias y libertad de expresión: Que todo lo anterior ocurra en una sociedad que salvaguarde las libertades civiles, permitiendo a la gente hablar, criticar a los que están en el poder y defender su propia posición en foros públicos.
Si se cumplen estos siete criterios, creo que alguien como Peter Hotez será una consecuencia social casi inevitable. La explicación sencilla es que los criterios anteriores polarizaron a los científicos (1) sin que supieran que estaban polarizados (2), les dieron la oportunidad (3) de ejercer un poder estatal algo incontrolado (4), y les dieron poder mediático (5) para suprimir la disidencia llamándola "desinformación" (6).

Los seis primeros pasos de esta receta crean un ethos autoritario en los científicos (confiar en la ciencia, seguir la ciencia) y les obligan a actuar según estos impulsos políticamente etnocéntricos y autoritarios con pocos controles y equilibrios, salvo el descontento popular. Inevitablemente, la composición en silos y políticamente sesgada de los científicos dará lugar a políticas que siembren el descontento masivo (encierros, mandatos de mascarilla, mandatos de vacunas).

Cuando añadimos el séptimo ingrediente de la receta, las personas expuestas a un grupo autoritario de científicos que dejan de lado su humanidad, sus derechos políticos y sus distintos sistemas de valores expresarán su descontento. La gente que exprese su descontento identificará correctamente a los científicos como el pueblo y a los grupos de científicos como el sindicato que corrompió el proceso de las políticas públicas mediante tácticas injustas, antidemocráticas e intolerantes, y la gente dirá lo que piensa de esos científicos (como Hotez) en foros públicos.

Los Hotez necesitarán fermentar en este brebaje social y mediático de autoritarismo a su alcance obstaculizado por la crítica pública legítima durante algún tiempo. Con el tiempo, necesitarán una narrativa para eliminar esa resistencia pública, por lo que crearán una narrativa ego-defensiva que los posicione como héroes, científicos como salvadores (salvacionismo científico). Hotez y otros tienen una especie de visión maníaca de sí mismos: los científicos que son héroes apolíticos de infinita latitud cultural sólo existen en su imaginación para servir a sus fantasías de grandiosidad y benevolencia. Creen sinceramente que si la Ciencia dice que X es eficaz para reducir una enfermedad, toda la sociedad debería seguir a la Ciencia para adoptar X, ordenar X, hacer lo que sea necesario para que X sea omnipresente y dar las gracias a los científicos por X. Por supuesto, lo complicado de la sociedad es que está formada por seres humanos, un vasto mosaico antropológico de creencias y sistemas de valores, y hay otras creencias y sistemas de valores que creen que deberíamos hacer Y.

La Ciencia se ha convertido en un pilar central de la autoidentidad de los salvadores y por eso no distinguen entre la ciencia (el proceso objetivo y a menudo desordenado de evaluar con imparcialidad muchas ideas que compiten entre sí) y las acciones autoritarias de los científicos. Cuando el tóxico Hotez esté a punto de terminar de cocerse en una cuba de críticas públicas legítimas por su etnocentrismo científico, concebirán una conspiración global dirigida contra la Ciencia y los científicos, una monstruosa "anticiencia" que exige aún más poder y protección legal para los científicos, medidas aún más fuertes para vigilar la desinformación. Al contemplar la imagen restaurada de los científicos como salvadores en este espejo narrativo, descenderán aún más a la locura.

De hecho, es una locura porque lo que Hotez ve como "anticiencia" no existe, no es un buen reflejo de la realidad sino más bien una historia contada desde el orgullo y la defensa del ego. Hotez, un conjunto de científicos estrechamente relacionados con los responsables de los NIH, el NIAID y otros financiadores de la ciencia sanitaria mundial (ninguno de ellos elegido democráticamente), e incluso los propios financiadores comieron el fruto prohibido del autoritarismo. Muchos antes que Hotez han probado el autoritarismo, y los resultados son predecibles. Los científicos que tomaron las riendas de la sociedad durante la pandemia y la dirigieron con insensible ambición no están experimentando una monstruosidad novedosa, sino una antigua y digna respuesta humana llamada "antiautoritarismo".

