Traducido por el equipo de SOTT.net

Aunque los problemas intestinales suelen achacarse a una mala alimentación y a un estilo de vida inadecuado, también pueden ser un signo de daños causados por infecciones y vacunas.
gut microbes
© Christoph Burgstedt/Shutterstock
La diarrea, el estreñimiento y la hinchazón son problemas comunes que afectan a dos tercios de los estadounidenses.

Aunque los problemas intestinales suelen achacarse a una dieta y un estilo de vida inadecuados, también pueden ser un signo de daños causados por infecciones como la COVID-19 y por la vacunación COVID.

El Dr. Keith Berkowitz, médico de medicina interna que ha tratado a 200 pacientes lesionados por la vacuna COVID, declaró a The Epoch Times que había detectado problemas intestinales generalizados entre los pacientes con COVID de larga duración y los que habían recibido la vacuna. Sin embargo, los pacientes no suelen mencionar estos problemas.

Además, es posible que la gente no sea consciente de que síntomas como la fatiga y la niebla cerebral pueden deberse a problemas intestinales, explicó a The Epoch Times el internista Dr. Yusuf Saleeby.

El sistema intestinal está relacionado con todo

La mala salud intestinal está asociada a una amplia gama de enfermedades, como la diabetes, la obesidad, las cardiopatías, la demencia, el cáncer, las infecciones, las enfermedades autoinmunes e incluso las enfermedades reproductivas.

La salud del intestino depende a menudo de su microbioma, compuesto por 100 billones de microbios en el interior del intestino grueso.

Un microbioma sano tiene una población diversa de microbios con muchas bacterias beneficiosas. Estos microbios producen sustancias químicas necesarias para el metabolismo, la nutrición, la inmunidad y la comunicación dentro de los órganos. También ayudan a mantener la capa mucosa del intestino, impidiendo que las infecciones entren a través de las células intestinales.

Una dieta inadecuada, dormir mal, las toxinas ambientales, el alcohol y las drogas, las infecciones y las enfermedades crónicas pueden dañar el microbioma al disminuir las bacterias beneficiosas, dejando en su lugar bacterias patológicas.

Un cambio importante después de la vacunación COVID

Se ha demostrado que las infecciones por el virus COVID-19 dañan el microbioma intestinal y se asocian a un deterioro de la integridad de la capa mucosa del intestino, lo que provoca disbiosis intestinal, es decir, un desequilibrio del microbioma. Los estudios también han mostrado que la vacuna COVID está relacionada con la reducción de la biodiversidad en el microbioma.

La Dra. Sabine Hazan, gastroenteróloga y directora general del laboratorio de investigación genética ProgenaBiome, ha descubierto que los resultados de las pruebas realizadas a muchos pacientes lesionados por vacunas un mes después de la vacunación muestran una falta del probiótico Bifidobacteria. El laboratorio de la Dra. Hazan fue el primero en comunicar la secuencia del genoma completo del virus SARS-CoV-2 utilizando muestras fecales de pacientes.

Las bifidobacterias son un grupo de bacterias del género Bifidobacterium y figuran entre los primeros microbios que colonizan el intestino. Se cree que benefician la salud de su huésped y se encuentran entre los probióticos más comunes.

"En este momento, estamos viendo una persistencia [de la pérdida de Bifidobacteria] en algunos pacientes, no en muchos pacientes", dijo la Dra. Hazan. "Pero si la gente está sufriendo después de la vacuna, es necesario examinarlos. Pueden entrar en un ensayo clínico ahora mismo... Tenemos marcadores que estamos desarrollando para identificar a los pacientes que sufren lesiones por vacunas, y estamos tratando de encontrar un microbioma característico en las lesiones por vacunas."

Su equipo de investigación ha seguido desde entonces a 200 pacientes lesionados por vacunas. Ha observado pérdidas drásticas de Bifidobacteria y otras especies en algunos pacientes. Sin embargo, también ha habido casos raros en los que las Bifidobacterias aumentaron.

La Dra. Hazan cree que las proteínas en espiga que recubren la superficie del virus SARS-CoV-2, producidas en las células humanas tras la vacunación, matan a las Bifidobacterias, del mismo modo que el virus puede infectar y matar a las bacterias buenas.

Las investigaciones han relacionado la pérdida de Bifidobacterias con la diabetes, el cáncer, la enfermedad de Lyme y la enfermedad de Crohn.

