Traducido por el equipo de SOTT.net

Es una batalla cuesta arriba contarle al mundo los acontecimientos en Gaza, como descubrió una periodista en su encontronazo con los medios occidentales.
man injured gaza october 2023
© Omar El-Qattaa / AFPUn hombre herido se sienta frente a un edificio en llamas tras un ataque israelí en la ciudad de Gaza el 26 de octubre de 2023
Desde el 7 de octubre, cuando el ataque de Hamás contra territorio y civiles israelíes desencadenó una campaña de bombardeos destructivos contra Gaza, los civiles palestinos han estado luchando para que los medios occidentales representen todo el alcance de su difícil situación.

Ya sean los medios estatales británicos, la BBC, que afirma que los israelíes son "asesinados", mientras que los palestinos simplemente "mueren", o la CNN, cuyo reportero tuvo que disculparse públicamente por "confirmar" los informes israelíes sobre bebés decapitados por Hamás, los medios occidentales han mostrado un sesgo sorprendente y un doble rasero al informar sobre la actual guerra entre Gaza e Israel. Incluso cuando un periodista de Reuters, Issam Abdallah, fue asesinado a lo largo de la frontera entre Líbano e Israel el 13 de octubre, el propio medio ni siquiera dijo quién cometió el ataque, sino que escribió que "misiles disparados desde la dirección de Israel" le alcanzaron a él y a otros seis periodistas.

Hay pocos espacios en los medios de difusión corporativos y estatales occidentales donde se adopte un enfoque equilibrado y neutral ante la actual guerra en Gaza. Simplemente cuestionar el derecho de Israel a responder en la forma que ha elegido, bombardeando indiscriminadamente zonas residenciales y bloqueando abiertamente la entrada de ayuda humanitaria a Gaza, se está tratando como un motín, por no hablar de un debate honesto sobre lo que condujo al ataque de Hamas el 7 de octubre. Los llamamientos a un alto el fuego están siendo tachados de radicales e inaceptables. Un alto funcionario del Departamento de Estado, Josh Paul, entre otros, ha dimitido del gobierno estadounidense en oposición a ello.

Un caso que pone de relieve la ardua batalla que los palestinos están teniendo que librar por su representación en los medios occidentales es el de la periodista Wafa al-Udaini, radicada en Gaza.

Al-Udaini fue invitada a hablar en Talk TV, el canal que transmite el programa de Piers Morgan, el 16 de octubre. Antes de darle la palabra a Wafa, la presentadora Julia Hartley-Brewer había invitado a un portavoz militar israelí, Peter Lerner, a un debate, durante el cual hizo una serie de acusaciones sin fundamento. La locutora, que trató a Lerner con respeto y le dio tiempo para terminar sus argumentos, no se opuso a ellos. El tono cambia radicalmente cuando entra Wafa. Cada pregunta está formulada de manera que la hace parecer poco creíble, mientras Hartley-Brewer la desafía repitiendo puntos de conversación militares israelíes, cuestionando incluso la descripción de Wafa de las muertes de civiles como una "masacre", la misma palabra que la propia presentadora se empeña en utilizar para referirse al ataque de Hamás contra Israel.


Hartley-Brewer entonces pregunta a al-Udaini cuál cree que sería "la respuesta razonable" de Israel al ataque de Hamás. Esta es en sí misma una pregunta complicada que no tiene una respuesta fácil de resumir en unas pocas oraciones, pero cuando se le plantea a alguien que es receptora de un bombardeo de la escala de lo que está sucediendo en Gaza, se vuelve francamente cargante. Sin embargo, mientras la periodista palestina intenta brindar contexto o dudar de la idoneidad de hacer tal pregunta, la presentadora nunca le permite expresar su punto, interrumpiéndola continuamente y exigiendo una respuesta inmediata y directa. Finalmente, después de darle a al-Udaini "una última oportunidad" para responder, Hartley-Brewer la interrumpe y finaliza la entrevista.