Algunos científicos, no todos, actuaron como autoritarios durante la pandemia de Covid-19.

Al principio de la pandemia, algunos científicos, no todos, se unieron en torno a los modelos de los grupos científicos más poderosos y mejor financiados, aunque sus modelos fueran claramente erróneos. Cuando algunos científicos, como John Ioannidis, denunciaron las deficiencias de los modelos que guiaban la política, los científicos políticamente encapsulados reaccionaron con vitriolo y un poder social que podía acabar con sus carreras en las instituciones científicas. El control social informal de los científicos suprimió la diversidad de opiniones y provocó que la ciencia no se compartiera.

Por ello, algunos científicos, no todos, abogaron enérgicamente por los encierros, a pesar de que esta política era inhumana y constituía una clara violación de las libertades civiles. Algunos científicos, no todos, fueron intolerantes con otras opiniones legítimas, como las expresadas cuando sus colegas Jay Bhattacharya, Martin Kulldorf y Sunetra Gupta redactaron la Declaración de Great Barrington (GBD), en la que sostenían que era probable que los encierros causaran daños y que la mortalidad y la morbilidad por todas las causas podían reducirse centrando nuestra protección y ayudando a las personas con alto riesgo de sufrir resultados graves a recibir el mejor apoyo preventivo y el mejor tratamiento que pudiéramos conseguir. La GBD era una propuesta política alternativa que también se basaba en la ciencia y difería en su cálculo moral y su enfoque en la mortalidad por todas las causas. La GBD contó con la ayuda de un grupo cuyas convicciones coincidían con las políticas e ideas en eso: el Instituto Americano de Investigación Económica (AIER). El AIER es un laboratorio de ideas libertario.

Sólo había dos problemas con la Declaración de Great Barrington: estaba alineada con un grupo cuyas preferencias políticas son anatema para muchos científicos liberales y entraba en conflicto con las políticas preferidas por los principales financiadores de la ciencia. ¿Por qué es esto un problema? Contrariamente a cómo muchos científicos representan esta propuesta de política científica alternativa, la GBD no fue un uso nefasto del "dinero oscuro" para coaccionar a la gente a adoptar creencias perjudiciales, sino una coalición sincera de científicos, responsables políticos y médicos que consideraban que el statu quo no era ético y no era óptimo para gestionar la salud pública. Una diferencia de opinión política también basada en la ciencia y la razón no debería ser para tanto. Al contrario, las perspectivas diversas y las coaliciones de pensadores interdisciplinarios brillantes deberían ser aplaudidas por su contribución a la creatividad política de nuestra sociedad.

El problema con la GBD era que el statu quo al que se oponían era un proyecto al que los autoritarios científicos habían unido sus reputaciones; al hacer un contraargumento creíble y razonable contra las políticas de contención, la GBD reveló que el emperador estaba desnudo y cuestionó la omnisciencia y omnipotencia de los autoritarios científicos entre nosotros. Los principales financiadores de la ciencia, sobre todo el director del NIAID, el Dr. Anthony Fauci, y el director de los NIH, Francis Collins, creían firmemente que una política mejor era contener el virus (no mitigar sus efectos) y retener las infecciones hasta que llegaran las vacunas. El análisis coste-beneficio de Fauci et al. difería de la GBD en que Fauci et al. priorizaban sólo la mortalidad por covid; se ignoraban los costes y se asumían los beneficios.