Al igual que el virus COVID-19, la pérdida de microbios beneficiosos como las bifidobacterias puede causar disbiosis intestinal, directamente relacionada con la mala salud intestinal y las enfermedades asociadas.

Sin embargo, la disbiosis intestinal está mal definida en el diagnóstico clínico.

"En la investigación clínica con pacientes, aún no disponemos de esa definición", afirma la Dra. Hazan. "No hay directrices que digan que la disbiosis intestinal es igual a esto (algo específico)".

Los trabajos anteriores de la Dra. Hazan en pacientes con COVID demostraron que la abundancia de Bifidobacterias está relacionada con la gravedad de la enfermedad COVID-19. Los pacientes con más Bifidobacterias en su intestino tendieron a tener una enfermedad leve o asintomática, mientras que los pacientes con poca o ninguna Bifidobacteria desarrollaron una enfermedad grave.

El tratamiento de las lesiones por COVID-19 podría comenzar en el intestino

Para restablecer el microbioma hay que tener en cuenta muchos factores. Los médicos deben asegurarse que se cultivan los microbios adecuados, que esto ocurre en el lugar correcto, que no perturbará a otros microbios, y que el intestino puede soportar los nuevos microbios que se colonizan, dijo la Dra. Hazan.

Restaurar los microbios en un entorno intestinal insano podría ser como cultivar un manzano en la arena.

"Es la medicina forense del microbioma intestinal", afirmó.

Para el Dr. Saleeby, ayudar a los pacientes con lesiones COVID-19 suele empezar por el intestino, ya que es éste el que permite a los pacientes absorber los fármacos y nutracéuticos prescritos.

Dio el ejemplo de la naltrexona a dosis bajas, sustancia de uso común entre los médicos que tratan lesiones prolongadas por COVID y vacunas.

"La naltrexona a dosis bajas (LDN) ayudará al intestino inflamado y ayudará con la enfermedad de Crohn y/o la colitis ulcerosa, y a cambio, cuando se empieza a reparar el intestino, se descubre que la LDN se absorbe mejor. Así que puede cambiar la dosis de LDN", dijo.

En la disbiosis intestinal, una persona puede desarrollar un sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO), que puede interferir con el tratamiento. Los pacientes también pueden sentirse peor después de iniciar la terapia. Esto se debe a que muchas de las terapias de primera línea utilizadas en el tratamiento de las lesiones causadas por la vacuna COVID-19 actúan eliminando la proteína spike y aumentando la capacidad del cuerpo para eliminar los patógenos, dijo el Dr. Saleeby. Esto puede llevar al sistema inmunitario a atacar también el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino, lo que da lugar a una acumulación repentina y masiva de microbios muertos en el organismo.

El organismo ve estos agentes patógenos muertos como una amenaza, lo que desencadena una reacción inflamatoria repentina, que hace que se agraven los síntomas.

Según el Dr. Saleeby, reducir la dosis del tratamiento y complementarlo con terapias antiinflamatorias como la terapia de hidratación, las saunas y los baños de sales de Epsom pueden hacer que estas reacciones sean más tolerables.

El Dr. Berkowitz también tiene pacientes que no toleran las terapias postvacunales típicas. Sus pacientes, sin embargo, tienden a mostrar signos de un sistema nervioso hiperactivo, que sospecha está relacionado con el agotamiento de neurotransmisores por la pérdida de bacterias beneficiosas.

Estos pacientes también toleran mucho mejor los tratamientos postvacunales una vez que se les administra una terapia de hidratación y nutracéuticos que ayudan a calmar el sistema nervioso y a reconstruir el microbioma intestinal.

Intestino dañado: problemas neurológicos

La investigación ha demostrado que el intestino y el cerebro están vinculados a través de su sistema nervioso, y los doctores Saleeby y Berkowitz creen que el intestino dañado podría contribuir a la niebla cerebral, la fatiga y otros problemas observados en sus pacientes.

Los problemas intestinales se han relacionado desde hace tiempo con alteraciones neurocognitivas.

Por ejemplo, algunas personas desarrollan niebla cerebral grave "a los 30 minutos" de comer un trozo de pan porque son sensibles al gluten o tienen la enfermedad celíaca, dijo el Dr. Saleeby.