"La presentadora me mató", me dijo Wafa sobre la entrevista como expresión de lo insultada que se sentía. "Me siento molesta porque no pude decirle nada... Ella me interrumpió y luego finalizó la llamada diciendo 'no tenemos mucho tiempo'". Como reportera de campo, estaba cubriendo los sucesos en inglés, e incluso perdió a un amigo y colega periodista, Saeed Taweel, que murió en un ataque aéreo israelí el 10 de octubre. Ella no es la única, ya que varios periodistas han sido asesinados o han perdido amigos y familiares desde que la guerra empezó. "Las cosas realmente no se pueden describir", me dijo ese día. Después de haber experimentado el horrendo derramamiento de sangre en Gaza, de vivir bajo la amenaza de que toda su familia fuera aniquilada y de haber perdido a un colega, Wafa fue víctima del doble rasero de los medios occidentales, al tener que explicar el uso de la palabra "masacre" por parte de alguien que realmente informa desde Gaza.

También hablé con un periodista palestino que trabaja como cámara y reparador, destinado en el Hospital Nasser de Khan Younis desde hace más de una semana. El periodista quiso ocultar su identidad por motivos de seguridad y no quiso especificar dónde se encuentra actualmente, pero me dijo lo siguiente:
"Como periodista que trabaja aquí en la Franja de Gaza, he cubierto varias guerras, sobre las que pueden consultar los informes de derechos humanos, que les hablarán de masacres contra civiles. En el Hospital Nasser, a veces vemos ambulancias sin parar, coches que transportan muertos y no vemos militares muertos, son todos civiles. Cuando en realidad eres un reportero sobre el terreno, no puedes ver lo que estás viendo y describirlo como otra cosa que no sea una masacre. Dime, si no ves más que niños muertos durante una hora, ¿qué otra cosa se supone que tienes que decir que no sea una masacre? Si estuviéramos viendo combatientes muertos, claro, podemos tener otra discusión, pero esta es la peor guerra que hemos visto nunca y casi todo lo que estamos presenciando son niños muertos".
En la entrevista con al-Udaini, Hartley-Brewer señaló que el ejército israelí ha pedido a la población que se desplace del norte de Gaza al sur "para poder hacer frente a los combatientes de Hamás", y luego procedió a presionar a la palestina para que explicara por qué no había abandonado su casa en la ciudad de Gaza. Cuando al-Udaini le devuelve la pregunta, le responde "por qué marcharme, esta es mi patria, si alguien te pide que te marches ¿vas a dejar tu casa?". A lo que la entrevistadora responde que "si alguien dijera que van a bombardearme a mí y a mi familia hasta la muerte, como usted está diciendo 'una masacre', entonces me iría, sí, me iría". Al insinuar que al-Udaini está poniendo en peligro a su familia, además de a sí misma, Hartley-Brewer se detiene justo antes de insinuar que, en caso de que su casa fuera bombardeada, la responsabilidad no recaería totalmente en el ejército israelí.

Los medios israelíes se hicieron eco de la entrevista, utilizándola como prueba de que los periodistas palestinos no pueden responder a la pregunta de qué debe hacerles el ejército israelí. A esto, según al-Udaini, siguieron llamadas a su casa de agentes al servicio del Estado israelí, algunos de los cuales fingían pertenecer a organizaciones internacionales y solicitaban información sobre el número de personas que vivían en su casa. Ahora Wafa es cauta con lo que dice por teléfono y no pudo responder a muchas preguntas que le hice por miedo a cómo podrían utilizarlo los militares israelíes.

Si cualquier medio occidental comenzara una entrevista con un israelí que hubiera sufrido amenazas de Hamás, perdido familiares y amigos o visto caer cohetes cerca de su casa, preguntándole "¿condena al ejército israelí?" y "¿cuál cree que debería ser la respuesta palestina contra su comunidad?", el sesgo de su enfoque sería evidente. Sin embargo, cuando se plantea la misma línea de preguntas a los palestinos, se trata como algo habitual. La realidad es que se trata de una clara muestra de doble rasero, pero cuando se une a la falta de empatía por las personas que han sufrido los horrores de la guerra, muestra algo más: deshumanización.
Robert Inlakesh es analista político, periodista y director de documentales residente en Londres (Reino Unido). Ha informado y vivido en los territorios palestinos y actualmente colabora con Quds News. Director de El robo del siglo: La catástrofe palestino-israelí de Trump.