Los doctores Fauci, Collins y sus generales de ciencias de la salud tienen derecho a sus opiniones, pero sus opiniones eran sus propias opiniones políticas y no las de un proceso político representativo. Los científicos no sólo son seres humanos, producto de sus circunstancias con creencias y valores no representativos del mundo en general, sino que la ciencia en sí misma no otorga una autoridad incuestionable sobre las políticas públicas. La ciencia puede ayudarnos a probar hipótesis sobre si las promesas de una política se cumplen y cuáles no, pero no puede decidir qué política es mejor. La elección de lo que debemos hacer es un problema tan antiguo como la humanidad, es ética y política, religión y moral. Afortunadamente, por eso nuestro sistema de gobierno tiene una constitución y un sistema de leyes que nos proporcionan procedimientos para elegir políticas incluso cuando personas igualmente buenas no están de acuerdo.

Al diablo las constituciones y los procedimientos.

Los doctores Fauci y Collins, que no han sido elegidos y, por tanto, no pueden ser desbancados en unas elecciones, exigieron una "derribo devastador" de la Declaración de Great Barrington. Utilizaron sus posiciones de inmenso poder científico para empujar y provocar a los científicos que dependen de Fauci y Collins para su financiación, generando una avalancha de artículos y apariciones en los medios de comunicación calificando la Declaración de Great Barrington de "marginal" e imponiendo así un control social informal aún más fuerte sobre los científicos que el que se mostró durante el capítulo de Ioannidis de esta saga. Si estabas de acuerdo con la GBD, también se te consideraba "marginal", se te consideraba un "libertario de extrema derecha partidario de Trump". Eso no debería ser una descalificación en una sociedad científica sana, pero tal acusación conlleva importantes costes de carrera en nuestro cuerpo de científicos políticamente encapsulados.

great barrington
Tras los encierros, hubo mascarillas y vacunas obligatorias. Si hablabas en contra de los mandatos de vacunación, independientemente de que tu razonamiento fuera científico, religioso o político-filosófico, muchos científicos creían que tu discurso debía ser calificado de "desinformación". Los científicos, con el inmenso poder narrativo que se les concedió durante esta emergencia, consiguieron etiquetar una gran cantidad de información como "desinformación", incluida información científica como los primeros descubrimientos de que la inmunidad a la covid (incluida la inmunidad inducida por la vacuna) puede disminuir.

Así que algunos científicos, no todos, lucharon demasiado en nuestra sociedad democrática y su insensible necesidad de que todo saliera a su manera corrió el riesgo de desgarrar el delicado tejido de nuestra sociedad. Intentaron imponer a la gente políticas que entraban en conflicto con sus creencias, valores o incluso derechos constitucionales. Como era de esperar, a mucha gente no le hizo ninguna gracia. La gente habló y defendió sus creencias, como es libre de hacer en nuestra sociedad. Algunos científicos intentaron rebatir con más fuerza diciendo que mascarillas, encierros, vacuna obligatoria y cierres de escuelas era lo que exigía la ciencia. La gente, incluidos muchos científicos como yo, centró entonces sus críticas en este pequeño grupo de autoritarios que se hacían llamar la Ciencia e interferían en el proceso político representativo y más inclusivo de nuestro país.

Cuando la gente se rebeló contra las políticas antidemocráticas de estos científicos, nuestros funcionarios electos tomaron nota. Nuestra república democrática de estados era un tablero de ajedrez de políticas donde no todos seguían la Ciencia, exactamente como se pretendía que fuera nuestro laboratorio de democracia, pero muchos científicos comparten la creencia política de que las desviaciones de los estados de la Política Única eran inmorales y anticientíficas (lo mismo uno y el otro en la doctrina ética de la Ciencia), y que el gobierno federal debería decidir la mayoría de las cosas. Por cierto, el gobierno federal también es un centro de poder científico con agencias lideradas por la Ciencia como los CDC y los NIH/NIAID, por lo que concentrar el poder en el gobierno federal beneficiaría a los científicos, mientras que permitir a los estados elegir políticas acercaría las decisiones sobre salud pública al pueblo y sus representantes electos locales.

