Traducido por el equipo de SOTT.net

Recientes descubrimientos científicos arrojan nueva luz sobre por qué grandes imperios como Egipto, Babilonia y Roma se desmoronaron, dando paso a las periódicas "edades oscuras'' que jalonan la historia de la humanidad.
Triumph Death Pieter Bruegel Elder
"El triunfo de la muerte", de Pieter Bruegel el Viejo
Al menos cinco veces en los últimos 6.000 años, grandes calamidades medioambientales minaron civilizaciones de todo el mundo. Según algunos investigadores, estas catástrofes parecen estar relacionadas con colisiones con cometas o fragmentos de cometas, como el que se desintegró y chocó espectacularmente contra Júpiter hace cinco años.

Los impactos, con muchos megatones de energía explosiva, produjeron vastas nubes de humo y polvo que dieron la vuelta al globo durante años, oscureciendo el sol, bajando las temperaturas y sembrando el hambre, la enfermedad y la muerte.

La última crisis global de este tipo se produjo entre los años 530 y 540 d.C. -al comienzo de la Edad Media en Europa-, cuando la Tierra fue azotada por un enjambre de escombros cósmicos.

En un libro de próxima aparición, Catastrophe, the Day the Sun Went Out, el historiador británico David Keys describe un invierno de dos años de duración que comenzó en el año 535 d.C..
  • Los árboles dejaron de crecer en California, Irlanda y Siberia.
  • Cultivos fallidos
  • La peste y el hambre diezmaron Italia, China y Oriente Próximo
Keys cita los escritos de un obispo sirio del siglo VI, Juan de Éfeso:
"El sol se oscureció... Cada día brillaba durante unas cuatro horas y aún así esta luz no era más que una débil sombra''.
Un historiador italiano contemporáneo, Flavio Casiodoro, escribió:
"Nos maravillamos de no ver sombras de nuestros cuerpos al mediodía. Tenemos verano sin calor".
Y un cronista chino contemporáneo informó,
"Polvo amarillo llovió como nieve".
Los investigadores afirman que se produjeron calamidades medioambientales similares en los alrededores,
  • 3200 a. C.
  • 2300 a. C.
  • 1628 a. C.
  • 1159 a. C.
Cada una de ellas provocó el colapso de las sociedades urbanas en zonas muy dispersas del planeta.

Por destructivas que hayan sido, las catástrofes naturales que han asolado la Tierra desde los albores de la civilización humana no son más que insignificantes comparadas con las catástrofes verdaderamente titánicas de las eras prehistóricas.

Ha habido al menos cinco de estos eventos monstruosos, cada uno de los cuales acabó con la mayoría de las criaturas que vivían en ese momento, según muestra el registro fósil.

El más conocido fue un meteorito de 10 kilómetros de ancho que se estrelló contra lo que hoy es el Golfo de México hace 65 millones de años. La colisión envolvió el planeta en nubes de polvo, envenenó la atmósfera y llevó a la extinción a los dinosaurios, entonces dominadores de la Tierra. En 1990 se hallaron huellas del enorme cráter de al menos 160 km de diámetro creado por el impacto.

Ni siquiera ése ha sido el mayor golpe que ha sufrido la Tierra. La madre de todas las extinciones, que acabó con el 90% de las especies vivas, ocurrió hace unos 245 millones de años.

Los paleontólogos afirman que se produjeron otras extinciones masivas hace unos 214 millones, 360 millones y 440 millones de años.

Aunque las pruebas son discutidas, un número creciente de investigadores sostiene que la mayoría de estos desastres ecológicos, si no todos, están relacionados con bombardeos desde el espacio.

Según Michael Rampino, geólogo de la Universidad de Nueva York, "las pruebas recientes convergen en la conclusión de que las extinciones masivas coincidieron con impactos de cometas o asteroides, y que las lluvias periódicas de cometas, desencadenadas por los movimientos del Sistema Solar a través de la Vía Láctea, pueden proporcionar una teoría general para explicar las extinciones masivas relacionadas con impactos".

Después de un impacto, la densa nube de polvo que se crea se extiende por la atmósfera y corta la luz solar", explica Rampino. "Esto detiene la fotosíntesis y provoca que el clima se vuelva frío y oscuro, lo que lleva a la extinción masiva de un gran número de organismos".

Estas catástrofes, aunque terribles para sus víctimas, abrieron el camino para que los supervivientes florecieran, se diversificaran y -para los humanos- se apoderaran del mundo.

Según Donald Yeomans, astrónomo de la NASA que rastrea cometas y asteroides, "es posible que los mamíferos debamos nuestra posición preeminente en la cima de la cadena alimentaria de la Tierra a una colisión ocurrida hace unos 65 millones de años que acabó con la mayoría de nuestros competidores, incluidos los dinosaurios".

Estos descubrimientos están dando peso a una teoría revisada de la evolución.

En lugar de proceder gradualmente mediante una serie de pequeños cambios, como propuso Charles Darwin hace 140 años, la vida se desarrolló en una serie de arranques y paradas, creen ahora los biólogos.

Lo llaman "evolución puntuada", periodos de desarrollo lento interrumpidos por extinciones y recuperaciones masivas.

"Puede llevar millones de años, pero a medida que los nuevos organismos llenan todos los nuevos espacios que se vaciaron, se crea toda una nueva biosfera", explicó Rampino.

"La Tierra disfruta actualmente de un periodo de reposo", afirma Robert Shoch, geólogo de la Universidad de Boston. Pero hacia el 2200 d. C., es probable que un nuevo flujo de fragmentos de cometas entre en órbitas que atraviesen la Tierra y suponga una amenaza real para nuestro planeta".

Cuanto más grande es el objeto y más rápido viaja, más daño causa. No es necesario un impacto directo; el simple hecho de atravesar una de las corrientes de escombros cósmicos que ensucian el sistema solar interior puede tener consecuencias desagradables.

Los acontecimientos de la era histórica que destrozaron la civilización "deben haber estado a punto de fallar, porque si nos hubiera golpeado un cometa en toda regla en los últimos 10.000 años, más o menos, no estaríamos aquí hoy", afirma Mike Baillie, arqueólogo británico que estudia los anillos de los árboles.