La neuroinflamación impulsada por el intestino podría explicar por qué los pacientes con problemas intestinales suelen desarrollar problemas neurocognitivos. El cerebro y el intestino están estrechamente relacionados a través del eje intestino-cerebro. Cuando los pacientes con problemas intestinales ingieren determinados alimentos o sustancias químicas que desencadenan la enfermedad, el intestino puede producir sustancias químicas inflamatorias que pueden penetrar en el cerebro.

Otra causa de deterioro neurocognitivo es el agotamiento de los neurotransmisores. Muchos microbios del intestino utilizan los nutrientes de la dieta para fabricar neurotransmisores. Algunos de estos microbios se pierden en la disbiosis, y el intestino se vuelve menos capaz de absorber nutrientes para su uso.

Por lo tanto, pueden manifestarse problemas neurológicos y cognitivos. Los neurotransmisores utilizados en el cerebro también se fabrican en el intestino. El 95% y el 50% de la serotonina y la dopamina se producen en el intestino, respectivamente.

La mayoría de los neurotransmisores fabricados fuera del cerebro no pueden atravesar la barrera hematoencefálica ni ser utilizados por el cerebro. Sin embargo, las investigaciones sugieren una relación directa entre la salud mental y cognitiva y la salud del microbioma.

El Dr. Berkowitz ha observado lo que considera un agotamiento del ácido gamma-aminobutírico (GABA), que pueden producir las bacterias del intestino, incluidas las Bifidobacterias. Cree que la falta de GABA en el cerebro -un inhibidor para calmar el sistema nervioso- es la causa de que muchos pacientes muestren signos de un sistema nervioso hiperactivo.

Trata a estos pacientes con magnesio y melatonina, que estimulan el GABA, y con calostro bovino, un líquido lechoso que se filtra de las ubres de las vacas los primeros días después del parto. El calostro bovino ha dado resultados prometedores en la reparación de daños gastrointestinales tanto en animales como en humanos. Con estos tratamientos, el Dr. Berkowitz observó que el sistema nervioso hiperactivo de los pacientes parecía calmarse y mejoraban los síntomas.

"La gente describe su sistema yendo a 160 kilómetros por hora", dijo, y cuando se calma eso, el cuerpo puede entonces repararse a sí mismo. "La reparación no se produce cuando el cuerpo está en un estado de estrés [...] [ya que todos los recursos del cuerpo] se centran sólo en la supervivencia".

Intestino dañado: enfermedades autoinmunes

Los problemas intestinales también se asocian desde hace tiempo con las enfermedades autoinmunes, y los médicos que tratan a pacientes lesionados por vacunas han informado de hallazgos similares.

Los problemas autoinmunitarios se manifiestan normalmente en un intestino permeable, a menudo denominado médicamente aumento de la permeabilidad intestinal. En un intestino permeable, la capa mucosa que protege al intestino de los microbios se rompe, y los microbios pueden entonces infectar el revestimiento intestinal y los vasos sanguíneos cercanos.

"Si [el revestimiento intestinal] se rompe, es como [derribar] el muro de un castillo", explica el Dr. Saleeby. "Si se rompe, el enemigo puede entrar".

Durante este estresante período de invasión, si un virus o una bacteria consiguen entrar, se produce una infección. Si el invasor es inofensivo, como un trozo de cacahuete o una sustancia química benigna, se produce una reacción alérgica. El cuerpo comienza a atacar a estos antígenos extraños pero benignos y, al hacerlo, puede dañarse a sí mismo, lo que conduce a la enfermedad autoinmune.

El Dr. Berkowitz ha observado que muchos de sus pacientes con sistemas nerviosos hiperactivos y problemas intestinales también dan positivo en las pruebas de autoanticuerpos, lo que indica una posible enfermedad autoinmune.

"El dolor nervioso, la fatiga y los problemas musculares y articulares son probablemente los problemas más comunes [en estos pacientes]", afirma. Muchos también presentan problemas cutáneos, como erupciones.

Sin embargo, una vez prescrito el tratamiento para sus intestinos y sistemas nerviosos, los síntomas de los pacientes mejoran, y sus niveles de anticuerpos disminuyen.

Marina Zhang es redactora de salud de The Epoch Times, con sede en Nueva York. Se dedica principalmente a artículos sobre la COVID-19 y el sistema sanitario. Es licenciada en biomedicina de la Universidad de Melbourne. Puede ponerse en contacto con ella enmarina.zhang@epochtimes.com.