Hubo tensión entre la gente, nuestros representantes locales, nuestros representantes federales y los científicos. Hubo litigios que cuestionaban la supresión de la libertad de expresión por parte de los científicos, como el caso Missouri contra Biden, en el que los demandantes, entre los que se encontraban autores de la GBD, alegaban que los doctores Fauci y Collins habían vulnerado su libertad de expresión al censurar a estos científicos y sus creencias científicas y de política científica sinceras. Hubo casos judiciales sobre mascarillas en un avión que cuestionaban la deferencia del gobierno federal de la autoridad de la política de salud pública a científicos no elegidos. Hubo discusiones en abundancia, y científicos como los doctores Fauci o Hotez, que se sintieron leonizados durante la pandemia, que sometieron una apoteosis al autoritarismo científico en su búsqueda del salvador científico, ahora están siendo bombardeados por las críticas de la gente, los condados, los estados, los representantes electos e incluso los científicos.

Para empeorar las cosas, uno de los conflictos de intereses más importantes de la historia de la humanidad acechaba bajo la superficie. El virus que desencadenó la emergencia fue probablemente un accidente de laboratorio de un laboratorio que recibió financiación de estos mismos jefes de financiación de ciencias de la salud, los Dres. Fauci y Collins. De hecho, el propio Peter Hotez subcontrató trabajos al Instituto de Virología de Wuhan. Es posible que el dinero del NIAID que Hotez envió a Wuhan pudiera haber comprado la pipeta o las enzimas de restricción exactas que causaron la pandemia. Se trata de un conflicto de intereses a la hora de decidir políticas para mitigar los daños de este probable accidente relacionado con la investigación.

Incluso sin saber que el virus surgió de un laboratorio, el mero temor de que puedan ser responsables de una pandemia global que cause millones de muertes podría ser razonablemente suficiente para que científicos como Fauci y Hotez ejerzan una influencia indebida en la ciencia y las políticas de salud pública. Los temores de un origen de laboratorio podrían explicar por qué las teorías del origen de laboratorio fueron calificadas como "teorías de la conspiración" con el apoyo de los Dres. Hotez, Fauci y otros financiadores de ciencias de la salud y los científicos cercanos a ellos (Andersen, Holmes, Garry, etc.). Los temores de un origen de laboratorio podrían explicar por qué este sindicato de científicos priorizó la reducción de la mortalidad por covid a través de medidas extremas como los cierres en lugar de recurrir a décadas de ciencia de la salud pública al reconocer riesgos competitivos, alentar la participación de personas antropológicamente diversas cuyas políticas se están decidiendo y gestionar la mortalidad y morbilidad por todas las causas más convencionales en lugar de implementar un enfoque miope en covid.

Esta última política, dicho sea de paso, fue la propuesta por la GBD, ninguno de cuyos autores estaba involucrado en trabajos virológicos riesgosos en Wuhan y todos tenían las ideas claras y argumentos sólidos. Los temores de un origen de laboratorio podrían llevar a los científicos, preocupados por sus defectos morales al causar una posible pandemia, a necesitar desesperadamente una historia de éxito de salvador científico como las vacunas para equilibrar la balanza salvando tantos millones de vidas como los millones de muertes que pueden haber causado, lo que los llevó a etiquetar las opiniones divergentes de científicos sobre los costos y beneficios de las vacunas como "desinformación". El Wuhan COI podría fácilmente afectar la necesidad irracional observada de censurar puntos de vista opuestos.

Cuando miramos la historia de la pandemia y nuestra sociedad pospandémica desde una lente más objetiva y menos conflictiva, más cercana a nuestros cuerpos, personas inocentes y diversas, Hotez denomina "anticiencia" desde su distancia encapsulada, no vemos nada parecido a la "anticiencia". En cambio, vemos autoritarismo científico y una respuesta antiautoritaria bipartidista predecible que incluso muchos científicos (incluidos liberales como yo) apoyan. Los Dres. Hotez y Fauci fueron autoritarios y ahora están siendo desafiados por el público indomable que recuerda a todos quién está al cargo. A medida que estos autoritarios entre nosotros son derrocados del poder, crean todo tipo de teorías de la conspiración y narrativas alternativas en un esfuerzo desesperado por encontrar apoyo. Si no pueden asegurar su nuevo poder, al menos pueden proteger su reputación presentando a sus oponentes como malvados.

Por lo tanto, la "anticiencia" no es algo real, ni se observa lo suficiente ampliamente como para justificar la dignidad de ser llamada una construcción social. La anticiencia es un producto defensivo del ego de la imaginación autoritaria del Dr. Hotez, es un esfuerzo por volver a centrar la Ciencia (el sindicato de científicos que intentaron centrar sus propios paradigmas científicos y sus propias perspectivas políticas como si fueran universalmente verdaderas y no creencias meramente políticas o declaraciones de valores, posiblemente muy conflictivas) como merecedora de poder, simpatía, defensa y confianza. El Dr. Hotez está mirando los espejos narrativos que el público usa para mostrarle el monstruo en el que se ha convertido, está viendo un reflejo horrible (y verdadero) de científicos como él durante la pandemia y está tratando desesperadamente de restaurar la imagen de sí mismo del actual general caído de una república bananera epistemológica, de regreso a la aclamada Ciencia y los salvadores científicos que seguimos. Hotez utiliza la anticiencia como armadura y excusa para eludir un autoexamen crítico de la posible insensibilidad y comportamiento antidemocrático de él y sus colegas científicos salvadores durante la pandemia.

La mejor manera de evaluar si algo es objetivo o subjetivo es preguntar a diferentes personas si ven lo mismo. Eso es ciencia. Por supuesto, para cosas que lastiman a las personas, como microagresiones y cosas por el estilo, puede ser útil preguntar a las víctimas si existe, ya que deberían experimentar los efectos concentrados de la cosa. Soy un científico, estuve involucrado tanto en la ciencia como en las políticas públicas durante la covid y, sin embargo, no veo ningún horror de la "anticiencia" en mi camino en esta casa narrativa de los horrores.

Claro, he visto desacuerdos en el cuerpo a cuerpo público. Recuerdo la historia de la desinformación sobre la ciencia climática, el tabaco e incluso la desinformación rusa sobre todas las cosas, pero eso no es lo que describe Hotez, y no hay otra generalidad que las instituciones que protegen sus propios intereses, no porque sean "anti" nada. sino porque son "profesionales" y, a veces, la ciencia revela información que perjudica los resultados de una empresa. También he visto empresas actuar de la misma manera cuando los competidores ingresan al mercado, por lo que los conflictos pasados no tienen nada que ver específicamente con la ciencia. Incluso he sido atacado, e incluso atacado por mi ciencia, pero sobre todo he sido atacado por otros científicos (incluido Hotez) a quienes no les gustaban las implicaciones políticas de mis hallazgos.

Todos los científicos que me atacaron forman una red relativamente pequeña y aislada de personas estrechamente relacionadas con el NIAID, los NIH o EcoHealth Alliance. Mientras era investigador en la misma comunidad de virología de vida silvestre que EcoHealth Alliance, no realicé investigaciones sobre ganancia de función, no subcontraté trabajo al Instituto de Virología de Wuhan y he mantenido la objetividad al evaluar críticamente los hechos del asunto incluso cuando señalan de manera inconveniente la mala gestión de los riesgos por parte de los científicos. Encontré defectos en artículos científicos y utilicé mi experiencia para descubrir evidencia consistente en que el SARS-CoV-2 es un producto de investigación de las propuestas de investigación anteriores a la covid de EcoHealth Alliance.

Examiné críticamente los datos de los primeros casos, encontré evidencia de grandes grupos de casos no determinados consistentes con una pandemia de menor gravedad y me dijeron que mi ciencia corría el riesgo de "perturbar la política de salud pública". Yo sostuve lo contrario, ayudado en parte por mi brillante esposa, que tiene un doctorado en políticas de salud pública. Argumenté que la única forma en que la ciencia sincera y los análisis rigurosos podrían "perturbar la política de salud pública" sería si la política de salud pública no fuera científica, si los científicos estuvieran usurpando los lugares del público en el proceso político, centrando a los científicos, sus sistemas de creencias, sus sistemas de valores, y sus instituciones a expensas de descentrar a un público más amplio y diverso. Encontré evidencia que corroboraba el análisis del costo-beneficio de la Declaración de Great Barrington, y compartí esa evidencia en privado con responsables políticos sin tomar las riendas y obligarlos a elegir una política determinada.

Como científico que mantuvo la independencia, que presentó pruebas sin invadir el jurado deliberante o el proceso político, veo a científicos que se volvieron autoritarios intolerantes y petulantes; no veo la "anticiencia" como otra cosa que un reflejo de Hotez lidiando con las críticas legítimas de su conducta científica autoritaria inadecuada y la de sus colegas antes, durante y después de la pandemia.

Lejos de ser "anticientífico", el antiautoritarismo desbanca a Hotez como una de las señas de identidad de un verdadero científico y es una seña de identidad del pueblo de nuestra república. No hace falta ser un historiador o antropólogo experto para recordar que los estadounidenses fueron a la guerra con los británicos porque mis antepasados despreciaban a los autoritarios que gobernaban sin representación. A lo largo de la pandemia, muchos miembros del público han sido mejores científicos que muchos científicos destacados. Los miembros del público y los científicos independientes se han resistido a dar explicaciones convenientes cuando los datos no las respaldaban, como la afirmación de que los confinamientos son políticas indiscutiblemente sabias cuando el público sabía que los confinamientos acarreaban costos que no estaban siendo considerados por científicos como Hotez en MSNBC.

Miembros del público y científicos independientes han cuestionado con razón la eficacia de las mascarillas, y sólo años después los científicos conocen sus corazonadas sobre la baja eficacia o la posible ineficacia de las mascarillas como política de salud pública. El público y los científicos independientes cuestionaron la seguridad y eficacia de las vacunas, especialmente para reducir el riesgo de infección a largo plazo, y poco a poco, sólo después de ser etiquetados como "desinformación", estamos obteniendo evidencia de miocarditis, evasión de vacunas en Provincetown, y más. Nuestra ciudadanía ha demostrado ser brillante, notablemente ágil y, como era de esperar, antiautoritaria.

Hotez llama "antivacunas" a cualquiera, incluso a los científicos, que evalúe los posibles costes y estime los verdaderos beneficios de las vacunas. No es "antivacunas" pecar de cauteloso, ayudar a los médicos a mantener su juramento hipocrático garantizando que los beneficios de un tratamiento o vacuna superen los riesgos caso por caso (en ciencia, a esto lo llamamos "medicina individualizada"). Por el contrario, apoyar sistemas que analicen y prueben hipótesis sobre la seguridad y eficacia de las vacunas es una de las cosas más provacunas que podemos hacer, ya que inspirará confianza en las vacunas que sobrevivan al desafío del interrogatorio científico.

Es a la vez provacunas y prociencia cuestionar la seguridad y eficacia de los tratamientos, incluso aquellos que han pasado los ensayos clínicos, porque ese proceso de analizar las respuestas nos da más confianza en los tratamientos que usamos y la ciencia que hemos elegido. ¿Cuántos tratamientos han pasado ensayos clínicos para luego descubrirse que tienen efectos secundarios intolerables? ¿Preferiría Hotez que la "ciencia" no descubriera complicaciones que se descubrirían más tarde?

De manera similar, no es "anticiencia" cuestionar las políticas recomendadas por los científicos o investigar la posibilidad de que estos causen una pandemia. Lo que Hotez llama "anticiencia" es el núcleo de la misma ciencia: una independencia mental, una diversidad de perspectivas y una propensión antiautoritaria que entra en conflicto con los intereses de los autoritarios disfrazados de científicos. Es esta independencia y antiautoritarismo lo que inspira confianza en la ciencia y en la sociedad democrática, no las divagaciones tóxicas de un autoritario científico cuando lo derrocan del poder.